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Libros

Envidia de Francia

Librería parisina.

Cuando el visitante se baja en la estación de metro de St Michel, en pleno centro de París, le asombrará la multitud de turistas agolpados en la glorieta junto al Sena. Pero también las mareas de jóvenes que caminan sorteándoles, con una dirección muy clara. Se dirigen a la decena de librerías de la plaza, que ofrecen desde los últimos best-sellers hasta libro de bolsillo o de segunda mano, además de manuales especializados de todo tipo. No es azaroso que uno de los centros de la capital sea un constante bullir de páginas. Su industria editorial, al igual que otros sectores culturales, son la envidia de Europa. Ahora que Francia es el país invitado a la Feria del Libro de Madrid, que se inaugura el próximo viernes, nos preguntamos qué nos separa de la buena salud del libro galo. 

Más lectores, más libros

Además del paisaje, están los números. En Francia se compran 422 millones de libros al año, frente a los 226,5 millones que se venden en España, según datos de 2014, y su cifra apenas decreció en un año, mientras que la nuestra cayó un 8%. Es cierto, el país vecino tiene más lectores... casi obligatoriamente, porque nos superan en 20 millones de habitantes. Pero siguen ganando: si ellos pagan 6,3 libros por cabeza, nosotros rozamos los 4,8. Si el lector imagina que los franceses leen más, está en lo cierto: allí ojean 15 libros al año y aquí nos quedamos en 8,6. El resultado es que solo el 13% de nuestros vecinos no ha leído ningún libro en el último año, mientras que es el 35% de nuestros pares quien confiesa no leer nunca, o casi nunca. 

Todo esto crea una riqueza inmaterial —14 premios Nobel frente a 5, más el nacionalizado Vargas Llosa, por ejemplo—, pero también riqueza a secas. Solo el sector editorial da trabajo a 20.000 franceses, a los que hay que sumar otros 80.000 de toda la industria. Aquí son 12.400 los que se ganan el pan con la tinta. Y si en España las librerías y casas de edición contaron en 2014 2.195 millones de euros en sus arcas, sus compañeros franceses sumaron 400 millones más. Los escritores galos estarán contentos: de esa cantidad, ellos se quedaron 438 millones de euros en derechos de autor. Los españoles se repartieron 161. 

"Reconocimiento del Estado"

Si algo envidian los editores de Francia es el "reconocimiento del Estado". Es decir, las ayudas tal y como las define José Mª Ávila, director ejecutivo de la federación de gremios de este oficio. "No se trata tanto de la cuantía, sino de lo que significan", explica. Significan un mayor apoyo, "un ecosistema muy favorable" que se evidencia, para él, en la batalla que ha librado el Estado para que el libro electrónico tenga el mismo IVA reducido que el papel, contra el criterio europeo, que finalmente ha rechazado su propuesta. "Los políticos hablan de libros, van a las librerías, suelen escribir libros. Hay simpatía por el sector", asegura.

Pero la cuantía también pesa. Y la red de instituciones que se dedican en Francia a la promoción de la lectura. Está el Centro Nacional del Libro, la estructura más poderosa, dependiente directamente del Ministerio, que apoyan a librerías y casas de edición, pero también a traductores, escritores, proyectos digitales y organizadores de actividades. En 2014, dedicó 30 millones de euros a todos ellos. Pero está también la Asociación para el Desarrollo de la Librería de Creación, que se dedica a hacer viables los establecimientos más frágiles desde 1988. Ha ayudado, a lo largo de su historia, a 467 librerías con 37 millones de euros. Pero también están las Direcciones regionales de Asuntos Culturales, que distribuyen ayudas a la publicación. 

¿Y en España? Básicamente, está el Ministerio, cuyas seis partidas de ayudas —a la edición, a la traducción, a entidades sin ánimo de lucho, a revistas, a la promoción de las letras— sumó 2,4 millones de euros dedicados al libro. Sirva de ejemplo que las ayudas a la edición, que aportan 990.000 euros para la edición de 275 títulos. "Con lo que se ha recortado, hacen lo que pueden", se lamenta Rubén Hernández, del sello Errata Naturae. Él y sus compañeros cuentan con unos 3.600 euros por libro para apoyar la salida de entre 1 y cinco títulos al año. Más allá de los Pirineos, la subvención va de 500 a 35.000 euros. "Esto lo que hace es sofocar el riesgo. Entiendo que un mayor apoyo significa que pueden hacerse proyectos más importantes, con mayor riesgo, que una editorial pequeña no se atreve a hacer y a lo mejor no entra en el proyecto de las grandes", explica Hernández. 

Pero peor lo tienen las librerías españolas. Los parlamentarios aprobaron en junio una proposición no de ley de ayuda a estos comercios... pero sin dotación económica por las enmiendas del PP. Las subvenciones que han recibido este año son para la "la revalorización cultural y modernización" de los locales, de las que se beneficiaron 39 librerías con 3.000 o 6.000 euros. Punto. En Francia, 386 negocios recibieron 4,97 millones de euros, y pudieron optar también a la concesión de créditos sin intereses o 5 millones de euros reservados a dificultades con tesorería. "¿Qué es lo que permite esto? Que cuando vas a Francia veas una red de librerías muy bien implantadas, con mucho fondo, incluso en ciudades pequeñas", apunta Hernández. 

Diversidad editorial

Revancha del corralito

Revancha del corralito

Volvamos a St Michel. Sobre la marea de lectores jóvenes a la búsqueda del próximo bouquin se lee el cartel amarillo de la librería Gibert Jeune, la principal cadena parisina dedicada al libro de bolsillo y ocasión. El bolsillo, con colecciones tan señaladas como Folio, que publica a autores consagrados clásicos o contemporáneos, y sellos que tienen sus novedades en este formato meses después de su salida en tapa dura, supone 103 millones de ejemplares vendidos al año, un cuarto del total. En España solo se venden 14 millones de libros de bolsillo, aunque, según Ávila, esto se compensa con el libro de quiosco (coleccionables o de venta con la prensa), que factura 80 millones de euros. Solo que este último ha caído un 55% desde 2010, sin que aumente tanto el libro de bolsillo. "Bueno, se va avanzando", responde. 

El libro de ocasión, con un precio medio de 4,5 euros, sigue en aumento en Francia. En este mercado se encuentran los ejemplares de segunda mano vendidos por particulares, pero también el stock de las editorialesstock que, dos años después de salir al mercado, puede reducir su precio. Lo mismo podría pasar en España, que tiene una ley del precio fijo del libro muy similar a la francesa. "Nos falta el segundo mercado. A veces los almacenes se llenan porque el editor ve el libro que no vende lo ve como un fracaso", explica Ávila. Y añade que plataformas de venta como Iberlibro están abriendo mercado, que se encuentra aún muy lejos del francés.  

La abundancia de lectores permite también una bajada sustancial de los precios. Un lector español pagará de media 14 euros por una novedad ,mientras que uno francés desembolsará 11 (y con un salario mínimo que duplica el nuestro). Igual pasa con el de bolsillo y el electrónico. Así que quizás el lector coincida con las palabras de Hernández: "¿Que si me dejo algo en el tintero? Las lágrimas". 

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