Literatura

Banville crea a su personaje más “monstruoso” en la novela ‘La guitarra azul’

Banville crea a su personaje más "monstruoso" en la novela 'La guitarra azul'

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El autor irlandés John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, retrató a su personaje más "monstruoso" en La guitarra azul(Alfaguara/Bromera), una novela sobre el egoísmo del amor.

En una entrevista con Europa Press, el autor asegura que el protagonista, Oliver Orme, es su pequeño monstruo: "No creo que sea capaz de crear uno nuevo", y afirmó que lo único que le salva es su sentido del humor, del ridículo y que se ríe de sí mismo.

Orme, casado con Gloria, posee a la joven Polly, mujer de su amigo Marcus, en un cuadro amoroso que le llevará a refugiarse temporalmente en el hogar de su infancia, y que será un viaje dentro de sí mismo en busca de redención.

Oliver, que vive atrapado entre la realidad y su propia representación y "no entiende nada", es un narcisista porque es un hombre: "Los hombres no crecemos nunca, somos incapaces y vamos por el mundo vagando como bebés de talla grande buscando siempre a nuestras madres y el calor de sus pechos", afirma el autor.

Sobre la génesis de la historia, éste explica: "Me recuerdo ya en medio del proyecto, aunque sé que empecé con unos personajes", y mantiene que tiene la costumbre de no terminar nunca una novela sin tener otra en la cabeza, para evitar el pánico del vacío.

Este proyecto, que le ha llevado exactamente tres años menos tres días escribir, lo ha intercalado con otras novelas: las de género negro, que escribe con su alter ego Benjamin Black: "Odio el verano. Lo mato escribiendo novelas como Benjamin".

"Creo que todo amor es amor a uno mismo, un amor egoísta", apunta el autor, quien ironiza sobre los primeros estadios, en los que todo está a flor de piel, una tensión y actitud que resultan indeseables para toda la vida.

Un tema común para Banville, el pasado y su recreación, regresan en esta novela aunque sin la pretensión de comprenderlo: "Siempre me ha fascinado por qué el pasado, que una vez fue presente, es tan importante y por qué tiene tanta luminosidad y brillo".

Oliver también es un cleptómano, de pequeños objetos y de otras vidas, un tema sobre el que el autor sentía curiosidad especialmente por la erótica de robar algún objeto, "frío, que está dejado de la mano de Dios, frío, y que al cogerlo con la mano cobra calor".

"Todo artista, especialmente el novelista, es un ladrón. Se pasan la vida robando miradas, colores de ojos, andares... Y al final hacen una mezcla, un 'frankenstein' que acaba siendo la novela", afirma Banville.

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La novela es una comedia porque su personaje vive en una especie de infierno inventado por sí mismo: "Siempre he pensado que la risa de los condenados es la que más se deja sentir de todas. No te imaginas gente riendo en el cielo".

El autor, también ganador del prestigioso Premio Franz Kafka en 2011 y el Premio Booker en 2005, asegura que siempre ve sus novelas como un fracaso: "En una jardinera la gente ve las flores, pero por debajo están destrozadas, con hojas mustias, y así es como se ven a sí mismas".

El autor, que escribe a mano cuando es Banville –para ajustar la resistencia de pluma a la velocidad de la trama– y a máquina cuando es Black –porque necesita velocidad–, tiene entre sus próximos proyectos una compleja historia de misterio ambientada en la Praga de 1600 –como Black– y una "posible secuela 'Retrato de una dama', de Henry James" –como Banville.

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