Artes escénicas

Los centros del Ministerio de Cultura cargan con el peso del teatro público

Una escena de la obra de teatro 'Reikiavik', de Juan Mayorga.

Los principales centros teatrales públicos se preparan para iniciar una temporada compleja. El Teatro Español (dependiente del Ayuntamiento de Madrid) está inmerso en un concurso público para elegir nuevo director mientras enfrenta las demandas del anterior, Juan Carlos Pérez de la Fuente. Los Teatros del Canal (de la Comunidad de Madrid) acaban de perder a Albert Boadella como rector artístico de sus salas, con toda la oposición reclamando que no se repita el dedazo que llevó al fundador de Joglars a ese puesto. Frente a ellos, el Centro Dramático Nacional (CDN) y la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC, ambos del Ministerio de Cultura) se adentran en el nuevo curso desde una posición mucho más cómoda que, sin embargo, peligra con el proceso de formación de Gobierno. 

Con la presentación, el martes, de la programación del CDN, se completa la imagen de lo que preparan los centros públicos para el curso 2016/2017. Algo especialmente relevante para el teatro español: en la última edición de los Premios Max, los Goya de las artes escénicas, las tres obras finalistas a la categoría de mejor espectáculo de teatro pasaron por alguno de estos cuatro centros —todos en Madrid, principal polo de producción teatral junto con Barcelona, y donde se concentra el grueso de las artes escénicas públicas—. Lo mismo pasó con la categoría de autoría teatral y actor. Obras señaladas como El alcalde de Zalamea, Reikiavik Reikiaviko La clausura del amor La clausura del amornacieron en sus escenarios, y contribuyeron a dar a conocer a los jóvenes autores de La piedra oscura, El señor Ye ama los dragones o 40 años de paz

La vuelta al cole de las artes escénicas se abrirá el 7 de septiembre con El cielo que me tienes prometido, el último trabajo de la dramaturga y directora Ana Diosdado antes de fallecer el pasado octubre. Ella es la "reina", explicaba Ernesto Caballero, director del centro desde 2012, de una baraja de espectáculos que abarca más de 33 obras, entre ellas, 13 producciones y 6 coproducciones. Una de las más destacadas es el homenaje a Poncela con Jardiel, un escritor de ida y vuelta, con versión y dirección del propio Caballero sobre los textos del autor (del 16 de diciembre al 12 de febrero). 

La cocina, de Arnold Wesker, dirigida por Sergio Peris-Mencheta (del 18 de noviembre al 30 de diciembre, el regreso del director de Un trozo invisible de este mundo); Las brujas de Salem, de Arthut Miller, dirigida por Andrés Lima (del 20 de enero al 5 de marzo; acaba de estrenarse en el festival Grec de Barcelona); Zenit, nueva obra de Joglars (del 22 de marzo al 9 de abril); o Refugio, de Miguel del Arco (del 28 de abril al 18 de junio). 

La Compañía Nacional de Teatro Clásico prepara su segunda temporada en el Teatro de la Comedia, la nueva casa que inauguraron hace ya un año. Y no le ha ido mal en esta sede: en la pasada temporada vendió más de 178.000 billetes, con una ocupación del 98%. El teatro de la calle Príncipe abre tarde, el 19 de octubre, y lo hace con El perro del hortelano en versión de Álvaro Tato (miembro de Ron Lalá y colaborador frecuente en la Compañía) y dirección de Helena Pimenta, gestora también de la institución. En enero le sucede la reposición de El alcalde de Zalamea, estreno del pasado año, con lo que, con dos obras, el teatro solucionaría temporada hasta febrero de 2017.  

Luego vendrían Las bodas de fígaro, de Beaumarchais, con dirección de Lluís Homar (en coproducción con el Teatre Lliure). Laila Ripoll versiona La judía de Toledo en marzo, y Gerardo Vera dirige Los sueños, de Quevedo, en conjunción con Juan Echanove, el mismo equipo que triunfó la temporada pasada con Los hermanos Karamázov. Cerrará mayo una versión de Alberto Conejero (descubrimiento del Centro Dramático) de Fuente Ovejuna, puesto en pie por la Joven Compañía de la institución. 

Ambas instituciones afrontan un período de tranquilidad: después de varios movimientos en los últimos años —las obras en el Teatro de la Comedia, el Valle-Inclán como nueva sede del Centro Dramático Nacional...—, tienen una dirección estable y unos recursos (reducidos) a los que se han adaptado. La única inquietud que perturba a sus direcciones es el nombramiento de un nuevo Gobierno. Si la entrada es inminente, se abrirían las discusiones sobre cambios en la cúpula de los centros. Si se alarga, podrían verse comprometidos los próximos presupuestos, que podrían prorrogar los del año anterior. Los centros funcionarán hasta diciembre con las previsiones de 2016, y en Ministerio dicen desconocer todavía los plazos para las de 2017.

Más compleja es la situación del Teatro Español, que en los últimos años se había convertido en una plataforma para creadores emergentes y propuestas alternativas. La salida de Juan Carlos Pérez de la Fuente y el nombramiento de sus sustitutos —uno para el Español y otras para las Naves de Matadero, dependientes hasta ahora del primero— dejará sin directores a los centros teatrales municipales hasta el 30 de septiembre. Las candidaturas presentadas al proceso público, que finaliza su primera fase este miércoles, solo tienen la obligación de prever una nueva programación a partir del 1 de enero de 2017.

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Y, aunque Pérez de la Fuente había hecho públicas sus apuestas hasta 2018 —con nombres como Luis Luque, Josep María Flotats o Juan Carlos Rubio, con versiones de textos de Racine, Shakespeare, Pérez Galdós o T. S. Eliot—, estas no aparecen en la web de las salas, que solo recogen el festival Frinje y tres obras del ciclo Los veranos de la Villa. 

La ausencia de Albert Boadella al frente de los Teatros del Canal quizás sea menos grave, pero la cuestión de fondo es más compleja. Si es menos grave, es porque la sala de la Comunidad de Madrid funciona más como un centro de exhibición que de producción, con lo que los posibles terremotos en su seno no implican sacudidas tan profundas para el tejido de las artes escénicas. En los últimos premios Max, fue la menos galardonada de las cuatro instituciones, con la presencia de espectáculos como 40 años de paz o El amor brujo.

Sin embargo, la expiración del contrato del director abre el debate sobre el modelo del Canal. Actualmente, los teatros están gestionados por la empresa Clece, del grupo ACS, propiedad de Florentino Pérez. En la práctica, Boadella compartía las labores de comisario con la compañía, porque por sí mismo no podía autorizar gastos ni contratos. La oposición de la Asamblea de Madrid —PSOE, Podemos y Ciudadanos— ha acordado solicitar que su puesto sea cubierto mediante concurso público. Pero eso no alterará la gestión privada de la sala, que por ahora cuenta con espectáculos como Un obús en el corazón (estrenada en 2014) recitales de El Brujo, ¡Ay, amor divino! (dirigida por Claudio Tolcachir) o Panorama desde el puente, de Arthur Miller, dirigida por Georges Lavaudant.

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