Cultura

El libro viejo se gusta conectado

Libros antiguos en una estante del Trinity College de Dublín.

Hace tiempo que comprar un libro dejó de ser adquirir un conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen.

Hace tiempo que existe la posibilidad de adquirir libros digitales (en rigor, no hay libro) y audiolibros (en rigor, tampoco). Pero, cuando hablamos de libros físicos, las divisiones tradicionales se mantienen: libro nuevo (de tapa dura, de tapa banda…) y de segunda mano y ocasión. Y ambos tipos se pueden comprar en internet.

Si quiero hacerme con Sabotaje, novela de la serie Falcón de Arturo Pérez ReverteSabotajeFalcón, sin salir de casa, dispongo de un amplio abanico de posibilidades.

La web de la editorial me ofrece cuatro posibilidades: eBook (9.99 €), tapa dura con sobrecubierta (20.90 €), bolsillo (12.95 €) y audiolibro (15.99 €). Elijo "tapa dura con sobrecubierta", y con un clic accedo a las librerías de Amazon (19.85 €), Casa del Libro (20.90 €), Fnac (19.85 €) y El Corte Inglés (19.85 €); o a "tu librería más cercana". Es decir, tres de los cuatro grandes ofrecen un descuento del 5% (la ley de precio fijo tiene sus excepciones).

Si a pesar de todo me parece caro, descartadas las librerías de viejo o las modernuquis low cost a pie de calle, una web de segunda mano, Uniliber, me da la solución: 13.60 euros, en buen estado.

Librerías de librerías

El libro de segunda mano sobrevive, es evidente, y su comercio se actualiza.

Me pongo en contacto con Uniliber, una asociación de profesionales de toda España especialistas en libro antiguo, viejo, usado y agotado, así como de profesionales del coleccionismo; con Relibrea, que nació de una necesidad real: familias que no podían costear los libros de texto de sus hijos cuando no existía ninguna otra plataforma de compraventa, Amazon todavía no operaba entre nosotros y otras empresas ya consolidadas no prestaban importancia al sector de los libros usados; e Iberlibro, fundada en 1999 y adquirida por AbeBooks en 2004 para operar como portal asociado; desde 2008, Abebooks es subsidiaria de Amazon.com. En las dos primeras hemos hablado con portavoces que prefieren no ser identificados; en Iberlibro, aunque transmitieron nuestra solicitud "al departamento adecuado" y se comprometieron a ponerse en contacto con nosotros "en un plazo de dos días hábiles", dieron la callada por respuesta.

Empecemos constatando lo evidente: las plataformas, dependiendo de su funcionamiento y estructura interna, "han dado una nueva vuelta de tuerca a la clásica operación de compra-venta de libros ―aseguran desde Relibrea―, introduciendo conceptos como el contacto con personas en ámbito local o la posibilidad de intercambio de ejemplares entre alumnos del mismo centro, por ejemplo". La web les permite aumentar su potencia de tiro, fortalecer sus ambiciones, ampliar su campo de acción… pero hay también otro cambio, o así lo defiende Uniliber: la profesionalidad. "Las plataformas que venden exclusivamente libros y coleccionismo de papel exigen que los vendedores sean libreros o anticuarios establecidos legalmente, en las genéricas vende cualquiera y una cosa es que un particular oferte de forma esporádica su biblioteca o unos libros que recibió de una herencia y otra que se alojen negocios encubiertos que no están dados de alta ni pagan impuestos y que, por supuesto, no son profesionales del libro, les da igual vender libros que motos." Esta amalgama de aficionados, afirman, también afectan a los precios de los libros porque "no les dan valor", sobre todo cuánto más antiguo e importante es el libro: "sólo quieren dinero rápido".

Otra evidencia: no están todos los que fueron, muchos se han caído por el camino, pero son ya muchos. En Relibrea atribuyen este auge "a la necesidad de la población de conseguir mejores precios en sus libros, especialmente en los de texto, además del crecimiento la conciencia ecológica y contraria a la acumulación de objetos cuando éstos pueden tener una segunda vida".

Una segunda vida que, a veces, les proporcionan las propias editoriales cuando saldan excedentes. El penúltimo Informe de Comercio Interior de la Federación de Gremios de Editores indica que, en 2017, 53 editoriales realizaron ventas por saldo que supusieron 6.67 millones de euros (frente a los 6.28 de 2016); son operaciones que generan derechos de autor. Pero va a ser difícil conocer la evolución de ese subsector del mercado, porque en el estudio siguiente, el de 2018, aún en elaboración, la FGEE ha cambiado de criterio y computa en un mismo epígrafe saldos y ventas especiales, que son las que se hacen para su distribución con periódicos y acciones similares.

En cuanto a las ventas de segunda mano y ocasión propiamente dichas, el control global es prácticamente imposible, entre otras cosas, porque cada plataforma tiene normas de actuación distintas. Relibrea no compra libros para su posterior venta: actúa a modo de 'tablón de anuncios' que une a la persona que quiere vender con la que quiere comprar un determinado ejemplar. IberLibro es un mercado digital, conecta a clientes y vendedores, pero no toca un libro. Los asociados de Uniliber compran los libros que venden como consideran, a veces a particulares, "y nos consta que se aseguran de que tienen un origen lícito"; de hecho, la propia asociación informa "de cualquier robo o sustracción de libro importantes que se produce para tenerlos alertados". Hay plataformas que compran lotes a Amazon o Fnac…

Un universo paralelo

Un mundo que escapa al control de editoriales y autores, por completo ajenos a un comercio que genera para ellos el mismo beneficio "que para un fabricante de automóviles cuando se venden coches de segunda mano, ninguno ―me dice Uniliber―. Las editoriales y los autores perciben dinero de la primera venta". Si bien hay fórmulas, como la que explica Relibrea: "En ocasiones hemos visto libros nuevos (antiguos en cuanto a fecha de publicación, pero nuevos en cuanto a que no han pasado por ninguna mano) ser vendidos en el mercado de los usados con el fin de buscarles una nueva salida. No es lo más habitual, pero es una práctica que podría extenderse cada vez más con el fin de, efectivamente, seguir generando un beneficio (o evitar una pérdida, más bien) a autores y editoriales".

En cuanto a los beneficios de los libreros independientes adheridos a estas plataformas, en ocasiones ha habido quejas porque se les cobran unas comisiones que consideran muy altas. Es la pregunta que hacían hace unos meses a Pedro Carrera Hortas, de Abebook, en la página web de la Amigos del Libro Antiguo. "A los vendedores que utilizan IberLibro se les cobra de tres maneras –explicaba este especialista en mercadotecnia en línea―. La primera es la tasa mensual, que comienza con 15€ por un máximo de 250 artículos a la venta. En segundo lugar, hay una comisión del 8% por cada venta. Y por último hay un gestor de pagos externo que tramita los pedidos por tarjeta de crédito, al que se aplica una comisión del 3.5%". Se extendía después asegurando que sus comisiones no han variado desde 2008 y, a cambio, se aseguran "de que nuestros vendedores encuentren clientes 365 días al año y 24 horas al día". Los costes de los envíos son estipulados por cada vendedor, no AbeBooks. La recogida en librería es complicada debido a la distancia entre clientes y vendedores, que a menudo están en diferentes regiones o países, y porque algunos vendedores no tienen un local físico.

En esa entrevista también le trasladaron el descontento por el hecho de que la plataforma permita la venta de libros a particulares y a librerías que no cumplen requisitos legales porque lo consideran una competencia desleal. "AbeBooks se ajusta a todas las legislaciones vigentes. Asimismo, exigimos a nuestros vendedores cumplir con toda ley aplicable".

En manos de gigantes

Iberlibro, queda dicho, nació como independiente, pero acabó engullida por un gigante primero, y por otro después. Es la consecuencia de su éxito en el mercado del libro en español.

El 'Brexit' de los libros

El 'Brexit' de los libros

Buscamos casos de estudio fuera de nuestras fronteras y encontramos Momox, empresa nacida hace 15 años en Alemania que se ha internacionalizado gracias a varios fondos (Acton, Verdane Capital X, CW Beteiligungs…).

Las otras dos plataformas que han accedido a responder a nuestras preguntas presumen de su independencia, aun admitiendo que el no tener detrás ni fondos ni grupos de inversores supone un lastre en su competición con las que sí los tienen, y que el auge de un determinado sector, especialmente en ámbitos digitales, puede hacer inevitable el recurso a esas fuentes de financiación.

Nada queda de aquellas covachuelas cenicientas en las que apasionados de los libros apilaban ejemplares que sólo ellos podían ubicar. Eso que salen ganando los alérgicos al polvo.

Más sobre este tema
stats