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Literatura europea

Los hijos de la guerra novelan Bosnia

Refugiados durante la guerra de Bosnia.

Resulta muy curioso que el treintañero novelista Goran Vojnovic haya definido recientemente a la antigua Yugoslavia como ya lo hiciera Winston Churchill en los años treinta del siglo pasado. En resumen, el escritor esloveno y el político británico han coincidido, con cerca de un siglo de diferencia, en que los Balcanes generan más historia de la que son capaces de asimilar. Así pues, en un intento de asumir esa convulsa y terrible Historia, con mayúsculas, Vojnovic (Liubliana, 1980) ha publicado Yugoslavia, mi tierra (Libros del Asteroide), una novela donde aborda el descubrimiento por parte de un niño de que su padre no sólo sigue vivo tras los conflictos de los años noventa, sino que figura como un criminal de guerra reclamado por el Tribunal de La Haya. En un relato fascinante y muy honesto, sincero y original, este hijo de la guerra recorre en 2006 Eslovenia, Croacia, Bosnia y Serbia en busca de un padre que el joven recuerda como un personaje bondadoso y cercano. Crecido en la versión de su madre, que oculta al hijo que el padre ha sobrevivido a la guerra, Yugoslavia, mi tierra se convierte en un viaje hacia el horror de aquellas guerras, en una tentativa de reconciliación con el pasado y de asunción del presente para seguir adelante.

La brillante novela de Vojnovic, traducida ya a varios idiomas, viene a sumarse a otras obras de ficción que en los últimos años han utilizado las terribles guerras yugoslavas como materia narrativa desde la perspectiva de unos autores que apenas eran unos niños durante el conflicto. Otros ejemplos muy significativos de esta mirada de las nuevas generaciones podrían ser Postales desde la tumba (Galaxia Gutenberg), de Emir Suljagic(Ljuvovija, 1975), que describe de modo escalofriante el asedio y la matanza de Srebrenica de 8.000 bosnio-musulmanes a manos de las tropas serbias en 1995; o Las aguas tranquilas del Una (La Huerta Grande), de Faruk Sehic (Bihac, 1970) considerado el referente de una generación mutilada. En una entrevista, Sehic retrató a su generación, la de los escritores de la antigua Yugoslavia nacidos en los años setenta, de un modo tajante y desolador. “Soy cronista de una era perdida, hundida, de un tiempo calcinado”.

La mirada del extranjero

Junto a esa visión hacia el pasado de los habitantes de la antigua Yugoslavia encontramos el enfoque de aquellos extranjeros conmovidos por aquellos conflictos, bien sean periodistas o narradores. Sería el caso de Alfonso Armada, uno de los reporteros españoles que mejor cubrió la guerra de Bosnia y que ha publicado Sarajevo (Malpaso), su regreso a la capital sitiada más de 20 años después, donde intercala sus crónicas para el periódico El País con el diario que escribió durante sus estancias en la antigua Yugoslavia. O serviría también de referente español la aclamada y premiada novela La hija del Este (Seix Barral), de Clara Usón, donde la autora recrea el suicidio de la joven hija de Ratko Mladic, quizá el más cruel de los jefes militares serbios, que al final fue entregado por las autoridades de Belgrado al Tribunal de La Haya y que sigue detenido en Holanda a la espera de la sentencia por numerosos crímenes de guerra.

Alfonso Armada distingue entre el enfoque de los propios bosnios o el de los extranjeros, aunque estos conocieran aquellas batallas de cerca, a la hora de enjuiciar las nuevas miradas. “Desde luego”, señala, “la implicación no es la misma, si bien la actitud de nuevos narradores, como Vojnovic o Sehic, podríamos decir que es menos sectaria o que está menos marcada por el odio. Existe quizá una voluntad de comprender las razones del otro. En cualquier caso, resulta muy saludable que no se olviden las distintas guerras de la antigua Yugoslavia, que abarcaron toda la década de los noventa y dejaron una huella muy profunda a los europeos de toda una generación. Buena prueba de esto la ofrecen editoriales españolas, como Libros del Asteroide o Periférica, que traducen y publican a autores balcánicos”.

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Al igual que opinan otros autores españoles que han escrito sobre la antigua Yugoslavia, Armada cree que existen algunas razones que explican el interés perdurable por las conflagraciones en Croacia, Bosnia o Kosovo.  “En primer lugar, fueron conflictos en suelo europeo, el primero desde la Segunda Guerra Mundial”, comenta el actual director del suplemento cultural de ABC, “y en segundo término plantea ahora el debate sobre la responsabilidad de los padres, las culpas de la generación anterior. Por último, algunos nuevos narradores de países de la antigua Yugoslavia ofrecen una alta calidad literaria y persiguen que el estilo tenga la misma importancia que las tremendas historias que cuentan. También hay que reseñar que algunos relatos huyen al fin del maniqueísmo”.

Sin ninguna vinculación previa con los Balcanes, la escritora Clara Usón se quedó impresionada y fascinada cuando conoció la historia del general serbio Ratko Mladic y, sobre todo, el suicidio de su hija a los 23 años en plena guerra en los Balcanes. A partir de la ayuda de amigos y de la consulta de una amplísima documentación publicó en 2012 La hija del Este a partir de este suceso donde se traban los conflictos familiares y la historia colectiva. “No debería ser así, pero los hijos heredan mucha veces las culpas de los padres”, afirma la autora barcelonesa. Clara Usón, que en sus novelas ha abordado el tema de las relaciones familiares, también expresa su alucinación por esos casos de “padres ejemplares y abnegados, cariñosos con sus hijos” que en un ejercicio asombroso de dobles personalidades se convertían en mercenarios y francotiradores, directamente se transmutaban en asesinos.

Ahora bien, de regreso a Vojnovic y su Yugoslavia, mi tierra, el joven novelista esloveno dibujó hace poco una definición que puede servir para los protagonistas de cualquier guerra. En una entrevista con el diario El Correo, durante la promoción de su libro en España, manifestó: “Todos somos decentes en tiempos de la decencia, pero en las épocas indecentes  no puedes asegurar quién seguirá siendo decente y quién no. Si algo nos ha enseñado la guerra en Bosnia es que hasta la gente más normal se volvió loca”. Esta conclusión sirve como respuesta a los interrogantes que tantos europeos se plantearon durante la década de los noventa. ¿Dónde estaba la gente normal en la antigua Yugoslavia? Pues o enloquecidos en el frente o exiliados en el extranjero o muertos en las cunetas.

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