Festival de San Sebastián

La española ‘Truman’ sobresale en un inicio muy diverso de la competencia donostiarra

La española 'Truman' sobresale en un inicio muy diverso de la competencia donostiarra

infoLibre | Noticine

Hay festivales que se organizan para programar películas con algún denominador común en la misma jornada. No es el caso del Zinemaldia donostiarra, que no pudo empezar su competencia oficial este sábado con un cocktail más diverso, desde lo sublime de la hispano-argentina Truman a lo infumable de la belga-franco-española Evolution, pasando por una del británico Terence Davies, Sunsent Song, sólo para aficionados. Bueno, bien pensado sí existe algo que las une: las tres se estrenaron antes en el Festival de Toronto que aquí en San Sebastián.

Aplausos merecidos al final de la primera cinta a concurso de esta edición, Truman, del director catalán Cesc Gay, una película muy esperada, interpretada por Ricardo Darín, Javier Cámara y Dolores Fonzi, entre otras muchas caras conocidas del cine español y argentino. El cineasta catalán, que se ha ganado un prestigio y una fidelidad en el público gracias a sus películas, generalmente algo más corales que ésta, trata un difícil y delicado tema en la historia de Julián (Ricardo Darín), un actor argentino afincado en España que ve próxima la muerte por un cáncer terminal, cuando recibe de forma inesperada la visita de Tomás (Javier Cámara), que vive en Canadá y que intentará complacer a su amigo en todo lo que pueda para suavizar una circunstancia tan terrible y dramática.

Julián se siente sobre todo angustiado ante la proximidad de su fin por su fiel amigo Truman, cuyo destino será incierto puesto que vive solo. Intentará darlo en adopción y encontrarle una familia adecuada, dejando de lado su enfermedad y viviendo su tiempo restante con libertad, sin dramatismos, ni victimismos, erigiéndose en una especie de héroe anónimo y demostrando un coraje y entereza fuera de lo común, incluso bromeando con situaciones que a cualquier otro sumiría en una absoluta depresión y pánico.

Truman disfruta de interpretaciones de palmarés (las de Darín y Cámara, con una muy especial complicidad y química entre ambos que traspasa la pantalla), pero va mucho mas allá al mostrarnos la relación de Julián con su compañero canino, una relación estrecha de un hombre que vive sin familia ni pareja y que ya esta de vuelta de todo, que tiene un hijo en Holanda, pero que a su vez en Truman tiene otro hijo, una gran responsabilidad adquirida que no quiere dejar en manos de cualquiera.

Y esa relación del personaje consiguió traspasar la ficción en el caso de Darín y Truman, como quedó patente en la rueda de prensa de la cinta, en la que Darín contó que el perro murió hace tres meses y el actor argentino no pudo reprimir su enorme emoción ante los medios, teniendo que ponerse las gafas de sol para ocultar sus lagrimas y su dolor al recordar a este "compañero" en el set. Su conexión ante la cámara contribuye a hacer grande, entrañable y creíble esta historia, como también ocurre con Javier Cámara, al que no conocía pero con el que también consiguió una compenetración importante. Según Darín lo suyo fue "amor a primera vista".

Todos recuerdan con cariño ese rodaje en el que se derramaron, según sus propias palabras, "lagos de lagrimas". Esta cinta se ha estrenado en el último festival de Toronto donde ha tenido muy buena acogida. Ya han firmado distribución en muchos países, incluyendo los latinoamericanos, y se está negociando para EEUU.

Este proyecto, que el director dejo aparcado por un tiempo para rodar Una pistola en cada mano, ha podido por fin ver la luz, un tema que no queremos afrontar por temor y cobardía absolutamente comprensibles, pero que esta vez se muestra en la pantalla desde otro enfoque, con desdramatizacion pero tocando profundamente a cada espectador, en sus fibras correspondientes, que pueden ser mayores o menores dependiendo del bagaje de cada uno.

Truman es una película íntima, centrada en sus protagonistas, sin adornos ni artificios, remarcando las magistrales interpretaciones y un guión sobresaliente. Es una historia que enseña a ver las cosas desde otro punto de vista, muy valiente y distinto. Una cinta ineludible por su delicadeza y milimétrica medida, al ser emotiva sin caer en el melodrama fácil y divertida sin perder gravedad y autenticidad, que merece sin duda formar parte de los elegidos del palmarés de esta 63 edición.

No tiene esa misma virtud la británica de Terence Davies, Sunset Song, un nuevo filme que como sus anteriores coincide en una narración muy pausada y en el que la música, sobre todo las canciones, tienen un peso fundamental en la historia, en este caso basada en la novela del escritor escocés Lewis Grassic Gibbon, que se sitúa en la localidad de Aberdeen, a principios de 1900.

Una familia humilde de cuatro miembros vive de lo que les da la tierra. La historia se transmite en la pantalla a través de una de las hijas de la familia y se desarrolla al principio de la Primera Guerra Mundial.

El cine de Davies no evoluciona ni engaña, tiene un lazo de continuidad bastante alejado de lo que llamaríamos un cine comercial. En este caso, Sunset Song gustará a esa minoría amante del cine de autor lento y contemplativo, con interpretaciones destacables y una fotografía repleta de imágenes bellísimas, para que finalmente acabe de una forma algo abrupta. Pero incluso esto algunos lo han pasado por alto y han aplaudido la cinta de este director.

Como colofón final a la competición de este sábado, contemplamos absortos e incrédulos la proyección de Evolution, una especie de filme de ciencia ficción surrealista coproducido por Francia, Bélgica y España, que en principio prometía al leer una sinopsis que desde luego no se acerca mucho a lo que más tarde se ha podido contemplar como cinta a concurso de un festival de cine internacional.

Dirigida por Lucile Hadzihalilovic, "la acción mutante" se desarrolla en una isla apartada de la civilización convencional, donde unas madres con aspecto de alienigenas, que viven en la más absoluta austeridad con sus hijos, solas en el mundo, y que luego el espectador descubrirá que llegan a ser seres del mar, camuflados en mujeres aparentemente normales si no nos dejamos llevar por la primera impresión, que manipulan a esos "hijos" (niños varones de no mas de 10 años de edad) para que se repliquen en más seres semihumanos. A los chiquillos los llevan a un extraño y decadente hospital y allí los someten a unos oscuros tratamientos para poder llevar a cabo esa reproducción evolutiva.

¿Cine de autor? Sí, con unas imágenes marinas recurrentes a lo largo de los menos de 90 minutos que dura esta cinta, que puede que alguien también vea como una arriesgada experimentación cinematográfica, pero que al común de los mortales le parece una masturbación mental de escasísimo interés, sin pies ni cabeza. El caso es que hubo abandonos en su proyección y pitidos a su finalización, mezclados con aplausos, suponemos que de cortesía por encontrarse su directora y el equipo de la cinta en el auditorio Kursaal durante su proyección.

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Por otro lado, también este sábado, en el museo de San Telmo se entregó el Premio Nacional de Cinematografía al director Fernando Trueba, ganador del Oscar con Belle epoque y uno de los cineastas más versátiles del cine español. El ministro de Cultura fue el encargado de entregarle el merecido galardón a este hombre libre, que ha dirigido películas que ya forman parte de la historia del cine ibérico, como El año de las luces, Calle 54, Ópera prima o La niña de tus ojos, de la que ya hace tiempo esperamos segunda entrega.

Fernando fue un 'chico malo' en su discurso y comentó –con libertad y ese desparpajo e inteligencia que le caracterizan– que no se se siente español y que lo de la "nación" nunca ha ido con él, que casi siempre le ha gustado mucho más lo de fuera. Que le gusta más Shakespeare que Cervantes y que prefiere los blues a cualquier otro tipo de música patria. También contó con sorna la historia ya conocida de cómo Alfonso XIII encargó la realización de muchas cintas pornográficas de la época y que el arte siempre ha sido más pornográfico que otra cosa, porque lo correcto es aburrido. Comentó también que él apuesta por un Instituto Nacional de lo Audiovisual que no dependa del Estado y de unas televisiones "que sean de verdad públicas".

El director galardonado fue "políticamente incorrecto", y eso es siempre de agradecer. Una crítica libre, fresca, sincera y maravillosa de un hombre que sí tiene claro que ama el cine.

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