Política cultural

El Gobierno recorta las ayudas a editoriales y librerías mientras vende su Plan de Fomento de la Lectura

Un lector hojea varios títulos en la Feria del Libro de Madrid.

El Gobierno del Partido Popular anunciaba el pasado miércoles su flamante Plan de Fomento de la Lectura para 2017-2020, que contará —anunció el secretarió de Estado de Cultura, Fernando Benzo— con un presupuesto de 7,2 millones de euros solo para este año. Sin embargo, y aunque uno de sus principales ejes era el "fortalecimiento del sector del libro", el Ministerio de Cultura ha recortado en un 25% tres de las principales ayudas al ámbito editorial en los Presupuestos para este mismo ejercicio. Las subvenciones a la edición de libros caen hasta los 800.000 euros (1 millón en 2016), las más bajas de los últimos cinco años pese a la recuperación económica. Las dirigidas a las librerías pasan de 150.000 a 120.000 euros, teniendo en cuenta además que el año pasado se cancelaron por falta de presupuesto.

Las subvenciones a la edición están pensadas para aquellas obras que "a pesar de tener una relevancia cultural sobresaliente" tienen, según la propia convocatoria "un alcance comercial reducido". Las ayudas a las librerías quieren paliar la "complicada situación" de estos comercios, provocada por la crisis económica, que les ha llevado "incluso al cierre", y se limitan a sufragar obras de modernización y mejoras tecnológicas básicas. De esta forma, la administración reconoce que las ayudas van destinadas a los eslabones más débiles de un sector ya herido por la caída del volumen de ventas y el pirateo. El Ministerio también reduce, de nuevo en un 25% (hasta los 512.000 euros), la cuantía de "animación a la lectura" en los municipios de menos de 50.000 habitantes, los más afectados por el cierre de librerías y la falta de renovación de fondos en las bibliotecas.

Los recortes empezaron su andadura el jueves, con el apoyo de Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria a los presupuestos del PP, que se harán definitivos a finales de junio. Pero estas tres convocatorias ya estaban abiertas. "Nos dijeron que la explicación era técnica", dice José María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España. El Ministerio explicó, en sucesivas comunicaciones con el sector, que debido a que trabajaban con un presupuesto prorrogado, no podían "arriesgarse" a lanzar ayudas que superaran el 80% de la cuantía de las de 2016. Sin embargo, la subvención dedicada a la publicación de revistas culturales se ha mantenido intacta. El Gobierno, explica la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), les ha prometido ampliar la oferta hasta el 100% antes de acabar el año. "Yo creo que no les dará tiempo a hacerlo", admiteÁvila, "y será un donde dije digo, digo Diego". De hecho, los populares deberían empezar a preparar las cuentas de 2018 en septiembre. 

La Federación de Editores, muy implicada en el lanzamiento de un Plan de Fomento que viene a suceder al de 2005, asegura que la caída en las ayudas "no es lo más importante en términos macroeconómicos". "Me parece un poco fuerte", dice Laura Sandoval, una de las responsables del sello asturiano Hoja de Lata, del otro lado del sector. La editorial publica unos 11 libros al año y es el responsable de la recuperación de la escritora Luisa Carnés, exiliada tras la Guerra Civil, con el libro Tea Rooms. "A nosotros nos afecta considerablemente. Estas ayudas son una inyección y puede costearte la imprenta completa, por ejemplo", indica. Este mes han solicitado la subvención por tercer año consecutivo y cuentan con que, si se la conceden, será presumiblemente un 25% menor. La cantidad que suprime este año el Gobierno equivale al total de ayudas recibidas por una treintena de editoriales en la pasada convocatoria.

"Nosotros presentamos a la subvención libros que son caros de hacer, que suponen una investigación o un gasto por encima de lo normal en imprenta", explica Carlos Rod, editor de La Uña Rota, uno de los pocos sellos del país dedicados principalmente a teatro y que publica a dramaturgos como Juan Mayorga o Angélica Liddell. En 2016 el Ministerio le concedió un apoyo económico para llevar a las librerías la obra completa del histórico autor y director teatral José Sanchis Sinisterra, y de la correspondencia entre Marcel Proust y su editor durante el proceso de publicación de En busca del tiempo perdido, un intenso trabajo del traductor Juan de Sola. "No es un antojo, o un capricho, estos libros tienen que estar en el mercado", asegura. Este año tendrían que editarse con unas ayudas todavía menores. 

Cuando Xavier Vidal, responsable de la librería barcelonesa Nollegiu, se entera de que han recortado las ayudas a las que opta para modernizar su web, exclama: "¡¿Otra vez?!". El pasado año, después de desarrollar y entregar la memoria económica con el presupuesto que necesitaba para construir su página, el Ministerio canceló las ayudas por la falta de disponibilidad presupuestaria. Era la misma que afectó a los Premios Nacionales, pero si estos se convocaron finalmente gracias a una ampliación extraordinaria del gasto, de estas nunca se volvió a saber. En lugar de sumar la cantidad jamás gastada de 2016 a la de 2017, el Gobierno la ha reducido. Las librerías cuentan con 30.000 euros menos, además de los gastos que no pudieron sufragar el pasado ejercicio. 

El fin de la clase media (editorial)

El fin de la clase media (editorial)

"El sector del libro lo está pasando muy mal", dice Ester Madroñero, de la librería madrileña Kirikú y la Bruja, una institución entre las dedicadas al libro infantil y juvenil y que también ha solicitado la ayuda este año para mejorar una web lanzada en 2006. "Hablan de que las librerías son muy importantes para el tejido cultural y luego hacen esto. ¿Cómo me voy a creer yo lo del Plan de Fomento de la Lectura?", protesta. Aunque el Ministerio ha prometido dedicad 7,2 millones de euros al plan este mismo año, en los presupuestos de Cultura solo aparece una partida de 372.830 euros y las estrategias del Gobierno presentadas el miércoles no son muy claras: no se dice nada en ellas sobre fechas y cuantías. "Esto de la lectura acaba siendo un eslogan", dice Vidal con algo de guasa mientras lee el creado por el Ministerio: "Leer te da vidas extra". 

Tanto editores como libreros se quejan de la falta de atención al último eslabón del sector, el de la compra, tanto en librerías como las adquisiciones en bibliotecas. Lo dice Diego Moreno, editor del sello Nórdica: "El modelo de nuestra editorial es sostenible y no dependemos de las ayudas, pero el problema son las librerías, que son las que más sufren y las que menos reciben". La congelación de los fondos de las bibliotecas públicas, que Madroñero define como "la primera pata del negocio", ha afectado también a editoriales y comercios. La estrategia del Gobierno pasa, en teoría, por reforzar "el papel de las bibliotecas en el acceso a la lectura", pero las que dependen de la administración central apenas recibirán un 0,3% más de presupuesto este año, con un recorte del 35% en personal con respecto a 2016. "Este año no creemos que compren", apunta Ávila, de la FGEE. No está claro cómo ayudará el Plan de Fomento de la Lectura a un sector ahogado. Lo que sí es seguro es que editores y libreros cuentan ahora con menos apoyo económico directo. 

 

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