La Mostra de Venecia ha tenido en los últimos años
un innegable olfato para prededir ganadoras del Oscar en su jornada inaugural. De la mano de dos directores mexicanos,
González Iñárritu y
Cuarón, respectivamente con
Birdman y
Gravity, el certamen italiano dio en la diana y abrió sus puertas con la gratificación de la audiencia y un preámbulo prometedor para las posteriores jornadas. Como no hay dos sin tres, he aquí que en su 73 edición, el decano de los festivales del mundo descubre
otro joya destinada a brillar en unos meses en el Teatro Dolby de Los Angeles, precisamente la ciudad que ha sido retratada de manera inusualmente glamourosa por Damian Chazelle, en su
La La Land, el muy aplaudido drama musical que protagonizan una espléndida
Emma Stone y un brillante
Ryan Gosling.
Stone y Chazelle han acudido este miercoles a inaugurar una Mostra que este año por fin –el primero en la era de su director
Alberto Barbera– se ha mostrado permeable al iberoamericano, con cuatro películas de directores hispanos en la competencia oficial.
Damien Chazelle, el joven director independiente que logró cinco nominaciones al Oscar con su segundo largo,
Whiplash, de las que se materializaron tres, sigue profundizando en su segunda pasión, la música, motor de toda su obra, usando esa especial química entre Stone y Gosling, quienes ya coincidieron antes en
Crazy Stupid Love y la no tan lograda
Gangster Squad. Ellos aportan credibilidad a este homenaje al musical clásico de Hollywood, y no sería raro encontrarlos pronto en las quinielas para
la dorada estatuilla.
Pero, además, esta historia de amor entre una aspirante a actriz y un músico de jazz, tiene una tercera protagonista, la ciudad de Los Angeles, presente desde el título, fotografiada con glamourosa maestría por
Linus Sandgren, con una pasional paleta cromática y unos audaces movimiento de cámara que colocan la romántica trama en alas de la danza. El todo se enriquece con u
na banda sonora que incluye unas hermosas seis composiciones propias.
La La Land es sin duda un film para el disfrute visual y auditivo, la ensoñación y la esperanza. Lamentablemente no son ingredientes habituales en el actual cine estadounidense, demasiado ocupado en lo ruidoso y lo redundante. Puede que no sea lo más original que veamos este años en el Lido, pero rescatar lo mejor del pasado siempre se agradece. Sería difícil pensar en
un mejor despegue para los once días de festival.
La Mostra proyectará en los próximos días, como decíamos, cuatro películas iberoamericanas, de las que tres están habladas en nuestro idioma, por orden de programación
El cristo ciego, del argentino Christopher Murray (viernes 2); la coproducción argentino-española
El ciudadano ilustre, de
Mariano Cohn y
Gastón Duprat (domingo 4);
La región salvaje, del mexicano
Amat Escalante (lunes 5) y
Jackie, del chileno
Pablo Larraín (miércoles 7).
En otros apartados se verán también la española
Tarde para la ira, de
Raúl Arévalo (
Orizzonti); la argentina
Insperables, de
Marcos Carnevale (
Cinema nel Giardino); la colombiana
Pariente, de
Iván D. Gaona (Giornate degli Autori); la también colombiana
Los nadie, de
Juan Sebastián Mesa (
Settimana Internazionale della Critica) y la venezolana
La soledad, de
Jorge Thielen Armand (
Biennale College).