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Entrevista

Giovanna Valls: “Conviví con la muerte y le planté cara”

Giovanna Valls: “He convivido con la muerte y le he plantado cara”

Itxaso Elorduy

Giovanna Valls (1963) es hija del reconocido pintor catalán, Xavier Valls i Subirà, de una maestra de origen suizo, Luisa Galfetti y hermana del primer ministro francés, Manuel Valls. Presenta una desgarradora historia personal junto a la droga en 'Aferrada a la vida. Diario de un renacimiento' [Ariel].

El dramático deterioro inicial evoluciona en un relato autobiográfico que se apoya en una serie de poéticas cartas de la protagonista. Superación personal, ferviente espiritualidad y apoyo familiar, marcan el camino del renacimiento de Giovanna Valls. “Solo mis padres podían dar armonía a mi vida. Sufrieron mucho, pero nunca me abandonaron”. 

PREGUNTA. ¿Por qué y cuándo tomó la decisión de escribir este libro?

RESPUESTA. Empezamos por la buena pregunta. En la cárcel empecé con las cartas, pero tomé la decisión de escribir en 2004, cuando finalmente salí del pozo. Años más tarde, cuando fui a Brasil para rehabilitarme, viajaba con pequeñas agendas y anotaba todo a modo de croquis, en la canoa, o el avión; como hacía mi padre sus apuntes de pintura. Él me dijo "no dejes de escribir porque lo haces muy bien".

Todo este material lo llevé conmigo a lo largo de todo el proceso. En 2011, cuando ya tenía forma de manuscrito, tuve que dejar de trabajar, porque me trataron con quimio para erradicar la hepatitis C y aproveché la baja para buscar editorial. Tuve la suerte de que RBA se interesó por mi proyecto.

P. Explica en su libro: "Cuando regresé, la belleza de las cosas cotidianas lo invadía todo" ¿Cuál fue uno de esas primeras manifestaciones hermosas?

R. La belleza la viví antes de la droga, en mis viajes, en la adolescencia, con mi madre... ¡Tan fantástica! Y cuando empiezo a tener ganas de vivir. En Brasil, con los mosquitos, las arañas, la falta de agua, de comida, la lluvia y el pesado de enfrente… Con todo, fue una experiencia maravillosa, que me devolvió la sonrisa y el verde de mis ojos. Volví con la selva escrita en la frente. Una vez que tomas ayahuasca, no vuelves a ser la misma. No descarto escribir un “Aferrada a la vida II” centrando en Brasil.

P. Primero se publicó su libro con gran éxito en catalán...

R. Hubo cuatro ediciones en catalán, porque es el idioma en el que yo me comunico con los míos, luego vino la idea por parte de la editorial de publicarlo en castellano. Más tarde Italia, con Mondadori y por último, Francia, donde se acaba de presentar, el dos de mayo pasado. Está escrito para todo el mundo.

P. Su vida se desmoronó por la cocaína y el amor de malos compañeros. ¿Qué diría a esas mujeres que sufren malos tratos por parte de sus parejas?

R. Mi primer amor a los diecisiete años me dejó la autoestima hundida. Le quise tanto que no cuento en el libro lo que pasó con él, que murió ya hace años. Después encuentro un hombre pintor, interesante, pero también bulímico y vicioso, que se metió en mi casa. Fueron cuatro años durante los cuales me fui degradando. Después viví un tiempo tranquilo, hasta que entró un alcohólico en mi vida, al que conocí realmente cuando le di cobijo y sacó el monstruo que llevaba dentro. Viví un año con este tío que me pegaba y maltrataba y cuando le dejé, me quedé frente al espejo, diciéndome, -cómo una chica como yo ha podido aguantar esto durante todo este tiempo-.

P. Y entonces, ¿qué pasó?

R. Era una presa fácil para los borregos del Barrio gótico, puse el brazo, me pincharon heroína y cocaína, e inmediatamente tuve una sobredosis.

P. Escribe: "La mañana del 2 de septiembre de 2004 me inyecté por última vez y cerré la puerta del piso de la calle Peritxol sin mirar atrás". ¿Cómo recuerda aquel momento?

R. La llama que llevaba dentro me dijo: "Ya no puedo más, tengo que dejar de vivir así". La valentía me viene de familia y cuando estás en una situación tan desesperada, los valores que me habían enseñado, no se fueron por la cloaca. Mientras robaba rezaba el padrenuestro, lo que pedía, en ese momento, cuando estaba tan mal, era sobre todo protección. Hace ya diez años que conseguí sacar todo lo bueno que llevaba dentro y mi padre me animó a escribir esta historia.

P. ¿Cómo vive la espiritualidad en un país cada vez menos creyente?

R. Una cosa es tener fe en Dios, en la vida y otra, en la Iglesia. No soy practicante. Creo en el Papa Francisco, pero no tengo fe en la Iglesia católica, ni en el Monseñor Rouco Varela y ese tipo de gentuza. Hay que ir con mucho cuidado, porque en la vida se te abren dos caminos, el de la espiritualidad y el tuyo propio; y con la espiritualidad no se come. Cuando voy a un sitio especial, a una iglesia románica, me gusta sentarme, ver las obras de arte y meditar cinco minutos. Algo que puedo hacer también debajo de un pino.

P. ¿Cómo es ahora su vida?

R. Vivo al borde del abismo desde hace diez años, porque un adicto es siempre adicto. No me puedo meter ninguna sustancia en el cuerpo. He convivido con la muerte y le he plantado cara, diciéndole: "No ha llegado mi hora todavía". Vivo el día a día con máxima intensidad.

P. ¿Qué explicaría a los adolescentes que salen a la calle y se encuentran todo tipo de peligros al alcance de la mano?

R. Estoy dando charlas en escuelas. Como en Marsella, en un Instituto público en uno de los barrios más conflictivos de la ciudad. Y les dije, -tenéis que ser capaces de decir NO-. Una cosa puede llevar a la otra y la droga te puede hundir la vida totalmente. No por fumar un porro o emborracharse un día te vuelves drogadicto, pero tu vida emocional, tu cerebro, en crecimiento, se está jodiendo. Si se mezcla alcohol, drogas de diseño, internet, teléfonos, que ya les estimulan sobremanera, la combinación es explosiva. Las drogas duras no deben legalizarse y las blandas, en ciertos casos, tampoco.

P. ¿Sin medias tintas?

R. La droga es mala, te lleva a la esclavitud, destrozas la familia y todo lo que te rodea y la prevención es fundamental. Tener relaciones drogado y sin protección puede llevar a otro tipo de dramas como el sida. Hay que transmitir a la juventud que es mucho mejor estudiar, hacer deporte y vivir en armonía.

P. ¿Qué puede contar de la Ayahuasca, la selva y del doctor que le ayudó a renacer, Josep María Fábregas?

R. Josep María Fábregas y Xavier Fábregas me ayudaron muchísimo. Josep es un hombre valiente, que cree firmemente en los buenos resultados de este campamento en medio de la selva. Soy una persona muy escéptica y al principio no creía en la idea de ir allí, pero la Ayahuasca es una sustancia muy inteligente y mis padres me apoyaron. Apoyaron el viaje y la idea de tomar esta planta. La presencia de la selva es muy fuerte y ojalá la respeten.

P. ¿Qué es exactamente esta planta?

R. Es un brebaje que se bebe siguiendo un ritual y que limpia el organismo. Una planta de poder, con un pequeño efecto alucinógeno. Efecto visionario que abre el cerebro en canal. Es una herramienta de crecimiento personal. Te hace llorar, vomitar y ahora, una o dos veces al mes, la suelo tomar. No es adictiva. Quedar con el grupo que quiero, a los que nos ha ido bien con ella, me encanta. Los efectos ya no son tan fuertes como hace diez años, por la medicación que tomo para tratar el sida, pero el mensaje de la Ayahuasca siempre está ahí. La Ayahuasca me permitió perdonarme, algo fundamental para renacer.

P. ¿Cómo se convive con el virus del sida en el S.XXI?

R. He tenido la suerte de ir a parar en manos del doctor Clotet, uno de los mejores del mundo. Soy asintomática y, aunque vivo tomando retrovirales a diario, el sida no me ha marcado excesivamente. Por suerte lo llevo bien, porque sé que probablemente no me voy a morir de esto. Estamos a la espera de la vacuna, que está por venir, que nos permitirá vivir sin medicación. Tengo que hacer una vida sana, disciplinada. No soy de salir de noche y tengo que cuidar la alimentación. Los retrovirales dan efectos secundarios que solo nosotros conocemos y tenemos que vivir con ello.

P. ¿Genera rechazo social?

R. Tengo claro que el estigma del sida está ahí. Estuve en París y me quedé sorprendida de recibir una carta de un alcalde de derechas, seropositivo, que me felicitaba por haber hecho público que tenía sida. En mi caso, nunca mi familia se ha avergonzado de mí. Tengo unos genes muy potentes, que me han cuidado, así como muchas ganas de tirar adelante.

P. Su hermano ha utilizado un avión gubernamental para presenciar el partido de la Champions, Barcelona-Juventus, en Berlín, ¿ha tratado con él este delicado asunto?

R. Creo que mi hermano sabe lo que hace, la gente quiere hacer polémica alrededor de esta historia absurda. A todos nos cambió la vida a raíz del atentado del Charlie Hebdo. Si un político tiene una reunión y va a un partido, porque le han invitado, tendrá que ir de la manera más segura. No quiero mezclar, en todo caso, este tema con mi entrevista. Si tiene que pagar, que pague y nada más. Los que dan lecciones, que se miren antes. Yo admiro a mi hermano, le respeto mucho y creo que está haciendo un gran trabajo.

P. ¿Qué le mantiene ahora aferrada a la vida?

R. Estoy feliz, enamorada de la vida, esperando a mi madre, que va a venir a pasar el verano conmigo, como siempre. Y tengo un hombre al que quiero mucho. Mira el anillo. Y la emoción se desató, como si el Ayahuasca hubiera estado presente durante la conversación.

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