Cultura

Una de cal y una de arena: así han sido los primeros pasos del nuevo Ayuntamiento de Madrid en política cultural

Andrea Levy,  delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, el pasado julio.

La cabalgata de Reyes, los titiriteros, el conflicto en torno a las Naves de Matadero... El área de Cultura, un campo supuestamente amable, se convirtió de inmediato en un dolor de cabeza para el Gobierno municipal de Ahora Madrid. El nuevo consistorio de la capital, con la alcaldía del PP en coalición con Ciudadanos, es consciente de que se adentra en terreno pantanoso. De hecho, el nombramiento de Andrea Levy —uno de los nombres más populares del nuevo equipo y también una figura asociada a un PP menos conservador— como delegada de Cultura se leyó como un guiño al sector, considerado mayoritariamente de izquierdas y algo revoltoso en los medios de comunicación. No tardó mucho el equipo de Almeida en darse de bruces con un problema que ya veían venir: bastó con la respuesta ciudadana a la cancelación de las actuaciones de Def con Dos y Luis y Pedro Pastor durante el verano, que pusieron en pie de guerra a creadores y asociaciones de vecinos.

Si la entente cordiale no duró mucho, rota por el veto a los músicos, la concejalía de Levy se sacaba el martes un as de la manga: el nombramiento de Natalia Menéndez al frente del Teatro Español y las Naves de Matadero. La decisión llegaba sin concurso público, pero la directora y dramaturga es una figura respetada dentro de las artes escénicas, por lo que las críticas han sido escasas y a media voz. Las primeras decisiones del Ayuntamiento de Madrid en el campo de la cultura dejan, por tanto, una de cal y una de arena y permiten esbozar ya los puntos claves del programa del Gobierno conservador para este área: de un lado, la voluntad de ganarse a los creadores como hizo, por ejemplo, Jaime de los Santos al frente de la Consejería de Cultura del Gobierno autonómico del PP; por otro, las trazas de una política cultural de mano dura muy marcada ideológicamente. 

Una figura de consenso

Fue José Luis Martínez-Almeida quien se reservó los honores de anunciar que será la actriz, directora y dramaturga Natalia Menéndez quien se pondrá a los mandos del Teatro Español, el mayor centro teatral de la capital y una de las principales salas del país. Que lo hiciera el alcalde y no la delegada de Cultura da la medida de lo positiva que consideraban la noticia dentro del PP. No era para menos: no solo la felicitaba Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura por Ciudadanos en el Gobierno regional madrileño; también se alegraba públicamente Mar Espinar, portavoz socialista de Cultura, Deporte y Turismo en el Ayuntamiento de Madrid. Menéndez venía a sustituir a Carme Portaceli, desde 2017 al frente del Teatro Español, y a Mateo Feijóo al frente de las Naves: ambos contratos finalizaban a finales de septiembre según el consistorio. 

Y eso que Menéndez será nombrada —aún están negociando el contrato— por designación directa y no por concurso público, procedimiento por el que habían sido elegidos tanto Carme Portaceli con el equipo de Manuela Carmena como Juan Carlos Pérez de la Fuente con el equipo de Ana Botella. "No me he presentado a ningún concurso público porque desde aquí digo que no creo en ellos", había dicho el pasado mayo la directora en una entrevista con Cadena Ser. Pero han sido contados los que han afeado al consistorio su falta de transparencia. Sí lo hacía, por ejemplo, Rita Maestre, concejala de Más Madrid en el Ayuntamiento y antigua portavoz con la alcaldía de Manuela Carmena: "Vuelven los nombramientos digitales a los teatros públicos y los contenedores culturales de Madrid", decía en Twitter. "Las modernísimas buenas prácticas de gestión del PP y Ciudadanos". 

"La invitación a Natalia Menéndez es tan sólida, desde un punto de vista profesional, que no hay debate sobre su elección", contestaban fuentes del área de Cultura a preguntas de este periódico. La directora de escena es conocida, en el ámbito de la gestión, por su trabajo al frente del Festival de Teatro Clásico de Almagro, que encabezó desde 2010 a 2017. "De hecho, el sector ha acogido la noticia con entusiasmo", insistía este portavoz. Lo confirma la productora Concha Bustos: "Es alguien muy respetado por el sector, todos confiamos mucho en ella y respetamos su gestión en Almagro, y ella nos conoce a todos". Menéndez llegó al certamen de teatro clásico cuando este pasaba por unas graves penurias económicas y consiguió reducir una deuda de 1,3 millones de euros mientras doblaba el número de espectadores de 30.000 en 2010 a 70.000 en 2017

El movimiento "inteligente" de Levy

La productora, una de las más relevantes de las artes escénicas, forma parte de una plataforma de creadores que ve ahora cumplidas sus reivindicaciones. Porque el Ayuntamiento gobernado por el PP y Cs había tomado ya una decisión sobre esta sala: Levy volvería a unir las Naves de Matadero al Teatro Español. En una de sus apuestas culturales más polémicas, Ahora Madrid había desgajado las primeras del segundo, instalando en ellas el Centro Internacional de Artes Vivas, una sala dedicada a la creación de vanguardia que renunciaría al tipo de teatro de texto que había constituido desde entonces el grueso de su programación. Quienes pertenecían a esta última línea creativa dijeron sentirse "excluidos", mientras los más cercanos a la danza y la performance celebraron la creación del centro público. El enfrentamiento, plasmado en sendos manifiestos, se avivó cuando se hizo patente la bajada en recaudación del nuevo Centro Internacional de Artes Vivas. 

Busto pasó a formar parte de una plataforma de creadores escénicos —ahí estaban también productoras como Chusa Martín, directores como Juan Carlos Rubio y actores como Roberto Álvarez— que abogaban por el regreso al antiguo modelo. "Cómo vamos a valorar el cambio, pues positivamente. No se trataba de quitar lo que había, sino de sumar y no restar. Nosotros decíamos que, de las dos naves que había, una podía dedicarse a una cosa y la otra a otra", comenta Busto a este periódico. Por ahora, la cosa se quedará como está: el Ayuntamiento se ha comprometido a respetar las dos programaciones diseñadas por los antiguos directores. La plataforma recibió la llamada de la concejalía de Cultura antes del verano, dice la productora, y Rubio y Álvarez se reunieron con el equipo de Levy, un encuentro en el que, cuenta Busto, "no se habló de nada importante ni había nada decidido" pero que sirvió para tantear a esta parte de la profesión. 

La productora no duda en calificar de "inteligente" la decisión de Levy y del Ayuntamiento conservador. "Sustituir a una persona tan potente como ha sido Carme [Portaceli] no es fácil", concede. Portaceli, que ha hablado de su marcha como un "cese" —el área de Cultura rechaza este calificativo e insiste en que se acababa el contrato—, ha llevado la ocupación del Español de un 33% a un 75%, y la recaudación de los 780.000 euros a 1,5 millones de euros. Tampoco critica Busto la ausencia de concurso público: "Lo del concurso... Al final, también es un nombramiento a dedo, aunque el dedo esté tapado. A veces es preferible una apuesta como esta". Una respuesta similar da el área de Cultura: "El concurso no garantiza una mayor calidad del proyecto. Es más, puede causar el efecto contrario y que personas con CV indiscutibles desestimen presentarse". Es lo que había hecho hasta ahora Natalia Menéndez, según contó ella misma. 

Un comienzo estrellado

Pero no todo han sido flores, ni mucho menos, para los primeros pasos de la gestión Cultural del Ayuntamiento de Martínez-Almeida. El 4 de julio, el consistorio decidió cancelar la actuación del grupo Def con Dos en las fiestas del barrio de Tetuán argumentando que su cantante, César Strawberry, había sido condenado por enaltecimiento del terrorismo debido a unos tuits. "A nosotros nos pilló de sorpresa porque no faltaban ni 24 horas para el concierto", dice Luis Arribas, presidente de la Asociación de Vecinos Ventilla-Almenara, que participaba en la organización de las fiestas. "Pero lo que nos sorprendió más es que las actuaciones las habían aprobado todos los partidos en la Comisión de Fiestas, también los del PP". Lo mismo cuenta Mario Lozano, presidente de la asociación Osa Mayor Aravaca, el barrio en cuyas fiestas se canceló el concierto de Luis y Pedro Pastor: "Se había aprobado en Comisión de Fiestas, como todo lo demás, y a nadie le pareció mal". 

En este último caso, Andrea Levy se desmarcó de lo que consideraba una decisión autónoma de la Junta del distrito —el área respetó, por ejemplo, la programación al completo del ciclo Los Veranos de la Villa, organizada por el anterior consistorio— y desde Cultura alegaron que la concejala no compartía el cambio y que desconocía la maniobra de Aravaca. Pero Mario Lozano no parece convencido: "Pedimos explicaciones a la Junta y no fueron capaces de decirnos quién había sido [quien había tomado la decisión], nos dieron a entender que la cosa venía de arriba". De hecho, cuenta, hubo un momento en que se podría haber rectificado, cuando Los Fesser, grupo contactado para sustituir a los Pastor, declinó la petición por solidaridad. "Nos dijeron de nuevo que no podían dar marcha atrás. Se entendía que era una apuesta de alguien", dice el presidente de la asociación. De hecho, Lozano asegura que la relación con Víctor Pampliega, portavoz del PP en la Junta de Aravaca, siempre ha sido buena y que él intentó mediar, sin éxito, en esos momentos de tensión. 

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Luis Arribas, representante de los vecinos de Tetuán, cuenta algo similar: "Nadie nos dijo de dónde venía esa decisión [de cancelar a Def con Dos], pero todos nos imaginamos que venía del alcalde o de su círculo". Se lo imaginaban, sobre todo, porque la concejala de distrito, Blanca Pinedo —también del PP—, les dijo, siempre según Arribas, "que ella tampoco estaba muy de acuerdo y que lo mismo iba al concierto de Aravaca". Se refiere al concierto alternativo de los Pastor organizado poco después de la cancelación por artistas y vecinos. "Nos hemos reunido tres veces con la concejala [de distrito], pero no nos han explicado nada. Y nadie del [área de Cultura del] Ayuntamiento nos ha llamado ni nos ha dicho nada". 

Ambos temen que, con estos precedentes, el consistorio marque unas "líneas duras muy restrictivas" para la programación en los barrios, y miran con cierta prevención a las cabalgatas de Reyes o los carnavales, donde los vecinos han participado en los últimos años a través de las Juntas de Distrito. "Es que es ridículo, no entiendo por qué tienen que meterse en estos líos", se pregunta Luis Arribas. Mario Lozano tiene una hipótesis: "El tema de la guerra cultural es algo que está muy presente, sobre todo para la extrema derecha". 

 

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