Libros

Vidas contra la norma

Una de las ilustraciones de '10 ingobernables', firmada por Susanna Martín.

Irina Layevska es una guerrillera mexicana que se mueve en silla de ruedas y que “antes de nacer” con ese nombre era un chaval moreno de barba revolucionaria y asombroso parecido al Che. Juanita Márkez es “la marica” de Sant Joan de Mediona, un pueblo barcelonés de 2.273 habitantes. Saladina y Ermitas son dos mujeres que mantienen viva a bugalliña, un juego popular de Ribadavia (Ourense). Julio, el ajero del mercado de la Ribera, en Bilbao, provocó con su homosexualidad las iras de las autoridades franquistas. Yoli, Liz e Itsaso han perdido la cuenta de cuántas veces las han llamado “gordas”.

¿Qué puede tener en común esa tropa de orígenes, edades y circunstancias tan distintas? ¿Qué aúna a estas personas para que las exhibamos como grupo? La periodista June Fernández (Bilbao, 1984) las ha reunido bajo el apellido de “ingobernables”, dícese de “gente que de alguna manera desafía lo que la sociedad entiende por normal, gente que ha elegido un camino que no era necesariamente el más fácil ni el más habitual”. Gente empujada a los márgenes, hecha invisible a la fuerza y combativa por elección, y que Fernández aúpa en 10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía, el compendio de crónicas que acaba de publicar con Libros del K. O.

En los agradecimientos, cuenta que su hermano de 13 años le preguntó quiénes eran sus ídolos. “Le dije que las personas reunidas en estas páginas son el tipo de heroínas en las que creo: las que no salen en los libros de texto pero que nos inspiran con su 'radical libertad de ser”. “El otro día fui a ver Los siete magníficos en el cine, y me dije, 'Pues claro, esto es lo que nos han enseñado: hombres blancos y fuertes pegando tiros”, cuenta por teléfono desde Bilbao, donde reside. Su decena de retratos heroicos no cumple ninguna de esas normas (aunque algún disparo sale de las armas de Irina). De hecho, las personas que la conforman han sido y son consideradas antihéroes, sujetos que evitar o compadecer, por gran parte de la sociedad. 

"El feminismo es una mirada"

Gran parte de las historias tienen un componente de género o identidad sexual. No es raro en quien es también fundadora de Píkara, una de las principales publicaciones feministas del país. Y, aún así, el lector no encontrará en las tapas la palabra “feminismo” ni las siglas “LGTBI”. Es buscado. “La editorial me planteó hacer un libro de artículos de opinión sobre feminismo. Pero el feminismo no es un tema, sino una mirada”, explica. La historia de Irina habla de género, y de revolución, y de socialismo. Saladina y Ermitas son mujeres, pero también son habitantes del mundo rural que pelean por mantener vivo su patrimonio. Julio es homosexual, pero también es un anciano condenado a vivir en un asilo regentado por monjas. Yasmín es feminista, pero también cubana y afrodescendiente, y lleva velo porque le "da la gana". La portada y los dibujos de Susanna MartínSusanna Martín no recogen los colores e iconos tradicionales del feminismo. Ni el título ni el subtítulo tienen marcas de género. “Queremos que un hombre heterosexual hojee el libro y se lo lleve”, dice la autora, “Estas historias hablan a todos”.

Aunque sus protagonistas no estén, desde luego, en la punta de una cruel pirámide social, y aunque tampoco la épica de la periodista se acerque a las hagiografías marmóreas de las películas de superhéroes. “La mayoría de las historias no son una conversación de una hora haciendo preguntas, sino que es un acompañamiento”, precisa. June Fernández ha ido conociendo a las personas retratadas en varios viajes realizados desde 2012 por Cuba, Venezuela, Nicaragua, Guatemala, El Salvador y distintos rincones de España. Ella no ha experimentado la opresión de las personas transexuales, ni ha sentido las balas de la Contra nicaragüense, ni ha vivido bajo un Gobierno autoritario. Pero la complicidad que destila el libro viene de una especial cercanía (en ocasiones, de años) con los entrevistados: “Si intentas contar algo muy ajeno a tu realidad y que te parece una marcianada, lo vas a exotizar”.

Nicole, dibujada por Susanna Martín para 10 ingobernables. / SUSANNA MARTÍN

Fernández habla del “cuidado” al entrevistado. Contrariamente a las normas del periodismo diario, que suele tener alergia a cualquier tipo de revisión del texto por parte de la fuente, ella compartió el resultado con las personas retratadas antes de la publicación. Se trata, explica, de fidelidad a un relato que no le pertenece: “Yo no estoy hablando por las mujeres trans, son ellas las que cuentan su historia a través de mi escritura. Tienen que sentirse cómodas con lo que se diga. Y en la duda, se pregunta”. Y más teniendo en cuenta que la representación de muchos de estos grupos en los medios sigue siendo exigua. O que algunas de las retratadas está en peligro solo por existir, como Nicole, la activista intersexual de El Salvador, que ha tenido que exiliarse para seguir con vida y de la que Fernández ha tenido que hurtar algunos datos para protegerla. Pero algunas partes de la existencia de otros entrevistados son también frágiles. “Como periodista, quieres que se desnuden. Como persona o como amiga, es difícil”, cuenta.

La palabra otorga

La palabra otorga

"De cerca nadie es normal"

Ella ya conocía a gran parte de los 10 ingobernables antes de plantearse siquiera escribir el libro. Pero, al unirlos, han formado una constelación que es más que la suma de sus partes. “Se dan diálogos bonitos”, dice. Como el de Juanita, la mujer trans que ha vuelto a vivir con ropa de hombre porque la presión que sufría en Managua era demasiado fuerte, y Antar, el chico transgénero que ve que en Madrid tampoco hay espacio para él ni para su derecho a decir que no se siente a gusto en ninguna categoría. “El sufrimiento puede ser distinto”, dice la autora, “pero esas historias se reconocen”. Y se aprende que también en Latinoamérica, un territorio que el europeo considera subdesarrollado, hay grietas de disidencia, o que la Arcadia de la tolerancia puede estar en un pueblo catalán, y no en una ciudad.

La clave está en esa frase de Caetano Veloso que cita uno de los personajes del libro pero que June Fernández ha escuchado también del sociólogo y activista trans Lucas Platero: “De cerca nadie es normal”. En una de las crónicas se menciona una performance de la artista peruana Victoria Santa Cruz, que relata la primera vez que le gritaron “negra”. Ella responde. “¿Y qué? ¡Negra soy!”. “Nos han enseñado que el hombre blanco es el sujeto universal, y luego estamos los colectivos raritos, incluyendo a las mujeres. Pero todo el mundo se ha sentido diferente alguna vez”, dice la periodista. Explica que ese “negra” puede sustituirse por “gorda”, por “bollera”, por “cojo”, y sigue funcionando. 10 ingobernables también responde: “¿Y qué?”.

Más sobre este tema
stats