Festival de Cannes

Oliver Laxe, director de ‘Mimosas’: “España es un espacio de bastardía ancestral”

Oliver Laxe, director de “Mimosas”: “España es un espacio de bastardía ancestral”

Noticine.com | infoLibre

El primer (y quizás único) premio a un director iberoamericano en el Festival de Cannes ha llegado de mano del gallego Oliver Laxe. Su película Mimosas se hizo el jueves con el Gran Premio de la Semana de la Crítica, uno de los más prestigiosos del certamen, conocido por señalar a nuevos valores del cine de autor. A sus 34 años, Laxe se convierte en el tercer español en hacerse con el galardón, después de Icíar Bollaín (1999, con Flores de otro mundo) y Antonio Méndez Esparza (2012, con Aquí y allá). 

El cineasta, único iberoamericano en la sección, regresaba con su segundo largometraje al certamen de la Costa Azul donde hace seis años se llevó el premio FIPRESCI de la crítica internacional por Todos vós sodes capitáns. En esta ocasión, se adentra en el Atlas marroquí para contar una poética historia sobre la naturaleza, la vida y la muerte. Noticine.com habla en exclusiva con él poco antes de hacerse público el premio.

Pregunta. ¿Qué significa para usted volver a este festival, el mismo en el que debutó con premio?

Respuesta. Me gusta, yo soy muy defensor de Cannes. Me parece que hay una plaza para todo el mundo, es como un reflejo del mundo en el que vivimos. Hay mucho plástico y mucha mentira, pero también hay mucha verdad, hay mucha luz, hay espacio para películas desalmadas y con alma. De todas formas, tampoco tengo muchos elementos de comparación. No he ido a otros festivales: no he estado en Venecia, no he estado en Berlín, no he estado en San Sebastián...

P. ¿Piensa quizás en volver a casa otra vez con premio?

R. Prefiero pensar en otro tipo de recompensa, un capital simbólico, es decir, facilitarte próximos rodajes y de alguna manera legitimar el trabajo hecho, abrir puertas. No he oído hablar sobre el dios del cine, no creo que dependa de los premios el hacer las próximas películas. Hacer esta película ha sido muy complicado, nos ha llevado seis años y la verdad es que nos hubiera gustado hacerla en menos tiempo, pero hemos entendido que tenía que hacerse así, es decir. Ha sido un gran aprendizaje, un gran viaje.

P. ¿Qué es lo que le parece tan fascinante de la cultura marroquí, un país que conoce muy bien?

R. Precisamente es que se parece a mi cultura. Yo soy hijo de campesinos gallegos. Mi familia es de un linaje de agricultores y he encontrado en Marruecos una continuidad con eso, los mismos valores, la misma aceptación de ser pequeño en este mundo. Me he sentido como en casa. Hay que tener en cuenta que España es un espacio de mezcolanza, de bastardía ancestral. Es un sistema en el que es fácil tener una conciencia mestiza y abierta.

P. Usted que ha vivido y trabajado en esa Galicia profunda y en el Marruecos rural, ¿No le pone nervioso de repente estar aquí, en esta feria de vanidades, presentando su película?

R. Aun a riesgo de parecer soberbio, siéndote sincero, me he sentido tranquilo. Obviamente quieres que la película funcione, pero creo que soy un cineasta y que mi trabajo se hace con mucho sacrificio y creo que merezco una plaza aquí. Intento no estar eufórico, lo intento vivir con naturalidad y lo tengo muy desacralizado. No se acaba el mundo en Cannes, y hay películas que se hacen fuera de este festival que son de una belleza escandalosa.

P. ¿Cómo se calificaría, más como gallego o como ciudadano del mundo?

La verdad es que lo de ciudadano del mundo suena fatal, suena a Manu Chao. En el fondo un artista es un extranjero del mundo, ve las cosas con distancia, no tiene casa, yo me siento un viajero.

P. ¿Considera que su cine podría calificarse de humilde y sin pretensiones?

R. Mi cine tiene muchas pretensiones... Es poco humilde, porque yo tenía demasiadas intenciones. De hecho ha sido una ambición que casi se carga el proyecto, el rodaje ha sido muy complicado. Humilde sí ha sido en el sentido de que los personajes son ricos, ya que aceptan su camino, pero la temática y la producción es muy pretenciosa: el tema de la religión en un contexto de Islam hoy en día es casi un suicidio. Creo que para nada hemos sido conservadores, creo que hemos sido muy valientes.

P. ¿Cual diría entonces que es el objetivo final de Mimosas? Mimosas

R. Quería hacer una película que exigiera al personaje y al espectador lo mismo: ver el mundo desde otro nivel de percepción, una percepción que no fuera racional o lógica. Y esto es lo que le pasa al personaje, cuando todo se trunca, él dice que conoce el camino. Es un personaje pícaro, que sólo busca sobrevivir y transcender esa condición de pícaro. Es un hombre que se da a su intuición, intenta ver más allá de lo material. Eso también es lo que le pedimos al espectador: ver más allá de la narración, del relato, que son importantes, pero también saber que una película no hay que entenderla, hay que sentirla. He intentado evocar lo inefable, lo extraordinario, lo divino a través del misterio de las imágenes y esto es lo que espero haber conseguido.

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P. ¿Habrá que esperar seis años más para ver su tercera película?

R. Estoy con dos proyectos, el primero más pequeño, con los alumnos de mi universidad. Vamos a grabar una película en Galicia, vamos a estar cuatro o seis meses en la casa de mis abuelos, que está en un valle perdido, y queremos hacer un retrato de lo que es Galicia. Además, en paralelo voy a llevar un proyecto más ambicioso, una road movie psicodélica en la que voy a mezclar comunidades ortodoxas con punks amantes del trance y de las raves. Una road movie de estos punks que viajan hasta Mauritania en camiones tuneados en busca de fiesta. La idea resumida seria como un Mad Max con alma.

© Carolina G.Guerrero (Cannes)-NOTICINE.com

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