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Quienes me conocen saben de mi debilidad y entusiasmo por la prosa de Eduardo Galeano con cuyos libros (o la insistencia en que los leyeran) he venido acosando a mis amigos desde que el azar puso en mis manos “El siglo del Viento” (hace casi 35 años). Hoy, más que lamentar su marcha, que no será tal mientras le sigamos recordando, leyendo y aprendiendo de él, quiero declarar mi alegría por haber tenido la ocasión mamar de su prosa, aparentemente humilde, pero excelente y siempre poética. Mi satisfacción por descubrir que se puede denunciar y censurar (incluso severamente) sin insultar, ahuecar la voz, ni arrugar el ceño. Y mi agradecimiento por haberme hecho leer “de principio a fin” (y casi sin respirar) un librito dedicado al fútbol que es un deporte al que, por razones que no vienen al caso, siempre he tenido escasa afición. Si ustedes no lo han leído (cosa probable) y quieren pasar un muy buen (y divertido) rato, compren “El fútbol a sol y sombra”. Me lo agradecerán. Saludos.
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Hay muchos casos en los que ante la muerte de alguien, se dice ha muerto una buena persona. Y si así se dice es porque realmente se piensa en que acaba de dejarnos alguien con valía integral. Pero por decirlo tantas veces, en ocasiones, puede creer que volvemos al topo, al lugar común. Desde luego hoy, no. Decir hoy que ha muerto un hombre bueno (en el sentido bueno de la palabra) esta plenamente justificado. Hace dos o tres noches volví a visionar uno de los vídeos que referido a Galeano aparecen en Internet. Durante más de una hora, estuve viendo y oyendo a Galeano. Él, con su voz tranquila, serena, envolvente, fue leyendo las hojas por él escritas y referidas a sus reflexiones durante cada día del año. De entre otras una de tales expresiones, especialmente me atrapó. Decía (no es literal):Hoy se habla de que hay que salvar el medio ambiente porque nos va la vida en ello. Pero nadie salvará el medio ambiente, porque el medio ambiente no es un banco. Descansa en paz maestro.
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www.infolibre.es ISSN 2445-1592
Con tristeza, ¡adiós, Eduardo! Pero aunque tu cuerpo ya no estará con nosotros, tus maravillosas palabras, tu grandiosos sentimientos, tu profundo pensamiento, estarán siempre vivos entre nosotros. ¡Y la humanidad agradecerá siempre que hayas existido!
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