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Política cultural

Santiago Eraso: “En Madrid se ha puesto todo en venta y a cualquier precio”

Santiago Eraso, en la puerta del Teatro Español.

Santiago Eraso (San Sebastián, 1953) está en una extraña gira por los edificios de gestión municipal. El martes visitó el Conde Duque, el miércoles, el Teatro Español. Quiere explorar sus dominios como nuevo director de contenidos de Madrid Destino, la empresa de titularidad pública que gestiona la cultura en la capital desde 2013. ¿Suyos? "De todos", dice este gestor cultural que dirigió durante 20 años el centro Arteleku de San Sebastián y orientó la candidatura del municipio como Ciudad de la Cultura 2016.

Estaba "casi jubilado", encargándose del cuidado de su hija de nueve años, cuando Ahora Madrid le llamó para hacerse cargo del gigante que nació de la fusión de Macsa, Madrid Visitors & Convention Bureau y Madrid Espacios y Congresos y que gestiona 17 teatros, centros y pabellones y un sinfín de edificios aún sin contenido. Se considera un "mediador, muñidor, cosedor" del sector cultural, y durante la conversación, junto al Museo del Prado o el Reina Sofía, con los que ha trabajado, pronuncia nombres poco habituales en estas lides: la librería Traficantes de Sueños, el Observatorio Metropolitano, la Fundación de los Comunes (asociación de distintos centros autogestionados)... En su blog se leen con frecuencia términos como "procomún", "hábitat" o "cultura educadora".

Quiere "repensar la ciudad, la cultura como espacio de cohesión social", aunque parece escéptico sobre la capacidad del nuevo gobierno, y de su propio trabajo, de operar el cambio. Se dice dialogante aunque "con mala leche" cuando hay que tenerla. No será, de todas formas, el malo de la película. En los próximos días, anuncia, se incorporará el consejero delegado de la empresa, encargado de gestionar la parte económica. 

P. Estando, como dice, “medio jubilado”, ¿por qué acepta la propuesta?

R. Llego a Madrid a principios de año, por motivos personales, y la ciudad me acoge con unas nuevas políticas con las que me siento plenamente identificado, más allá de militancias concretas, que no las tengo.No les podía decir que no, y para mí es un regalo aceptar un reto que, al menos en el plano teórico, vamos a plantear con contundencia.

P. ¿Y en la práctica, será posible?

R. Utilizaba tres verbos que empiezan a ser cuatro: reafirmar, renovar y revolucionar. Hay cosas que, efectivamente, van a ser muy difíciles de cambiar, pero vamos a intentarlo. Hay cosas que tienen muchísimo valor y que habrá que reafirmarlas, y hay nuevas directrices que señalaremos como verdaderamenute innovadoras.

P. ¿Y el cuarto verbo?

R. Cuando he visto algunos equipamientos, restaurar. Y reajustar presupuestos, reajustar la economía de la empresa…

P. Porque Madrid Destino no es solo parte de la administración, es una empresa. ¿Sabe o intuye dónde se está metiendo?

R. Las empresas no son ni buenas ni malas, lo que hay que ver es qué políticas ha desarrollado esa empresa. Ahí es donde el consejero hará un análisis y tomaremos las medidas necesarias.

Es cierto que cuando se constituye una empresa como sociedad anónima, o una Fundación, se hace para superar el inmovilismo y dar el nervio que necesita la cultura, trabajar con distintos agentes. Nos pagan por ser servidores civiles y por hacer que los equipamientos públicos estén al servicio de los ciudadanos creadores y de los ciudadanos espectadores. Nos va a costar, pero deberíamos hacerlo.

P. ¿No se plantean, entonces, cambiar la estructura empresarial de Madrid Destino?

R. Ahora no. Pero vamos a pensarlo, porque tenemos que hacerlo en consonancia con las directrices generales del área y con las orientaciones políticas que marque el propio gobierno municipal. Y no solamente la Concejalía de Cultura, sino también Participación, el Área Social…

P. La segunda parte del nombre de Madrid Destino es “Cultura, Turismo y Negocio”. ¿Se siente identificado con esta definición?

R. En absoluto. Es verdad que la cultura es parte de la economía productiva, pero tenemos que inscribirla en un tipo de economía que se fundamente en su valor social. Por supuesto que en muchos casos habrá que pagar entrada, pero no las que se pagan ahora. Por supuesto que podemos generar una relación de cordialidad con muchos patrocinadores, pero hay que equilibrar la política económica de la empresa. No podemos hacer como hasta ahora, que es ponerlo todo en venta a cualquier precio y en cualquier condición. Lo lógico sería que desapareciese la palabra negocio.

P. Uno de los aspectos negativos de la constitución como empresa es el de la falta de transparencia. ¿Qué van a hacer al respecto?

R. Es una empresa pública, y debe ser transparente. Vamos a hacer públicos todos los contratos. Además, vamos a hacer un auditoría del personal y de los salarios… Hay sueldos muy altos y sueldos ínfimos con contratas externalizadas que no son permisibles.  

P. Una de las críticas a Madrid Destino ha sido la forma de nombrar a los gestores de cada espacio, básicamente a dedo.

R. Vamos a analizar cómo se han hecho los procedimientos en cada caso, y cuando analicemos la situación de la empresa veremos cuál es la situación de los cargos directivos, qué objetivos tenían y tienen, y ver si esos objetivos se van a ir cubriendo igual.

P. ¿Nadie tiene que temer por su puesto en los próximos meses?

R. Las primeras decisiones que se han tomado en relación a destituciones, por motivos políticos, ya se han hecho. La segunda parte, en base a las decisiones programáticas, están en el aire. Y se hará de una forma colegiada y argumentada, no va a ser: 'No me gusta fulano, fuera'.

P. Cuando se habla de la gestión cultural municipal, se suele reducir a la gestión de espacios. En el caso de Madrid, muchos están vacíos y algunos no tienen un proyecto claro. ¿Cómo se va de una gestión de espacios a una gestión de contenidos?

R. Yo me estoy dando paseos por los espacios y llego a casa con vértigos. Hay espacios infrautilizados, pendientes de reformas arquitectónicas... Igual llegamos a la conclusión de que no hay recursos para mantener tantos equipamientos y tenemos que llegar a acuerdos de cesión. Hay movimientos sociales culturales que podrían gestionar pequeños espacios. ¿Por qué no? Una especie de modelo Tabacalera [colectivo madrileño al que el Ministerio de Cultura cedió parte de un edificio]. Hay muchas experiencias privadas con vocación pública. Además, estos grupos trabajan de una forma más autónoma y ligera que los grandes equipamientos.

P. Habrá empresas que hasta ahora han sido adjudicatarias del Ayuntamiento, y artistas que hasta ahora han tenido una relación frecuente con la política municipal, que tendrán miedo…

R. ¿Miedo por qué? Vamos a trabajar con muchos colectivos distintos, mucha gente. No lo voy a decidir yo, no soy un Luis XIV que impone el jacobinismo cultural. Yo voy a hacer de mediador, que es lo que hasta ahora he hecho bien.

P. Bueno, cuando se da espacio a los que han estado fuera de la cultura institucional, es lógico pensar que se le quitará a los que han estado dentro.

R. Vamos a tratar de hacer un retrato del ecosistema, y no solo del sistema. Mucha gente ha estado fuera porque el sistema produce lobbies, grupos de influencia, que tendremos que ver qué sentido tiene que estén ahí.

P. ¿Qué modelos dentro de la estructura municipal le parecen válidos?

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R. Me gustan Intermediae, Medialab, en algunos momentos concretos la programación del Español… En el Matadero hay iniciativas interesantes, pero no todo tiene que ir en torno a la creación contemporánea. ¿Por qué no poner una guardería, o una cancha de baloncesto? Que se cree una economía social en torno a la cultura de la bicicleta, de la alimentación, del otro vestir… me parece tan contemporáneo como un cuadro de Tàpies, aunque me querrán matar por decir eso. Pero son especulaciones que yo tengo. Dadnos unos meses.

P. Hacer cultura en el Ayuntamiento de Madrid tiene también una dimensión nacional, al menos en proyección. ¿Buscan que sea un escaparate para esta forma de gestionar?

R. El Gobierno de Madrid quiere ser ejemplar en muchos ámbitos, en este también. Y ojalá se pueda trabajar con Barcelona, o con Sevilla. Me encantaría que pudiéramos hacer todo este programa con aquellos partidos que entiendan la cultura como bien social. Creo que el partido socialista lo podría hacer perfectamente porque he trabajado con ellos. De manera que, aquello que nosotros intentemos, si no sale bien por lo que sea, porque las gobernanzas se alternan, el partido socialista podría asumirlo como propio. Dudo que el PP lo pudiera hacer.

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