Cultura

Los padres del 'indie' echan la vista atrás

Los músicos Fernando Alfaro y Antonio Arias.

¿Cómo es posible que Antonio Arias y Fernando Alfaro no se conocieran? El primero con Lagartija Nick y el segundo con Surfin' Bichos se convirtieron, desde el sureste español, en los padres del indie que vendría y que hoy reúne a decenas de miles de personas en sus conciertos. Se llevan un par de años y, por lo tanto, ambos pasan de los cincuenta. Ambos han ido de la autogestión a la multinacional. Ambos son conocidos por sus letras, un fogonazo en medio del rock patrio. Ambos son referentes de músicos como Los Planetas, Nacho Vegas o Niños Mutantes. Ambos han sufrido odiosas comparaciones. Ambos tienen desde hace años sus respectivos proyectos en solitario. 

Y sin embargo los amigos comunes —numerosos— han tenido que insistir durante años para reunirles. Lo han conseguido: Arias y Alfaro arrancan un proyecto juntos el 31 de octubre en A Coruña. ¿Qué tipo de espectáculo? Es difícil precisarlo. "No es un concierto", dice uno a lo largo de la entrevista en la casa de Madrid en la que se han reunido para ensayar. "Tampoco queríamos que resultara algo teatral", apuntan luego. Es, en realidad, una recreación de lo que ha sido su encuentro: una larga charla plagada de anécdotas y reflexiones —ellos las llaman "rayadas trascendentales"— en la que comparten canciones de uno y otro, que se muestran como si exhibieran un juguete nuevo. El público tiene la ilusión de asistir al inicio de una amistad que debería haber arrancado hace décadas. 

Aunque en esto hay dos versiones: Arias defiende que él recuerda una noche lluviosa, en Albacete, donde se cruzaron. Alfaro asegura que aquello jamás ocurrió. Ahora han sufrido una especie de simbiosis: el de Surfin' Bichos se ha recortado la barba, el de Lagartija Nick se la ha dejado crecer. "Una vez apareció con una camiseta que tengo yo", se queja este último, "y yo me dije: ¿pero este tipo me quiere suplantar?". Y eso que solo se han encontrado, por ahora, en tres ocasiones, que dieron para varias jornadas de largas horas de ensayo, todo comandado por Miguel Ángel Blanca, cineasta y vocalista del grupo Manos de Topo, que guioniza la charla en torno a temas o anécdotas prefijados, y que les ayuda a engarzar las canciones. Hoy los dos visten de negro y alternan los sorbos de la cerveza mientras se roban la palabra. 

Todo empezó, cuentan, en un bar de Barcelona. La caña inicial se alargó unas cuantas horas —"Tenemos en común el palique", confiesa Alfaro— y descubrieron, para sorpresa de nadie, que tenían mucho de que hablar. Cuando empezó a formarse el proyecto de Surfin' Bichos —uniendo a Los bichos y a Surfin' Jesus, un personaje que el de Albacete se había creado para tocar en solitario—, Lagartija Nick comenzaba a fraguarse en 091, otro mítico grupo al que pertenecía Arias y por donde rondaban los hermanos García Lapido, nombres constantes en el rock granadino. Cuando Lagartija Nick ficha por Sony para grabar su álbum Inercia, Surfin' Bichos había firmado ya con RCA. Si esta última formación desaparecía en 1994 —ahí nacería Chucho, la otra gran banda de Alfaro—, Lagartija Nick cambiaba totalmente su plantilla antes de 1999. 

"Te ves en el otro", dice Antonio Arias en un arranque de ternura. Se reconocen en sus idas y venidas, en sus referencias —se menciona a Elvis Costello, a Sonic Youth, a Leonard Cohen, a Marc Almond— y en su larga carrera. Encuentran en la geografía una metáfora para sus vidas. Granada y Albacete comparten un pequeño fragmento de frontera, pero las comunicaciones entre ellas dejan que desear. "Si intentas atravesar", dice Arias, "ves que es pura sierra". "Tienes que bajar por Murcia o Almería...", completa su compañero, "y al final tardas más". Pero llegas. "No hemos estado nunca cerca físicamente", continúa, "pero sí que hemos tenido caminos... Yo le veía, porque él empezó antes que yo y era el primer referente que yo tenía que era de mi edad, y sí que pensaba que había ahí una cercanía espiritual, digamos. Una cercanía". 

¿Y una conciencia generacional? "Lo que nosotros contamos son cosas que te pasan cuando tienes 50 años y llevas 30 en la música", admite el líder de Chucho. Han vivido el cambio de tercio en el rock, que fue en los noventa del punk al flamenco con una mirada renovada al universo anglosajón. Han vivido el auge de la música independiente, el desencanto con la industria, el regreso a la autogestión, el recambio hacia un sonido más pop. "Nosotros estamos aquí, pero hay otros mil como nosotros en la escena", reflexiona Arias. "Y cuando te hablan de la escena, de por qué eres tú representante de la escena... ¡¡¡Porque estamos vivos!!!", dice, alzando los brazos. 

Lagartija Nick busca sus raíces

Lagartija Nick busca sus raíces

Hay algo de crisis de los cincuenta en todo esto, cosa que ellos aceptan con alegría. De mirar hacia atrás. En Sangre en los surcos, su último disco, Fernando Alfaro reúne temas de las distintas etapas de su carrera. Lagartija Nick, mientras, ha recuperado sus orígenes para Crimen, sabotaje y creación, primer álbum de la formación original desde el mítico Omega junto a Enrique Morente, que en 2016 cumplía 20 años de su publicación. Este encuentro es un antídoto para la autorrepetición: juntos, a partir de sus charlas, han recordado canciones que quedaban lejos de su repertorio habitual. "Te pones a tocar, a recordar los acordes, y es como si revivieran", dice Alfaro. "Y con ellas, revives tú", completa Arias. A través de la mirada del otro, dicen, aprenden a mirar sus canciones de manera distinta, vuelven a explorarse, se autoversionan. 

En este work in progress —porque no quieren que el espectáculo se convierta en algo teatral y dejan mucho a la "improvisación controlada"— no dejan de ver señales. "Lagartija Nick y Surfin' Bichos... mira, se parecen", reflexiona Arias, "una parte ibérica y otra que suena a inglés, algo que no significa nada...". "Y las dos tienen lo del bicho, del animal", sigue Alfaro. "Coño, nunca lo había pensado", contesta su compañero. Y de nuevo se sorprenden de ese estar condenados a encontrarse. Serían los únicos. 

 

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