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Almudena Grandes: “Los españoles vivimos encima de una mina de oro de historias”

Imagen de la librería durante la presentación de 'Los pacientes del doctor García'.

Del interior de la librería madrileña Rafael Alberti sale una cola que llega hasta la calle y su responsable, Lola Larumbe, despide a los últimos en llegar: "Lo siento, no cabe un alfiler". No firma un youtuber, ni un presentador de televisión. Es Almudena Grandes, imbatible en éxito de convocatoria desde la Feria del libro hasta cada una de sus presentaciones. Y este martes se trata de dar a conocer Los pacientes del doctor García (Tusquets) cuarta entrega de la saga Episodios de una guerra interminable tras Inés y la alegría, El lector de Julio Verne y Las tres bodas de Manolita. "Encontrar un auditorio lleno lejos de casa es emocionante, pero también lo es encontrarlo en casa", confiesa la novelista, acompañada de Jesús Maraña, director editorial de infoLibre. Porque Grandes juega en casa. A dos pasos de su barrio y a dos pasos también del epicentro geográfico de este nuevo título: el número 14 de la calle Galileo.

Allí vivía Clara Stauffer, falangista y nazi, responsable de propaganda de la Sección Femenina durante toda su trayectoria, que tejió una red para evacuar y proteger a más de mil dirigentes alemanes criminales de guerra tras el fin de la II Guerra Mundial. "Da gusto presentar el libro en esta librería porque me vais a entender", dice la escritora ante un auditorio cómplice. Ellos saben también dónde queda ese portal, habrán pasado por delante de ese número casi tantas veces como ella. Cuando Maraña le pregunta de dónde salió la idea, Grandes no duda: "La idea surge, como siempre en esta serie, de un asombro tan profundo que casi surge de una taquicardia". La que le asaltó al hojear el ensayo La guarida del lobo, de Javier Juárez, y darse de bruces con ese pasado casi tangible.

 

"Esta es una novela de impostores", zanja Grandes. Ni un thriller ni una historia de espías, sino la de tres hombres que, arrastrados por la historia —como en sus anteriores novelas—, intercambian identidades, traiciones y lealtades a lo largo de toda una vida. Pero, señala la novelista, esta es también "una novela política, quizás la más política que he escrito". Y lo aclara: "Los lectores atentos de los Episodios sabrán que todas estas novelas hablan del intento desesperado de los republicanos de que los aliados intervinieran en la guerra. Este es el último cartucho, la iniciativa diplomática". Entre otras cosas, pretende contradecir la idea de que "hay una idea de que los españoles toleraron el franquismo y que los republicanos se fueron al exilio a vivir". "Mentira", lanza. Los republicanos, asegura, lo intentaron todo, también fuera del país. Pero se encontraron, asegura, con un enemigo inesperado: "A los aliados les gustaba más Franco que los demócratas españoles".

El periodista no duda en señalar que "es quizás la novela más compleja, la que más historia real narra y la que más escenarios que abarcaba, desde el Madrid de la guerra, en la toma de Berlín, en la Argentina de Perón…". Grandes lo admite –aunque en varias entrevistas ha insistido en que no es la más ambiciosa–. Entre otras cosas, porque para las anteriores novelas había contado con la documentación de partidos entonces clandestinos, pero cuyos archivos están ahora abiertos y en España. "La red Stauffer era hermética, Franco nunca admitió su relación con ella y no se ha estudiado mucho, aunque algo más en Argentina. Yo he podido reconstruir el viaje de ida [de los nazis auxiliados por Stauffer] teniendo en cuenta solo la llegada", cuenta la autora.

Pero el plan por el que Stauffer y tantos otros colaboradores pusieron a salvo, impunemente, a buena parte de la cúpula nazi no es el único episodio histórico que atraviesa la ficción. Grandes habla con ganas del doctor Norman Bethune, pionero en el sistema moderno de donación de sangre —gracias a él se dejó atrás la técnica que obligaba a pasar la sangre directamente de donante a receptor— que revivió, casi literalmente, a un gran número de soldados republicanos. La autora describe, como en su novela, cómo Bethune resucitó al primer combatiente, "desahuciado por pérdida masiva de sangre", como cita la autora directamente de la prensa de la época. El salvado no dudó en pedir un pitillo. Y, ante los gritos de los presentes –"¡ Viva la ciencia! ¡Viva el doctor Bethune! ¡Viva Canadá!"– el doctor tampoco dudo en responder: "¡Viva yo!". La autora reivindica que el médico canadiense debería dar su nombre a un hospital o, al menos, a una calle. Algunos, entre el público, asienten.

Hay otros episodios más desconocidos. Grandes se lamenta por ello aunque su escritura lo agradezca: "Los españoles vivimos encima de una mina de oro de historias increíbles que no se han contado". Relata una especialmente triste, que también tiene su espacio en Los pacientes del doctor García y que leyó en El fin de la esperanza, un libro que, critica, apenas se encuentra en España y que la autora tuvo que cazar con mucho esfuerzo en una web de libros de segunda mano. Se publicó bajo seudónimo en 1949 y contiene el testimonio directo de un episodio desalentador. En 1946, un grupo de estudiantes espera con avidez la resolución de la ONU en la que las naciones democráticas condenarían al fin la dictadura. Sigue Grandes: "Eran hijos y hermanos de combatientes republicanos, burgueses venidos a menos, y familiares no habían querido entregar las armas. Estaban entre mantas, en las cisternas de los váteres, bajo los colchones. Ellos, ni cortos ni perezosos decidieron que había llegado el momento y que iban a tomar las armas en cuanto la ONU condenara el franquismo". No lo hizo. Porque "eso que Franco vivió como una ofensa en realidad era una resolución vacía".

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Turno de preguntas. La primera es obligada: ¿qué hay del fin de los Episodios sobre esa guerra infinita? Quedan dos volúmenes aún y Grandes apenas suelta prenda: "La serie termina en el 64, que yo ya vivía, y para mí eso es importante. Elegí esa fecha, esos 25 años, porque Franco le dio mucho bombo a esos 25 años de paz, pero también porque estoy convencida de que en los años sesenta empezó la Transición, y que lo que pareció tan fácil en los setenta no hubiera sido posible sin eso". ¿Y luego? "En principio yo voy a hacer estas seis, ese es mi compromiso", asegura. Pero… "Es que casi me da cosa pensar en después". Dos lectoras se miran, arquean las cejas. Ellas sí piensan en después y no parece gustarles esa sombra de duda.

Bonus track: es Jesús Maraña quien abre la caja de Pandora. Es decir, Cataluña. "Estoy segura de que algún día se escribirán novelas sobre esto", lanza Grandes. Pero, si puede evitarlo, no las firmará ella.

 

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