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'Todos lo saben': el lenguaje universal de las emociones

Fotograma de 'Todos lo saben', de Asghar Farhadi.

“¿Sabes por qué nos gusta tanto la infancia? Porque en la infancia no hay pasado, por eso nos sentimos libres. El pasado nos agarra y no nos deja seguir”. Sabe de lo que habla el director iraní Ashgar Farhadi (Khomeini Shahr, 1972), ganador de dos premios Oscar y experto creador de personajes cautivos de su pasado. En él quedó grabada también una imagen que durante 15 años no pudo sacarse de la cabeza: los carteles de una niña desaparecida pegados por todo un pueblo del sur de España en el que veraneaba con su familia. Este viernes se estrena Todos lo saben, la película que ha trasladado a la pantalla aquella emoción que nunca ha podido olvidar.

El creador de la fantástica Nader y Simin, una separación (con la que se llevó su primer Oscar y el Oso de Oro, entre otros prestigiosos galardones), ha contado para este proyecto con la aristocracia de la interpretación española. El elenco suma dos Oscar, varios Goya y un buen puñado de nominaciones: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Inma Cuesta, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez y Ramón Barea. Todos ellos componen un fresco familiar en el que los viejos rencores y las envidias siguen latiendo bajo una aparente cordialidad. 

En su habitual mezcla de drama y thrillerthriller, Farhadi narra el regreso de Laura (Cruz) desde Argentina a su pueblo natal para asistir a la boda de su hermana (Inma Cuesta). Un suceso inesperado trastocará todos sus planes, haciendo que las rencillas florezcan en el momento más innecesario. Como hiciera en A propósito de Elly, el director divide la obra en dos escenarios claramente diferenciados: el jolgorio inicial da paso a una asfixiante angustia que pondrá a prueba a todos los personajes. Al igual que en aquel trabajo, el iraní también concede a todos los personajes la posibilidad de justificarse frente al espectador. “Yo creo en el personaje gris, pero eso no quiere decir que lo malo y lo bueno estén al mismo nivel. Puede hacer algo que no compartimos, pero al menos le damos la oportunidad de que explique por qué lo hace”, ha explicado el cineasta en la charla que ha ofrecido este jueves en la Academia de Cine. Todos lo saben inauguró la última edición del festival de Cannes con críticas para todos los gustos.

Pese al reto que le supone hacer cine fuera de su país (en 2013 rodó en Francia El pasadoEl pasado), Farhadi ha reconocido muchas de las costumbres de su país en España. Antes de iniciar el rodaje, se pegó a un traductor y se instaló durante un año en Madrid para tratar de captar y entender todos los detalles de idiosincrasia española. “Las diferencias no son tantas como pensamos”, asegura quien destaca por saber transmitir a través de su cine sentimientos universales. Tampoco le supuso ningún obstáculo desconocer el idioma. “Los directores, para transmitir algo, hablan mucho y eso también puede dar lugar a malentendidos con los actores. Sin embargo, cuando no sabes un idioma, dices directamente lo que quieres”, ha confesado. “Eduard Fernández me contó que su padre pintaba y que, para imaginar los cuadros, cerraba los ojos. Es algo parecido a trabajar con actores con los que no compartes una lengua”.

No obstante, antes de meterse en faena, Farhadi habló mucho con sus actores y, sobre todo, les ofreció una “llave” en la que pudieran apoyarse a lo largo del rodaje. “Por ejemplo, Darín me preguntó por qué su personaje podía tener tanta fe en dios y, a la vez, tantas dudas. Así que le expliqué que estaba basado en el Hamlet, de Shakespeare, alguien que no puede decidir y al final se sacrifica. Él era Hamlet en un pueblo español”. La consigna para Bardem fue que entendiese a su personaje como un niño de 45 años; mientras que Cruz tenía que acercarse a Laura a través de la imagen de una loba que pierde a su cría: hace todo lo que pueda para encontrarla, pero no de manera pasiva, sino que también puede llegar a  morder.

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Construir una historia a partir de una imagen

Estos flashes definen muy bien la forma de trabajar del iraní, que además del cine también dirige teatro. “En Nadir y Simin tenía la imagen de alguien lavando a su padre anciano y, en un momento, comienza a llorar y apoya la cabeza en el hombro de su padre. Quería convertir esa imagen en película y me empecé a preguntar por qué estaba solo ese hombre. Las respuestas a esa y otras preguntas me hicieron crear la historia”, ha utilizado de ejemplo. Tras el esbozo, Farhadi comienza a podar, a eliminar la información innecesaria, hasta encontrar el mensaje que quiere transmitir con esa historia. Es ahí donde aparece ese pasado que mantiene cautivas a las personas; pero también la amistad, el respeto al otro, el pudoroso rencor hacia quien se va del pueblo y prospera, la altivez sutil de quien vuelve al pueblo después de prosperar

Sobre otros aspectos de la industria, como la aparición y gran auge de plataformas como Netflix (Alfonso Cuarón acaba de ganar en el festival de Venecia con Roma, película producida por Netflix), Farhadi se ha mostrado bastante pesimista. Él, al igual que los responsables del festival de Cannes, considera imprescindible el paso previo por las salas de cine, debate clave en este asunto. Tampoco está muy satisfecho con el tipo de consumo de fomentan las series, pese a reconocer su calidad. “En las series todo es demasiado rápido, en cada minuto ocurre un suceso. Eso no permite que el espectador reflexione y, cuando te acostumbras, sólo disfruta al estar todo el rato emocionado y el cine le parece lento". Y advierte sobre ese necesario espacio para la reflexión: "Esto es peligroso. Las series están cambiando el gusto del espectador”.

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