Teatro

Las abuelas que dieron un portazo (y las que no)

Belén de Santiago (Nora), en 'Nora 1959', de Lucía Miranda.

Carmen se marchó. Como en Casa de muñecas, aunque con 80 años de diferencia. Pese a que era 1959, pese a que su marido podía denunciarla por abandono del hogar, pese a que no podía pedir un préstamo ni trabajar fuera de casa sin el permiso de su esposo—o precisamente por todo eso—, Carmen se marchó. Aunque tras su partida se presagiara el sufrimiento y la condena social. Carmen dio un portazo.

La directora y dramaturga Lucía Miranda es la nieta de Carmen. Y Nora 1959, el homenaje a su abuela. Una adaptación de la obra de Henrik Ibsen situada en el franquismo que lleva hasta el 22 de noviembre al Centro Dramático Nacional (CDN). "Veía Casa de muñecas y necesitaba contármelo a mi manera. Me acordé de mi abuela y me la vi allí, con veintitantos o treintaipocos, llevándose a sus dos niños, y me dieron unas ganas inmensas de abrazarla. Pero no estaba allí para hacerlo", recordaba la dramaturga y directora en la presentación de la obra el pasado miércoles. 

Lo que comenzó siendo un proceso de investigación familiar, fue tomando forma de reflexión sobre todas esas mujeres sometidas durante 40 años de franquismo no solo a la voluntad del régimen, sino a la de sus padres y maridos. Y terminó siendo la última obra de su compañía, The Cross Border Project. Para Miranda, Nora 1959 tiene una indudable vocación restitutiva: "Ha llegado la democracia, pero siguen tantas cosas sin limpiarse... Las mujeres, que durante 40 años han sido ciudadanas de segunda categoría, siguen siendo ignoradas en la historia". Había que darles voz, y con urgencia: "Teníamos otros proyectos, pero los pausamos porque dijimos: 'Se nos van a morir. En 10 años, no podremos preguntarles a ellas".

El proceso de investigación —llevado a cabo gracias al sistema de residencias de la sala independiente madrileña Lazonakubik— tenía que incluirlas. Contactaron con un grupo de vecinas de en torno a 80 años, con las que realizaron dos sesiones de trabajo en la biblioteca de Usera basándose en el trabajo de Miranda, especializada en teatro documental y el teatro aplicado. Pero había un problema. Estaban dispuestas a compartir sus historias, como aquella mujer a la que trataron tan mal en un banco por no llevar el permiso de su marido para sacar dinero, que no volvió a pisar una oficina hasta la democracia. Pero no querían ser grabadas: "No tenía solo que ver con la tecnología, sino con el miedo a hablar con libertad", explicaba la directora. Al final, tuvieron que entrevistar a las abuelas de los actrices y actores (Nacho Bilbao, Ángel Perabá, Rennier Piñero, Efraín Rodríguez, Belén de Santiago y Laura Santos). 

El elenco de 'Nora 1959' en un momento de la obra. / PEDRO GATO (CDN)

En torno a ellas había, sobre todo, silencio. La compañía contactó con distintas historiadoras, y todas les devolvían el mismo veredicto: la situación de la mujer en el franquismo es todavía un terreno por explorar, una laguna en los estudios histórico-sociales. "Encuentras mucho más sobre la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera y todo el sistema político alrededor de la mujer que sobre su vida interior", cuenta Miranda. Para suplir esa falta, la directora se apoyó en tres pilares: Carmen Martín Gaite, Elena Francis y la radio

De la primera, tomó Desde la ventana: enfoque femenino de la literatura española (1987), un relato de "mujeres ventaneras" condenadas al encierro del espacio privado que también reflejó en Entre visillos (1958). La segunda le sirvió para comprender, desde su consultorio sentimental, "las preguntas, de las dudas, de los miedos de estas mujeres". La tercera le ha servido para crear el espacio sonoro de la pieza, como principal marca de la época y como elemento que estructura toda la narración.

Gran parte de los laboratorios que ayudaron a conformar la pieza se centraron en recrear el sonido radiofónico de la época. A las clases de la experta en ficción radiofónica Sara Ruiz y de Nicolás Jackson, creador del programa Ficción Sonora del CDN, se sumaron los talleres realizados en la Cadena SER, en los que los radioyentes enviaron sus canciones favoritas de la época y donde exploraron las posibilidades dramáticas del consultorio de Elena Francis. El mundo de Nora está formado por el serial En busca del culpable, la novela Ama Rosa y las canciones de Celia Cruz, Juanito Valderrama, Concha Piquer o José Luis y su guitarra.

"Estás hablando como una niña ignorante y absurda", ruge Torvald detrás de su fachada de hombre bueno. Recuerda a Nora sus deberes "sagrados" con él y con su hijo. "Tengo deberes igualmente sagrados conmigo misma", responde ella. La vigencia de las palabras de Ibsen son casi dolorosas. Más, una semana después de la marcha del 7-N contra la violencia machista, y tras cinco días que han dejado cinco asesinadas por sus parejas o exparejas. ¿Hay algún hilo que una aquella y esta violencia? "Tiene toda la conexión", dice la directora, "Ellas vivieron un machismo legitimado por el régimen franquista, y nosotros vivimos otro tipo de machismo y de control, en distinta manera y grado. Muy a menudo soy consciente de que algo me sucede por ser mujer".

Si la Nora de 1879 se marcha de casa de un portazo, dejando a Torvald suspendido en la extrañeza, la Nora de 1959 sale por la ventana. Un final más esperanzador coronado, además, por un epílogo luminoso. Se apagan los focos y solo está, de nuevo, la radio. De ellas salen las voces de esas abuelas que vieron secuestrada su libertad durante 40 años. "Cuando he cumplido los 80 años ya dije yo: 'Ya está bien de obedecer", se escucha. Querrían haber estudiado Magisterio. Haberse sacado el carné de conducir. Y aún están a tiempo: "Ahora se me ha ocurrido a mí que yo quiero montar en bicicleta. Con 87 años", dice otra, entre risas. 

El equipo esperaba otra cosa. Que al preguntar a sus abuelas por sus grandes sueños frustrados, estas hablaran de proyectos inalcanzables, de azañas gigantescas. No. Habla Miranda: "Nos hemos dado cuenta es que la libertad está en las cosas pequeñas. Y eso nos hace pensar que hay que cuidar muy mucho cada parcela. Andar sola por la calle, tomar un café con mis amigas, decidir qué libro leo o coger la maleta e irme a cualquier país es hacer un uso maravilloso de mi libertad".

Más sobre este tema
stats