Música

Maga vuelve a los orígenes

Los integrantes del grupo de música Maga.

Maga había echado el cierre. El grupo musical sevillano anunció en 2014 que se separaba, después de más de diez años en escena y de haberse situado como uno de los proyectos pioneros del indie patrioindie. Lo dijeron así: "Ha llegado la hora de que Maga se tome un descanso". Llevaban, en realidad, dos años inactivos y pensaban otra cosa: "Dejábamos la puerta abierta por si acaso, pero en un principio eso era lo que había". La escena del pop rock independiente, una de las más activas de las últimas dós décadas, decía adiós a uno de sus grupos más celebrados. Aquellos que tocaban en salas minúsculas mucho antes de que Vetusta Morla sonara en Los 40. 

O no. Un año más tarde, sus integrantes —Miguel Rivera (voz y guitarra), Javier Vega (bajo) y César Díaz (teclados)— anunciaban que sus integrantes se reunían de nuevo para autohomenajearse con una reedición de maga (conocido como el blanco), su primer disco (Limbo Starr, 2002), acompañados de once invitados, de Iván Ferreiro a Pony Bravo. Organizaron, además, unos fastos de 15º aniversario en forma de dos conciertos en la sala Joy Eslava de Madrid. Y, a priori, eso era todo. Pero, de nuevo, ellos pensaban otra cosa: Salto horizontal (Warner Music), el primer trabajo en seis años, su disco de reunión y casi de resurrección.  

"Cuando colgamos el cartel de cerrado por vacaciones fue porque ya no teníamos más cosas que contarle a la gente. Nos habíamos quedado en dique seco. Los motivos para volver fueron los contrarios. No íbamos a volver por pasta, podríamos haber dedicado la energía a otro proyecto. Pero está ahí el espíritu de la Maga artista, que nos llama y empiezan a salir los bocetillos", cuenta Rivera en las oficinas de Warner, su discográfica. Aunque estas razones sean absolutamente personales, lo cierto es que su vuelta se alinea con el regreso de Los Planetas —grupo tótem del indie español que comenzó su carrera diez años antes que ellos— y el ejercicio de nostalgia de la participación de Sexy Sadie —banda nacida en 1992 y disuelta en 2006— en un autohomenaje de Santiago Auserón que tendrá lugar en el festival Sonorama. Una coincidencia que parece señalar la existencia de un canon, la necesidad de una recuperación. 

Porque una de las características centrales de Salto horizontal es el "regreso a los orígenes", una peregrinación hacia el núcleo que allá por el inicio de los 2000 les puso en el mapa. Canciones como "Diecinueve" o "Agosto esquimal", que forman parte de la memoria emocional de la generación que ronda los 40.  Se lo propuso Ángel Luján, productor del disco —es la primera vez que el grupo recurre a uno— y de artistas tan populares como Xoel López o Vetusta Morla. Lo recuerda el vocalista: "Él nos puso como condición que recuperáramos la identidad de Maga de los orígenes, que la gente recuerda y añora. Como el uso de sintessintes, de bases electrónicas, melodías luminosas… Y a eso darle un envoltorio actual, que se encargaba él".

El resultado es un disco efectivamente más optimista que sus últimos trabajos, sobre todo si se compara con Satie contra Godzilla (Mushroom Pillow, 2011), su anterior trabajo, tan cañero en el sonido como lánguido en las letras que fue recibido tibiamente por la crítica. "Por las tardes en el frío de las tiendas", el primer single del trabajo —y primera canción que manipuló Luján—, tiene mucho de sintes y de melodía veraniega y letras a juego: "Si duermo de día descubriré /Que la noche esconde inmensa fortuna. /Toda la luz es para vosotros". Pero incluso "Cuando nadie me escriba", el primer tema que compusieron, más oscura —"Cuando nadie me escriba/ No habrá sombra en la casa, / El levante cubrió de arena / La zanja de nuestra almohada"— está travesada por una energía inusitada. 

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"Satie contra Godzilla es un disco muy pesimista, sí. Leñero, pero pesimista. Nos sentíamos así, y era seguramente la antesala de la separación. Yo mismo estaba siempre reclamando algún tipo de atención o recompensa por el sufrimiento y no la encontraba", se sincera Miguel. No tiene pudor en describir el proceso de separación y renacimiento del grupo como el reflejo de sus cambios internos. Su relato de pérdida y reencuentro consigo mismo suena a crisis de los 40 con final feliz: "Este es un disco relajado. Quizás lo dé la madurez. Incluso se afrontan ciertos temas que en el pasado los hubiéramos tratado con pesimismo y languidez, porque somos unos becquerianos, y ahora los hemos tratado con ironía". Se refiere a la canción "Juego", que "habla de una relación abocada al fracaso" cuya supervivencia se presenta como un último truco imposible. Ese "salto horizontal" que da nombre al disco. 

Incluso se atreven a mirar más allá de su dolor romántico para componer una canción de tintes claramente políticos y otra de reivindicación del legado poético español. La primera es "La noria": "Hablamos de estar en el mundo y vivir en España en estos tiempos, ver que hay gente que ha puesto voz a otros que no la tenían, pensar que todo va a ir de puta madre... y que al final es un bluf". La canción capta, sorprendentemente, un sentir general, encajando estrofas algo desencantadas —"Se vuelve a quedar suspenso el futuro, / La incredulidad, la inercia callada"— con un estribillo vigorizante: "Queda tanto por hacer,/ Nadie va a quitarnos las ganas". "Nos daba miedo, pero Javi [Vega, autor de la letra] ha hecho un gran trabajo y no nos ha quedado un panfleto". 

Y luego está "La casa en el número 3", que habla de la "casa del poeta" y recoge las impresiones de Rivera tras un paseo hasta Velintonia, la vivienda de Vicente Aleixandre en Madrid, situada en la calle Vicente Aleixandre, número 3. "Los cristales rotos marcan,/ como el mapa de una isla,/ el lugar donde el olvido se instaló", escribe. Tras la publicación del disco, la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre le llamó para agradecerle su interés. Y hoy el músico puede celebrar la conformación de una mesa de trabajo, formada por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, entre otros, que estudiará la adquisición de la vivienda  y la creación de una "Casa de los poetas" en ella. 

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