Historia

La memoria amarga de la Francia de Vichy

Dos soldados de la Luftwaffe en un café parisino en 1941.

Jean-Yves Potel (Mediapart)

La delación de un judío "no es un acto banal", constata de entrada Laurent Joly, es "un fenómeno marginal" que "provocó la pérdida de miles de individuos y mantuvo un clima de miedo en nuestras propias casas". Autor de varios libros sobre antisemitismo en la Francia ocupada, sobre todo del libro de referencia sobre el Comisariado para las Cuestiones Judías (Vichy en la "solución final", Grasset, 2006), ha tenido acceso a fuentes excepcionales, como por ejemplo la parte conservada del registro de cartas de denuncia llegadas al Comisariado entre enero de 1942 a abril de 1944. 

Se ve en ella un resumen del contenido de las delaciones, anónimas o no, en las que el antisemitismo no es siempre el motivo, tras "la envidia, el rencor o la voluntad de saldar cuentas personales". La administración las acoge con determinación. Como Joseph Antignac, director del Comisariado, que se ensaña, junto a otros servicios, en la búsqueda de los judíos que habían escapado a las redadas. En París, de las 900 personas detenidas hasta agosto de 1944, la mitad lo fue como consecuencia de las delaciones. 

"De hecho, sin el celo de los vecinos o colegas antisemitas, de los militantes colaboracionistas y los delatores, varios centenares de judíos parisinos habrían escapado seguramente de la muerte." El minucioso estudio de las fuentes demuestra cómo estas delaciones suplieron "las carencias de la colaboración entre el Estado y las fuerzas alemanas en la persecución de los judíos". 

Asimismo, a partir de la primavera de 1942, bajo el mandato de las SS, se crea en la prefectura de París una brigada especializada, conocida con el nombre de su siniestro comisario, la "brigada Permilleux". Medio centenar de inspectores buscaron a los judíos a partir de las listas que les suministraba la Gestapo, y "cada semana, el comisario Permilleux debía rendir cuentas de su actividad, tanto en la avenida Foch [sede de la agencia de inteligencia de las SS] como en la calle Saussaies [sede de la Gestapo]". 

En total, 5.175 judíos fueron arrestados por esta brigada, lo que representa el 56% del conjunto de las detenciones operadas en París por la policía judicial entre enero de 1942 y julio de 1944 por delitos o infracciones "políticas" (por delante de los 1.946 comunistas y los 1.594 no presentados ante el Servicio de Trabajo Obligatorio, STO). Habiéndose limitado a la región parisina, Joly mantiene la prudencia en cuanto a las estimaciones cuantitativas del conjunto, habiendo sido arrestada la mayoría de los 75.000 judíos deportados desde Francia durante las redadas a partir del censo organizado por Vichy en 1940. 

El trabajo de Laurent Joly no se limita, sin embargo, a analizar los mecanismos de colaboración de la administración. Nos muestra sus consecuencias a través de los emocionantes relatos individuales. Todos son escandalosos y trágicos, todos son testimonio tanto del alcance del crimen como de la cobardía y la bajeza de sus delatores. 

A título simbólico, Joly consagra un capítulo desgarrador al caso de Annette Zelman, estudiante del Barrio Latino, denunciada por el padre de su novio que no quiere a una judía en la familia. Simone de Beauvoir, que se encontró con ellos en el Café de Flore, contó en sus memorias las travesuras de los "enamorados rubios". Y Boris Vian escribió, más claramente: "Ella fue deportada a petición del padre [de su novio, un eminente médico], que dijo a los alemanes: 'Asustad a esta chica, o si no se casará con ella'. Se la arrestó para asustarla, tanto que murió en la deportación". Annette Zelman salió en el convoy número 3 (22 de junio de 1942) y fue gaseada en Auschwitz. Laurent Joly documenta todo el asunto, ha leído las cartas de Annette, encontrado los documentos familiares y nos expone una verdadera novela de la vergüenza1

Una vergüenza que invade también al lector del libro de Raphaël Spina. Es cierto que los trabajos forzados no igualan el asesinato en las cámaras de gas. Pero el mismo Estado francés que entregó los judíos a los nazis envió a entre 600.000 y 650.000 jóvenes a trabajar a Alemania para sostener los esfuerzos de la guerra. 

La reacción de las personas afectadas no siempre fue valiente. Algunos fueron voluntariamente, sobre todo durante los primeros años, otros creyeron por un momento en la estafa del "relevo": partir para reemplazar a un prisionero que sería repatriado. Pero cuando [el jefe de Gobierno Pierre] Laval quiso hacer una movilización ejemplar, fue un fiasco. Así, los "reclutados", en su mayoría, fueron obligados y forzados. La mayor parte regresó. De ahí la memoria confusa, el desconocimiento de los hechos y, con la desaparición de los últimos deportados, el olvido. En el mejor de los casos, se recuerda, sin comprender gran cosa, la sempiterna disputa sobre el estatus jurídico del "deportado de trabajo", contencioso solucionado... ¡en 2008!

Los maquis, "hijos indeseados del STO"

La investigación excepcional —aparentemente exhaustiva y distante de los asuntos relacionados con la memoria— de Raphaël Spina, que tuvo acceso a todas las fuentes disponibles, pone al fin los puntos sobre las íes. Sus 570 páginas y 37 capítulos, densos en información y siempre agradables de leer, están organizados según tres ángulos. Primero el relato meticuloso de lo que él llama las "extracciones", que no comienzan hasta la ley sobre el Servicio de Trabajo Obligatorio, en febrero de 1943, y el reclutamiento de los quintos de 1920, 1921 y 1922.

Un "relevo" y un primer Servicio de Trabajo Obligatorio fueron exigidos desde junio de 1942 por Fritz Sauckel, el géneral de las SS plenipotenciario del Reich para la mano de obra, mientras que, desde 1940, Vichy había puesto a disposición del ocupante, en el territorio francés, mano de obra cualificada, particularmente para construir el "muro del Atlántico". En 1943, las demandas de envío de mano de obra a Alemania son las más voraces, mientras que la impopularidad del STO es total. El Gobierno de Laval-Pétain consigue, sin embargo, satisfacerlas. 

 

Carteles propagandísticos del Gobierno de Vichy en favor del STO. / MEDIAPART

En enero-marzo, Sauckel exige y obtiene 250.000 trabajadores, de los que 150.000 eran cualificados; en abril, pide 120.000 más antes de mayo, obtiene 160.000 a principios de agosto y 100.000 a principios de diciembre. No obstante, la impopularidad anima a la Resistencia a reaccionar: el 28 de septiembre de 1943, el representante de Sauckel en Francia es abatido por el grupo Manouchian. Muchos jóvenes se niegan a marcharse y se esconden, uniéndose al maquis. Los resultados son también menos satisfactorios en 1944: en enero, Sauckel exige un millón, y luego 800.000 trabajadores, y no obtiene más que... 18.347 reclutados y 22.247 voluntarios. 

En su segunda parte, titulada "Impactos", Raphaël Spina pasa la sociedad de la Francia ocupada por el tamiz del Servicio de Trabajo Obligatorio, que se convierte en revelador del estancamiento del régimen y del "fallo del proyecto social vichysta". En varios capítulos esclarecedores, uno de los mejores aportes del libro, muestra cómo la "revolución nacional" fue "sacrificada y la juventud traicionada", la colaboración "desacreditada y radicalizada", la sociedad "fragilizada" para, finalmente, con el flujo de reticentes y objetores, contribuir directamente a la Resistencia. El maquis se convirtió en un "hijo indeseado del STO". De igual forma, los "reclutas" enviados a Alemania no siempre se dejaron hacer: se estima en 100.000 el número de los que escaparon y regresaron a Francia

Es, de hecho, a la extrema variedad de las situaciones de estos trabajadores forzados que se consagra la tercera parte de la obra, titulada "Experiencias", una tentativa original de atrapar las vivencias personales a partir de testimonios y documentos, especialmente la abundante correspondencia de estos "exiliados". Esto otorga un análisis histórico psicosocial y un cuadro con matices de esta juventud sacrificada para Vichy en el altar del nazismo. Nos quedaremos con los primeros capítulos de esta última parte rica en nuevas informaciones: "Los reclutas: ¿por qué su obediencia?", "Ser refractario", "La galaxia de los objetores", "La gran desorientación", "Vivir con el enemigo", "Volver". 

El lector de hoy, incluso el más avezado, no puede evitar sorprenderse por la mentalidad de los franceses de la época, que revelan perfectamente la aventura del STO y, más marginalmente, la denuncia de los judíos. Se puede quedar uno con la otra cara para reconfortarse: las múltiples resistencias, rechazos y actos de sabotaje. Pero queda, de todas formas, un regusto amargo ante la crueldad o, en el mejor de los casos, la ingenuidad de los comportamientos colaboracionistas, que tienen su eco en no pocas declaraciones y actitudes contemporáneas. Cuando ganan el miedo y la cobardía, el crimen regresa bajo todas sus formas. Entonces, ¿por qué extrañarse de los halagos lepenistas de cierta Francia?

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1. En Dora Bruder (Seix Barral), Patrick Modiano evoca a Annette Zelman y su novio Jean Jausion, asesinado durante la Liberación en 1944. 

  *Este artículo forma parte de la revista digital En attendant nadeau, socia de Mediapart. 

La literatura hipnótica de Patrick Modiano

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Traducción: Clara Morales

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