Música

Sílvia Pérez Cruz, raíces y alas

La cadena de producción de la industria discográfica consta de unos pasos muy definidos: se forma un grupo, se componen unas canciones, se graba un disco, se tocan esas canciones en directo. Con Vestida de nit Vestida de nit(Universal, disponible el 12 de mayo), Sílvia Pérez Cruz (Palafrugell, Gerona, 1983) atraviesa un palo en el engranaje. Las once canciones que lo componen están lejos de ser novedades, y han sido escuchadas durante al menos tres años en los escenarios y reclamadas —unas más que otras— por los seguidores adictos al sobrio espectáculo de sus conciertos. "Normalmente, cuando llevas tiempo tocando un disco, piensas: 'Ojalá pudiera grabarlo ahora", decía el martes por la noche ante la prensa congregada en Madrid para una presentación sui géneris del disco que era, en realidad, una pequeña actuación. Se trataba de "compartir lo que ya sabes y abrir una puerta a lo desconocido, a ese misterio". Es decir, de combinar canciones bien ancladas en su propia carrera y darles alas con, en este caso, un quinteto de cuerda

El formato de la presentación era una opción lógica teniendo en cuenta que este nuevo trabajo ha sido grabado en directo y en dos días —con la salvedad de "Hallelujah", de Leonard Cohen, registrada de manera improvisada días después de su muerte—, para apresar la frescura del escenario. No necesitaban más ensayo. El quinteto —Elena Rey y Carlos Montfort a los violines, Anna Aldomà a la viola, Joan Antoni Pich al cello y Miquel Àngel Cordero al contrabajo— y ella llevan tocando juntos desde enero de 2014, cuando el Auditorio Nacional de Música la convocó en lo que iba a ser, en primer lugar, un recital con guitarra. Pero entonces Pérez Cruz recordó "un sueño de los 19 años", que era tocar con un quinteto de cuerda —con contrabajo, un conjunto mucho menos frecuente que los cuartetos— e "integrarlo como si fuera una guitarra o un piano". Con sus colaboradores Pich y Cordero, que buscaron al resto de componentes, se lanzó al ruedo, aunque fuera "una ficha para un solo día". Fueron muchos más. 

Desde entonces han seguido tocando juntos aquí y allí, con un repertorio que combina versiones y composiciones propias y que recoge el disco solo en parte. Algunas de esas canciones, como "Tonada de luna llena", del venezolano Simón Díaz, o "Gallo rojo, gallo negro", de Chicho Sánchez Ferlosio, son coreadas en los conciertos y están ya en discos anteriores con otros arreglos: en Domus, en granada, en 11 de novembre. Otras, como "Loca" —grabada anteriormente bajo el título de "Así es mi boca"—, una composición de la catalana, son menos conocidas para el público. Y una entre todas, pese a no haber sido editada aún, es una de las más populares entre los seguidores de Pérez Cruz y el tema que la acompaña desde hace más tiempo: "Vestida de nit", la habanera cuya música y letra fueron compuestas por su padre, Càstor Pérez, y su madre, Glòria Cruz.    

"A mí no me gustaba, me aburría", dice de la canción que ahora da nombre al disco. Hasta que se decidió a tocarla, acompañada de su padre, en una de las cantadas de habaneras de su pueblo. Unos años después, su madre veía, atónica, cómo 20.000 personas pedían la canción con insistencia en un concierto de su hija: "La canción que hice, que siempre pensé que era muy larga...". Hace poco, un desconocido le espetó: "Pensé que era una canción popular". "¡Qué piropazo!", presume la música, "Es popular... solo que se conoce a los autores". Es una buena síntesis del don de Silvia Pérez Cruz, una de las grandes voces de la música española (o ibérica, o mediterránea, o latina...): su voz y su forma de entender la música, como "un latido", convierten lo que tocan en folclore, en música popular en el sentido profundo del término. 

Para aquella ya lejana actuación en el Auditorio, la música escogió piezas con las que se sintiera lo suficientemente cómoda como para jugar con ellas en el plano musical. A las nombradas se han sumado "Mechita", un vals criollo compuesto por el peruano Manuel Raygada, "Estranha forma de vida", de Amàlia Rodrigues, o una originalísima versión de "La lambada", el tema con el que Kaoma puso a bailar al mundo en 1989. "Están tan bien hechas, tienen tanto potencial, que les puedes dar la vuelta", dice. Y lo ha hecho. En el libreto del disco, ausente de letras —excepto la de "Vestida de nit"—, cuenta su historia personal con cada uno de los temas. La de "Tonada de luna llena" empezó con una versión para el grupo de percusión Coetus y mantiene aquella potencia en el estribillo. La de "Mechita" nació para la obra de teatro La Chunga en 2013 y es fiel a la estructura original. La de "La lambada", creada para un espectáculo en el Teatre Romea en 2013, se convierte en un lamento de desamor. 

Para el empeño, Silvia Pérez Cruz pidió a los músicos que tocaran sin partitura. Algo que puede ser relativamente habitual en el jazz, pero una absoluta locura en la música clásica de la que provenían algunos. Quería que se miraran y escucharan sin el dictado del papel: "No me gusta sentir que la gente me acompaña como un funcionario. Aquí somos seis". Después de meses de ensayo, al fin se lanzaron en una actuación para la memoria. Elena Rey, violinista, es elocuente: "Después del concierto, vomité. Vértigo es quedarse corto". En el directo, Silvia Pérez Cruz hace de directora dando la entrada, indicando la intensidad con amplios movimientos de manos o marcando el ritmo en las secciones más festivas. De vez en cuando se agacha para que violinistas y cello puedan verse. Todo eso, aderezos del potente directo del sexteto, se pierde, claro, en el disco. 

Pero Vestida de nit fija en un instante las canciones que no han dejado de evolucionar desde que la compositora —que se reparte los arreglos con Javier Galiana de la Rosa y Joan Antoni Pich— las cantara por primera vez, y que no dejarán de hacerlo. Y es quizás el muestrario más completo del amplio huerto que cultiva Silvia Pérez Cruz y que comprende el folclore ibérico y latinoamericano y viaja hasta el jazz, el pop y lo mejor de los cantautores de Ferlosio a Cohen. Funciona, y cómo: después de girar durante tres años antes de tener nombre, Vestida de nit acumula ya 15 bolos de presentación en España, Argentina, Chile y Uruguay, algunos ya sin entradas. Tiene algo, "ese misterio". 

 

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