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Arte

Construyendo a Frida

'Frida posando. Xochimilco, México, ca 1941', de Leo Matiz.

Tres periodistas esperan turno en el Instituto de México, una sección de su Embajada en Madrid poco habituada a recibir la atención de la prensa. Su discreta fachada frente al Congreso de los Diputados suele pasar desapercibida para los visitantes, pero este miércoles varios grupos de turistas la miran curiosos. “Es el fenómeno Frida”fenómeno Frida, dice la galerista y comisaria Angustias Freijo entrando al edificio. Un cartel suspendido sobre la puerta blanca exhibe el rostro de la pintora mexicana. En el interior espera Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul, muestra de unas 55 piezas tomadas del archivo del reportero colombianoreportero colombiano que lleva meses de gira por España y sigue llamando la atención de los medios y el público.

“Es que es un fenómeno mediático, con todo lo que este término tiene de connotaciones positivas y negativas”, explica Freijo, responsable de la muestra. No es raro que el festival México se escribe con equis, organizado por la Embajada para celebrar su fiesta nacional, recurra a Kahlo (1907-1954), uno de los símbolos del país y la artista latinoamericana mejor cotizada de la historia. Pero lo cierto es que la exposición coincide con una nueva ola de interés por la pintora, cuyo rostro decora camisetas, bolsos e imanes para la nevera, además de haberse convertido en un tatuaje no poco frecuente. Las webs de tendencias indican cómo hacerse coronas de flores al estilo Frida, y marcas como Maya Hansen o Valentino se han inspirado en su estilo para la pasarela. En mayo de 2015, el New York Times publicó un artículo bajo el elocuente título de “Frida's moment” (“El momento de Frida”).

La exposición pretende, justamente, ir más allá de la popularidad de Kahlo para mirarla desde los ojos de un amigo y a través de un buen puñado de imágenes inéditas, la mayor parte nunca vistas en España y algunas de ellas recién rescatadas del fondo documental del periodista. Matiz (1917-1998) se encontró con Frida Kahlo y su marido, el muralista Diego Rivera, a principios de los años cuarenta, cuando era todavía un joven fotorreportero que había trabajado ya en su país para medios como El Tiempo y El Espectador, mucho antes de exponer en una muestra colectiva en el MoMA de Nueva York y de firmar sus trabajos más famosos. 

La mirada de un amigo

La mirada del colombiano, que había viajado a México para acercarse a su industria cinematográfica y se había ganado la amistad de la artista, difiere ligeramente de la de otros fotógrafos. "Cuando la retrata, logra sosiego en su figura", asegura Freijo, "No se ve la expresión feroz, agudizada por esas cejas grandes y su delgadez. Se ve tranquilidad". Forma parte de la muestra la famosa serie en la que Kahlo posa apoyada en una pared de La Casa Azul en Coyoacán, el hogar de su familia desde poco antes de su nacimiento. Pero hay otra, inédita, que llama la atención: la pintora toma el sol tumbada sobre la hierba en Xochimilco, aparentemente ajena a la cámara. No es una exhibición de fortaleza, ni una transparencia del dolor. Se percibe paz.

"Frida en La Casa Azul", Coyoacán, México, 1943. © Fundación Leo Matiz

No es la única imagen que puede sorprender —si es que la profusión de fotografías de la artista lo permite— al visitante. En la planta superior del Instituto, varias series "más informales, o casi periodísticas", en palabras de la comisaria. En ellas, el reportero sorprende a Kahlo en actitudes más relajadas: bebiendo una botella de refresco, tratando con una alumna o un vendedor de telas. Una fotografía de grupo la retrata junto a su hermana, Rivera y su amiga Rosa Rolanda. La pintora no viste en ella sus faldas bordadas, huipiles y largas trenzas: estamos en 1941, y luce traje de chaqueta y el pelo corto, resultado de un arrebato durante la separación del muralista dos años antes, con el que para entonces ya había vuelto a casarse. "Se puede ver claramente la diferencia de las fotos donde ella es sorprendida por la cámara sin avisar y en las que ella está posando. Ves su construcción como modelo", explica la comisaria.

Frida estudia a Frida

Ciertos elementos de su biografía han motivado, según Freijo, la conversión de Kahlo en un "icono temático": el progresivo deterioro de su salud desde aquel accidente de autobús que la postró en la cama desde muy joven; su bisexualidad; sus amantes, de Tina Modotti a Trotski; el tumultuoso matrimonio con Diego Rivera, un personaje con gran peso artístico y político que le hizo sombra durante toda la vida (su obituario en el New York Times titulaba "Frida Kahlo, artista, mujer de Diego Rivera"); su identificación con la revolución mexicana y su defensa del comunismo; el contexto de ebullición política y social en el que vive...

Frida y el vendedor de telas, Coyoacán, México, 1943. © Fundación Leo Matiz

Pero si Frida tiene hoy el peso del que goza es también por la construcción que hizo de su propia identidad también la lente de las decenas de fotógrafos que la retrataron, de Imogen Cunningham a Nickolas Muray. "Siempre pienso que su padre, que era fotógrafo, le enseñó a posar", aventura la comisaria, que recuerda que su propia estética era una continuación de su construcción identitaria: "El huipil, las trenzas... Nadie vestía así. Los indígenas no eran apreciados, aunque los movimientos de vanguardia comenzaran a hacerlo, y su artesanía no era considerada elegante".

"Soy el motivo que mejor conozco", dijo la artista, cuya obra (Las dos Fridas, El venado herido, La columna rota...) supone un estudio continuo y minucioso de sí misma. Su retrato se extendía en sus objetos personales, que Matiz fotografía en una visita a La Casa Azul, ya convertida en museo, en 1997. Una calavera con el nombre de Frida ocupa el lugar que antes había tenido la artista. 

Escasez de fridas

Es lógico que España haya acogido con entusiasmo la muestra, que inició su recorrido en La Térmica de Málaga y ha pasado también por Valladolid. El país ha tenido pocas oportunidades de ver la obra de la artista, con excepciones como la muestra organizada por Caixa Galicia en Santiago de Compostela en 2005, que exhibía los 26 cuadros de la colección Dolores Olmedo, uno de los principales conjuntos de obras de la mexicana junto al de Jacques y Natasha Gelman.

Vidas contra la norma

Vidas contra la norma

El principal problema es que la pintora no era muy prolífica. Muchas de sus obras, casi todas en pequeño formato, las construyó tumbada en la cama y con gran dificultad. Se calcula que solo existen 130 pinturas firmadas por Kahlo y alrededor de otros 70 dibujos. Axel Stein, responsable de la casa de subastas Sotheby's en América Latina, aseguró en una entrevista para el Huffington Post que el 75% de las obras se encuentran en México, y el Estado protege con celo la salida de estas del país.

Y los cuadros que están en manos privadas son aún menos accesibles: el fondo de los Gelman (11 cuadros) está disponible para su préstamo, pero el de Olmedo (25 cuadros) es difícil de obtener; otros coleccionistas, como Madonna, no han accedido nunca a sacar a la luz las obras, y muchos están aún en el anonimato. A pesar de (o gracias a) esto, el valor de las piezas de Kahlo ha aumentado ostensiblemente en los últimos años. Si El venado herido estaba valorado en unos 180.000 euros en 1985, hoy su valor de mercado ronda los seis millones. 

Mientras los seguidores de Kahlo esperan a que alguno de los grandes museos españoles consiga emular la proeza de la Tate de Londres con su exposición de 2005, tendrán que conformarse con la Frida modelo, infinitamente más prolífica que la Frida artista. 

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