Cultura

Philip Roth, "fuera de los disfraces"

El escritor estadounidense Philip Roth en una fotografía de archivo de octubre de 2012.

"Aquí estoy. Fuera de los disfraces e inventos y artificios de la novela. Aquí estoy, desprovisto de trucos de prestidigitación y despojado de todas esas máscaras a las que he conferido tanta libertad imaginativa como he sido capaz de reunir como escritor de ficción". La voz de Philip Roth en el prefacio de ¿Por qué escribir? suena solemne y, sin embargo, algo burlona. Encaja con la escritura —y, parece ser, la personalidad— del autor estadounidense, que abría así este volumen de ensayos, entrevistas y discursos situados entre 1960 y 2013. No podía saber Roth cuando escribía esas palabras que el libro cuya edición había supervisado iba a ser un título anunciado como póstumo en algunos países: el autor de La mancha humanaLa conjura contra América o Pastoral americana fallecería en mayo de 2018 a los 85 años, meses después de publicar Why write?. El prefacio no está fechado y por un momento parecería llegar, en la edición en español de Literatura Random House, desde el mundo de los vivos. Pero la editorial publicita el volumen con unas palabras rotundas: "edición definitiva".

Lo es, y no solo por la imposibilidad de que el autor resuelva hacer una nueva. El título traducido ahora se corresponde con el volumen número diez de la colección dedicada a Roth por la Library of America, la editorial que reúne los clásicos de la literatura estadounidense, siguiendo el modelo de La Pléiade en Francia. Que las obras de un autor se vistan con sus lomos negros cruzados por una franja roja, blanca y azul supone su consagración definitiva: solo lo han logrado poco más de 300 escritores desde 1979. La colección de Philip Roth comenzó a editarse en 2005 y alcanzó en 2017 la decena de libros: en ellos están sus 29 novelas publicadas, relatos, un guion de televisión y también el libro que nos ocupa, el más extraño, justamente por lo que señala Roth en esas líneas. No es ficción.

 

Y la no ficción es un género en el que Roth nunca se ha prodigado. Sus anteriores incursiones datan de 1975, con Lecturas de mí mismo, y 2001, con El oficio. De hecho, son estas dos antologías las que vertebran las dos primeras partes de ¿Por qué escribir?, que además toman esos títulos: Roth selecciona y revisa parte del material entonces publicado. En la primera sección el lector encuentra algunos ensayos de sus inicios en el mundo editorial, en los que, digamos, se justifica como autor: expone ciertos temas, explica algunas decisiones y, de manera más interesante, se defiende de las críticas recibidas tras la publicación de Goodbye, Columbus y El mal de Portnoy, que le vale las acusaciones de "judío antisemita". La segunda sección está poblada por las entrevistas realizadas por el propio Roth a colegas escritores como Primo Levi (publicada en 1986), Milan Kundera (1980) o Edna O'Brien (1984). En la tercera sección es donde se concentran los nuevos textos —aunque también se encuentran otros ya divulgados en prensa o como parte de distintos volúmenes—, cinco discursos y una versión ampliada de un artículo publicado en el New Yorker en 2012. 

Fue en ese año cuando Philip Roth armó su penúltimo escándalo: el escritor anunciaba en la revista francesa Les Inrockuptibles —y por tanto lejos de la prensa estadounidense, que habría matado por una noticia así— que se retiraba. Su novela Némesis sería la última. Es decir, que lo que anunciaba Roth es que ya se había retirado, en silencio, hacía años, pues Némesis se había publicado en 2010 y ya estaba acabada en 2009. El mundo pasaba a conocer lo que Roth ya sabía: que se agotaba la carrera tras la gran novela americana, que el Nobel que ansiaban sus seguidores no llegaría. Los últimos ocho capítulos de ¿Por qué escribir?, publicados o pronunciados originalmente entre 2012 y 2014, son por tanto textos de un novelista zombie. El hombre vive, el creador de ficción ya no está. Y son, por ello, más que anomalías: Roth reflexiona sobre la ficción desde fuera de la ficción. ¿Es posible saber a través de ellos cuáles eran las inquietudes de ese hombre jubilado, del hombre que había dejado de ejercer la actividad que le había movido durante toda la vida? En parte. 

Se ve, primero, un comprensible ajuste de cuentas con su propia obra, o, más bien, con la vida de sus obras en el mundo. En septiembre de 2012, Roth publicaba en el New Yorker una carta abierta en Wikipedia en la que se quejaba a la enciclopedia colaborativa de ciertas falsedades en la información referida a sus textos: en la página sobre La mancha humana —cuyo protagonista, Coleman Silk, acaba revelando que lleva toda la vida ocultando su sangre afroamericana—, Wikipedia recogía que la novela estaba parcialmente inspirada en la vida del escritor Anatole Broyard —que provenía de una familia birracial pero nunca lo hizo público—. Según Roth, tal cosa no era cierta.

En su día resultó más que curioso ver a un autor regañar públicamente a Wikipedia a lo largo de sus buenas 2.600 palabras, pero es que en ¿Por qué escribir? extiende sus apreciaciones a otras partes de su obra. Su célebre personaje Nathan Zuckerman, apunta, "no tiene ningún problema con ser judío"; la trama de Operación Shylock no permite asegurar que el escritor sufriera ninguna enfermedad mental en los años ochenta; el personaje de Levov en Pastoral americana apenas tiene que ver con el atleta Seymour Masin. En otro artículo, esta vez de 2014, titulado "Cuarenta y cinco años después", Roth reflexiona sobre Alexander Portnoy, el personaje obsesionado con el sexo a quien mandaba al psicoanalista en El mal de Portnoy yque escandalizaría por su visión del erotismo y por lo que algunos vieron como un coqueteo con los estereotipos antisemitas. La preocupación por la correcta apreciación de su obra resulta tan obsesiva como sus reflexiones sobre la idea de América que trufan las entrevistas de los últimos años. 

Muere a los 85 años el influyente escritor estadounidense Philip Roth

Muere a los 85 años el influyente escritor estadounidense Philip Roth

Pero hay que fijarse en un pequeño detalle para localizar, entre los últimos textos del libro, el mensaje poco oculto de Roth. Los artículos de esta última sección del libro, titulada "Aclaraciones", están ordenados cronológicamente, excepto el último, un discurso pronunciado por su ochenta cumpleaños en 2013 que se sitúa tras algunos textos de 2014. En él, que el escritor llama aquí "La implacable intimidad de la ficción", comienza primero ofreciendo algunas anécdotas sobre su infancia y juventud mientras, en un ejercicio retórico, promete no agotar la paciencia del público con sus recuerdos. Pero luego pasa a leer un pasaje de El teatro de Sabbath, una novela de 1995 de la que dice: "Quiero leerles unas páginas que me gustan más que cualquier otra que haya escrito. Y, después de más de medio siglo debatiéndome con la escritura, no me gustan todas las que he escrito". 

El protagonista Sabbath, dice su creador, "no vive dándole la espalda a la muerte como hacemos las personas normales". Habría estado de acuerdo, asegura, con las palabras de Kafka: "El sentido de la vida es que se acaba". Así que Sabbath deambula por un cementerio, buscando las tumbas de sus abuelos. Lee los epitafios grabados en las lápidas —"Amada esposa y madre Florence. Querido hermano, Dr. Boris. Amado marido y padre Samuel. Amado padre Saul..."— y se pregunta qué rezará la suya. Dialoga con sus antepasados bajo tierra, explora en su propia memoria recuerdos compartidos con los muertos. Y, al final, "en la tierra revuelta donde Lee Goldman, otra abnegada esposa, madre y abuela, acababa de recibir la compañía de un miembro de su familia", recoge unos guijarros. Los deposita sobre las tumbas, como los senderistas que dejan un testimonio de su paso al borde del camino. O como quien marca un lugar al que deberá volver. Las últimas palabras de Sabbath, las últimas palabras elegidas por Roth: "Aquí estoy". 

 

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