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Raül Refree, el hombre en la sombra

El músico y productor Raül Refree.

Raül Refree (Barcelona, 1976), Raül Fernández Miró en su DNI, no estaba llamado a suscitar el interés de la prensa generalista, a tener fans incondicionales. No es que un guitarrista que saltaba del punk al jazz, siempre desde la experimentación, fuera a levantar la pasión de las masas, aunque le asegurara el interés de los expertos. Y con frecuencia el público ni siquiera conoce el nombre de los productores (otra de sus múltiples vertientes) que se encuentran detrás de un determinado disco. Sin embargo ahí está: dando entrevistas, llenando conciertos en solitario e incluso generando polémicas. Su trabajo a dúo con Sílvia Pérez Cruz en granada (2014) ya le fue empujando hacia los focos. Pero ha sido Los Ángeles, debut de la cantaora Rosalía, el que le ha dejado ahí, definitivamente expuesto. Ya no es un nombre conocido solo por los habituales del mundillo y los suplementos especializados. Y eso tiene un coste. 

Quizás por eso Jai Alai, la colección que ha lanzado con El segell del Primavera (sello de los responsables del festival Primavera Sound), funcione como refugio. Una serie de discos, iniciada lógicamente con el Vol. 01, en la que el músico va a ir haciendo, básicamente, "lo que [le] apetezca en cada momento". Un cheque en blanco de la discográfica con la que lanzó su último disco en solitario (Nova Creu Alta, 2013) en el que recoger trabajos dispares bajo el formato de EP, más largo que un sencillo y menos exigente que un álbum. Lo próximo será, cuenta por teléfono, una selección de la banda sonora que ha realizado para el último filme de Isaki Lacuesta. Y el tercero, quizás el concierto que prepara especialmente para el Sónar, el festival barcelonés de música de vanguardia. Pero es también un espacio donde hacerlo solo. 

"Me encanta trabajar con gente, y es obvio porque lo hago todo el tiempo". No tiene que decirlo dos veces. No se refiere solo a sus últimos trabajos "a dúo". (Detengámonos un momento para señalar que esa no suele ser la denominación que se da a los discos en los que un guitarrista acompaña a una voz, y esto habla también de la forma de trabajar del músico.) Su tarea como productor roza el estajanovismo: en 2017 ha firmado Transilvania, el celebrado disco de Josele Santiago, y Electric Trim, de Lee Ranaldo (Sonic Youth). El 23 de febrero se publica, además, Antología del cante flamenco heterodoxo, de Niño de Elche, con Refree a los mandos. En su nómina están Las Migas, Fernando Alfaro, Christina Rosenvinge, Kiko Veneno y Rocío Márquez, entre otros. Esto, solo desde 2010. 

Jai Alai es una reacción ante el ajetreo. "Tanto Los Ángeles como granada habían sido discos  que me habían ocupado un montón de tiempo, también de gira, y no había encontrado el tiempo para hacer uno en solitario", señala, insistiendo en que no se arrepiente en absoluto de las horas dedicadas. Y prepara una confesión impronunciable en el mundo musical: "No tenía ganas de hacer un disco. El formato álbum, en este momento de mi vida, se me hacía un poco cuesta arriba". La improvisación, sin embargo... Y ahí estaba. El Vol. 01 (presentado el 19 de febrero en la sala Cuarta Pared de Madrid) es una colección de ocho temas nacidos espontáneamente en la quietud de su estudio. Sus títulos tienen el mismo formato: la guitarra con la que fueron tocados (Ramírez, Lg0, Telecaster), la fecha (11 de diciembre de 2017...) y la versión (a, b, c). "Jai Alai' en euskera significa 'fiesta alegre", explica, "y me parecía que le iba muy bien, porque me imagino la colección como algo muy festivo. No necesariamente a nivel musical, pero sí para mí, que me supone hacer un poco lo que quiera". 

Si sus trabajos con Rosalía y Sílvia Pérez Cruz han salido con Universal, y el de Niño de Elche lo hará con Sony, Jai Alai vivirá en un sello independiente. "Es obvio que esto no es lo que rigen los cánones de la comercialidad, pero yo tampoco soy un personaje especialmente comercial ni que esté pendiente de estas cosas", dice Refree. Sí y no. Es verdad que su música no es pop de consumo fácil. Pero también lo es que canciones como "Catalina", "Si tú supieras compañero" o "Aunque es de noche", con Rosalía, pasan del millón de escuchas en la plataforma de streaming Spotify. Que Los Ángeles les va a llevar a Miami y Nueva York y que y les ha permitido llenar dos veces el Circo Price de Madrid (aforo de 1.600 personas). Que ha sido uno de los discos del año para publicaciones especializadas como Rockdelux y para los premios que concede la asociación de periodistas musicales. Y con un flamenco nada tradicional. 

De hecho, el músico no se cansa de repetir que él ni siquiera tenía formación específica en el género: "No lo había escuchado en serio hasta que no conocí a Kiko Veneno y a Rocío Márquez, que me enseñaron este cante que es el que más me ha interesado, un cante antiguo: Marchena, Valderrama, Farina…". El trabajo como productor, en este caso, precedió al de guitarrista. Al de Márquez, El Niño (2014), llegó con parte del trabajo, la más clásica, ya grabada. Para la otra parte, tuvo carta blanca. Más o menos, porque la cantaora onubense, una de las voces más relevantes del flamenco, se lamentaba: "Uy, esto no sé qué van a decir'. Yo pensaba: 'Qué tontería'. Pero la presión en el mundo flamenco es otra cosa. No es como la presión en el mundo del rock, que si no les gusta lo dicen y a otra cosa". 

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Lo aprendió a la fuerza. Primero, por aquellos puristas que se sentían traicionados por la cantaora, la niña bonita de las peñas y del festival de cante de Las Minas. Para ellos: "Siempre digo que en el flamenco, como en la mayoría de músicas, tiene que haber una gente que defienda unos valores clásicos para que ese género sobreviva. Pero para que sobreviva también tiene que haber gente que lo revisite". Recientemente, por algunas voces en principio ajenas al inmovilismo de ciertos sectores del flamenco. La activista gitana Noelia Cortés criticaba en Twitter que Rosalía, paya, se estaba apropiando de una herencia cultural que no le pertenecía. "Si lo que cantas lo cantase una gitana no lo llevaría la misma gente en el móvil", escribía. El debate se replicó en los medios. Y, aunque la más afectada fue la cantaora, a él también le cayó. "Que alguien me diga una música que no se haya construido sobre el desarrollo y el conocimiento de otras músicas anteriores", se defiende el músico. "¿Qué quieres hacer con la música, enterrarla como un hueso para que no la toque nadie y que la encuentren dentro de 200 años?".

Si algunos expertos le han señalado a él como corresponsable de lo que consideraban un patinazo de Rosalía, es porque Refree no es un productor invisible. "Al final me involucro mucho en los discos. Dejar huella me parecería algo positivo, aunque no lo haga con voluntariedad". Ha recibido críticas que le acusan de hacerse notar demasiado en sus trabajos. Él objeta: "La gente tiende a comparar el disco que he hecho el último año con el que hice unos meses antes. Si comparas el que produje a Fernando Alfaro con el que he producido a Niño de Elche, seguramente no tenga nada que ver".

Y, en un momento de la entrevista, se lamenta: "El trabajo del artista y del compositor tiene una parte negativa, que es la de la exposición pública, y tienes que ser muy fuerte para que no te afecte en tu trabajo. Yo quiero ser feliz, quiero ser feliz trabajando así, y no voy  a permitir que nada rompa con esta dinámica". Él, el hombre en la sombra, empieza a salir de ella. 

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