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Teatro

Alberto Conejero hereda el "drama social" de Lorca

El dramaturgo Alberto Conejero.

A principios de 1936, Federico García Lorca dice estar trabajando en un "drama social, aún sin título, con intervención del público de la sala y de la calle, donde estalla una revolución y asaltan el teatro", según explicaba en una entrevista publicada póstumamente en Mundo Gráfico. Su Comedia sin título es uno de los (muchos) interrogantes que dejó su asesinato, al poco del golpe de Estado y del ascenso del fascismo que el poeta ya temía. ¿Tiene sentido el teatro en mitad de la revolución? ¿Es compatible la poesía con las balas? El poeta granadino preparaba sus propias respuestas, apenas esbozadas en el primero de los tres actos que iba a tener la obra. Y ahora el dramaturgo Alberto Conejero (Jaén, 1978) se atreve a heredar esas cuestiones en El sueño de la vida (Cátedra), donde completa con dos actos nuevos la obra tronchada de Lorca. 

Aunque Conejero protesta: no es que la complete. Insiste en la presentación de la obra, el lunes en los Teatros del Canal, aunque los titulares y los halagos sigan usando los mismos verbos: "termina", "continúa", "concluye"... "Comedia sin título quedó para siempre inconclusa", se excusa el escritor, "esa es su potencia y yo no he querido clausurarla". Sus dos nuevos actos, dice, "dialogan" con el primero, una conversación "entre lo que fue y lo que no pudo ser". Conejero se ha agarrado, primero, a las escasas referencias que existen de la obra. Los recuerdos de Margarita Xirgu, la actriz, empresaria y colaboradora del poeta, que aseguraba que este pensaba situar la segunda parte en una morgue y la tercera en el paraíso. El relato de Pablo Suero, periodista cercano al granadino. Sus declaraciones en entrevistas y conferencias. Poco más había. 

Conejero describe Comedia sin título como una prolongación de El público, donde Lorca abordaba la cuestión de "la verdad en el arte y en el amor". En aquella defendía la necesidad de un "teatro bajo la arena" que contara lo invisible y desafiara las "caretas" del "teatro al aire libre" (el teatro burgués, comercial y repetitivo). Y, a la vez, reprochaba a la sociedad su imposibilidad de reconocer el amor y el deseo en la relación entre dos hombres, sus ojos cerrados también ante eso. En su última obra va un paso más allá, y pasa de "la construcción de la identidad personal" a "asumir un compromiso colectivo", como indica en su introducción el investigador Emilio Peral Vega. En la pieza inacabada, que podría haberse titulado El sueño de la vida, en referencia a Calderón de la Barca, Lorca proponía unir escenario y patio de butacas y dejaba subir al pueblo a la escena. 

El peso de la Comunidad de Madrid

En la presentación de la obra, Conejero lanza: "Por las puertas abiertas del teatro entran no solo el optimismo revolucionario soñando con un mundo más justo, sino también las fuerzas más conservadoras, cínicas y agresivas. Y no nos engañemos, estas pueden encontrarse en los despachos, pero también en los andamios". En el acto estaban más presentes los despachos que los andamios. El volumen que reúne el texto de Lorca y el de Conejero lleva bien visible el logo de la Comunidad de Madrid, y su edición viene impulsada por Jaime de los Santos, consejero de Cultura, Turismo y Deportes desde septiembre de 2017, cuando Cristina Cifuentes decidió crear una cartera para las competencias asumidas hasta entonces por Presidencia. Y allí estaba también la propia Cifuentes, mientras Francisco Granados comparecía ante el juez y la señalaba, junto a González y a Aguirre, en la financiación "paralela" del PP madrileño.

 

Alberto Conejero se apresuraba a aclarar que su obra no era "un encargo" de la Comunidad, sino "una obsesión de adolescencia que no se [le] ha quitado". De los Santos, entusiasmado con la versión que hizo de Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (estrenada en el Festival de Otoño a Primavera, organizado por el Gobierno regional) quiso saber si estaba trabajando en algún otro proyecto relacionado con Lorca, y el dramaturgo le habló de "esta vieja idea". La participación de la Consejería de Cultura ha sido, sin embargo, decisiva para la publicación de la obra en la colección Letras Hispánicas del sello Cátedra, habitualmente dedicada a los clásicos de la literatura en castellano y que rara vez edita a un autor contemporáneo. El proyecto cuenta también con el apoyo de la Fundación Federico García Lorca: con los derechos de autor del poeta liberados, su aprobación no era necesaria, pero sí conveniente, y han cedido el dibujo de Lorca que aparece en portada. 

Y el empeño de De los Santos es clave también en que la pieza, con sus dos nuevos actos, vaya a llevarse a escena. Será, aclara el consejero en una charla con este periódico y otros dos medios, "antes de que acabe la legislatura", aunque no en los Teatros del Canal sino en otra de las salas vinculadas a la Comunidad (lo están el Teatro de la Abadía y el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, por ejemplo). No quiso el responsable de Cultura aclarar el nombre del director que se hará cargo de la puesta en escena, pero aseguró que se trataba de un "experto en Lorca" y que se encontraría ya haciendo el casting. Àlex Rigola, que dirigió el Canal junto a Natalia Álvarez Simó hasta el pasado octubre, cuando dimitió por la "brutal violencia" del 1-O, dirigió El público en la Abadía. Lluís Pasqual es otro de los directores que suele asociarse a los textos del granadino. 

Imantación, que no imitación

Alberto Conejero vuelve a casa

Alberto Conejero vuelve a casa

Hasta entonces, queda la obra escrita. Conejero no se considera un temerario por escribir tras Lorca, siguiendo su texto. "En este sentido, no me siento siento tan lejos este trabajo con algunas puestas en escena contemporáneas de la obra de Federico donde también hay nuevos lenguajes para dar un presente a esos materiales", asegura. En los últimos meses, los directores de escena Pablo Messiez y Carlota Ferrer han estrenado versiones de Bodas de sangre y La casa de Bernarla Alba muy lejanas de la tradición lorquiana. No es casualidad que el dramaturgo mencione nombres que distan tanto de ella como Angélica Liddel o Wajdi Mouawad: "Siento una hermandad con esa familia de autores, en cuanto que no es un teatro realista, es un lenguaje que entiende lo poético como una forma revolucionaria". 

En esa reivindicada libertad artística, el jienense asegura que no ha abrazado la "imitación" (por otra parte, imposible) del estilo de Lorca, sino la "imantación": "Los escritores somos las lecturas que nos han precedido, que han formado nuestra voz. La imantación se produce por contacto". Y se apoya también en los intertextos, extractos o reformulaciones de obras anteriores de Lorca que inserta en la pieza. Las referencias son abundantes: se lee en los dos nuevos actos a Poeta en Nueva York, particularmente, pero también de sus entrevistas, a Amor de don Perlimplín o a El público

Igual de difícil de apresar es el propósito político de la obra, inevitable en un "drama social" escrito en el contexto en el que fue escrito. En este sentido, Peral Vega señala que el de Lorca es un "texto dinamitado de trampas" que se ha leído "de manera muy incorrecta". Lo asocia con las "presiones políticas" a las que estaba sometido Lorca en el 36, llamado por unos y por otros a comprometerse con su ideología, a lo que él trataba de escabullirse, ya fuera a través de declaraciones ambiguas o, finalmente, de la ausencia de ellas. "Estaba comprometido con una revolución estética y la justicia social, pero no quería estar vinculado a ninguna sigla", zanja el profesor de la Universidad Complutense. "Lady Macbeth no puede hablar cuando un oleaje de balas abate las rosas de los jardines", dice el personaje de la Actriz escrito por el granadino. Pero Conejero completa, tomando las palabras de Lorca en una entrevista de 1935: "¿Cómo pretende que cierre los ojos ante la tragedia espantosa del hombre oprimido?". 

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