Cultura

Joan Margarit: "La comunidad que no ha pasado por eso, no entiende lo que sucede en una guerra civil con la lengua"

El poeta Joan Margarit posa tras la rueda de prensa que ha ofrecido este jueves en Barcelona tras ser galardonado con el Premio Cervantes 2019.

Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) está "encantado de la vida" con el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español, que le fue concedido por el Ministerio de Cultura el pasado jueves. Eso, pese a las incesantes llamadas —durante esta conversación telefónica, no deja de oírse ring del otro lado— que, a sus 81 años, le tienen agotado. Y pese a las leves fricciones políticas surgidas en torno a él. El viernes por la mañana contaba en la televisión autonómica TV3 que nadie del Govern le había llamado para felicitarle por ser el primer autor en catalán —él es un escritor bilingüe que escribe en dos idiomas— en recibir el galardón; poco después, el president Quim Torra le telefoneaba y publicaba un tuit celebratorio.

Más allá de la discusión sobre las opiniones políticas de Margarit que el fallo ha generado —aunque ahora prefiere no pronunciarse, en 2010 apoyó el soberanismo desde su pregón de las fiestas de la Mercè—, el poeta y caterático jubilado de Cálculo de Estructuras se muestra particularmente "encantado" con la decisión del jurado, que reconocía su obra por enriquecer "tanto la lengua española como la lengua catalana" y por representar "la pluralidad de la cultura peninsular". "Parece que, en cierta manera, en el territorio de la cultura no nos vamos volviendo más bestias", celebra Margarit. 

Pregunta. ¿Cree que el público que le está conociendo ahora, tras el Cervantes, entiende su relación con las dos lenguas, el castellano y el catalán?

Respuesta. Como ya no hay historias violentas, la gente ha dejado de comprender. La comunidad que no ha pasado por eso, esas dificultades históricas, no entiende lo que sucede en una guerra civil con la lengua. Yo vivo en catalán los primeros años, pero en casa da miedo hablar y todo es silencio en torno a la guerra, un silencio protector, porque a un niño con cuatro años en casa no se le cuentan las cosas. Pero luego cuando te pones a aprender a leer o a escribir, ya no es en catalán, porque se prohíbe enseñar el catalán bajo pena de muerte y el español te lo enseñan a bofetones, aunque de esto no tiene culpa la lengua, claro. Pues esto es difícil de explicar a quien no lo ha vivido. A quién le importa eso, que un poeta catalán o alemán o francés viva una guerra civil y no tenga su lengua. Es que no hay bibliografía de eso, tú buscas sobre eso y no hay nada.

P. A menudo cuenta que la educación no le sirvió precisamente...

R. No, claro que no. El instituto al que fui se llamaba Ausiàs March [poeta medieval valenciano]. Después de pasar seis años allí, seis años en los que no me dieron a leer ni un libro —eso sí, me sabía de memoria las obras de Calderón y de Lope de Vega—, nosotros salimos pensando que el tal Ausiàs March era un escritor ruso. Yo creo que no le cambiaron el nombre porque ellos tampoco sabían quién era.

P. ¿Por qué empieza a escribir en castellano?

R. Cuando tienes 16 o 17 años y te pones a escribir, y te preguntas cómo lo harás, piensas que has de hacerlo donde tienes más cultura, que es en castellano. Ya ves la cultura que tendríamos... Luego te pasas años preguntándote por qué no puedes decir en el papel lo que tienes en la cabeza. Y en un momento dado te das cuenta de que eso que estabas buscando es tu lengua, tu lengua materna. Pero entonces han pasado 20 años. Porque mis primeros poemas [en catalán], los escribo cuando tengo 37 o 38 años. Pero luego tampoco es eso, porque mis primeros libros en catalán son demasiado entusiasmados, demasiado… Aquello termina con Estació de França, donde decido que esa lengua de cultura también la voy a usar, porque forma parte de mis herramientas. Pero es que para cuando publico ese libro tengo ya 60 años [risas].

P. ¿Cree que fue un tiempo perdido?

R. No, no es tiempo perdido. Eso es como si se acaba tu primer amor porque no os entendéis y luego viene otro. ¿Dirías que ese primero fue tiempo perdido? No lo dirías. No hay tiempo perdido, ese tiempo fue necesario.

No hay ningún gran poeta que haya escrito en una lengua que no sea su lengua materna. No lo hay. Y si lo hay, que me lo digan, porque lo llevo buscando toda la vida. Lo que pasa es que se confunde la prosa y la poesía y se llama todo literatura como si fuera lo mismo. Claro que hay novelistas en francés que son rumanos, pero es que para la prosa solo hace falta saber escribir. No tiene esa relación con la lengua materna.

P. ¿Y piensa en cómo hubiera sido su carrera si hubiera podido desarrollarla completamente en libertad?

R. No, porque esa libertad no existirá nunca, no creo que pueda hacerla el hombre. En cuanto a la creación del poema, yo lo he vivido exactamente igual bajo la dictadura que en lo que tú llamas libertad. Lo que hay que encontrar es la libertad dentro de uno, para encontrar sus propias herramientas, que no le van a venir de la comunidad, sino de un espacio propio, de dentro. Siempre ha habido gente que ha escrito en catalán. Es verdad que era difícil, porque fue un proceso muy largo, y quizás no publicarían. Pero nadie te puede prohibir escribir, aunque no publiques. Ni siquiera si te meten en la cárcel y te quitan el papel, porque entonces escribirás de memoria. Como los rusos.

P. ¿Cree que su poesía puede servir para sanar una herida histórica?

R. No hay nada más útil ni nada más a ras de suelo que la poesía. Pero eso no tiene que ver con la poesía social de los cincuenta. Yo soy de los que piensan que los mejores poemas de Blas de Otero son aquellos en los que no habla de política. No va por ahí. ¿Por qué Platón deja fuera de su ciudad ideal al poeta? Porque es el único que puede hacerle sombra. Porque la poesía es lo que más tiene de verdad, y de verdad en la política hay poco. Como decimos en catalán, non hi ha un pam de net, no hay ni un palmo limpio. Eso no quiere decir que yo no tenga opiniones políticas, claro que las tengo, solo que no están ahí ni considero que ese sea mi oficio.

P. El Premio Cervantes quizás haga que lectores latinoamericanos que jamás hayan escuchado el catalán lo lean por primera vez. ¿Cómo se siente con respecto a eso?

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R. Bueno, ellos tendrán los poemas en español, que no es una traducción, es una versión. Los poemas nacen siempre en catalán y desde ahí salen las dos versiones, de modo que de tres o cuatro meses, pasan una semana solo en catalán. Por ejemplo, tengo un poemario que en catalán se titula Des d’on tornar a estimar, que literalmente sería Desde dónde volver a amar, que en castellano es muy farragoso, muy enrevesado, y en catalán es de todos los días, digamos. Entonces en español se llama Amar es dónde. No son traducciones.

P. ¿Y cree que pueden generar un acercamiento al catalán?

R. No creo, no creo. No sé si por leer tú un buen poema en castellano traducido del quechua vas a ponerte a aprender quechua, no creo. No es por hacer de menos al quechua, ni al catalán, pero así es la vida.

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