Cultura

Las industrias culturales temen grandes pérdidas por la crisis del coronavirus

La fachada del Museo del Prado el martes por la noche, el último día de apertura de la pinacoteca "hasta nuevo aviso" por la crisis del coronavirus.

Era el último día de apertura del Museo Reina Sofía, pero aún no lo sabía nadie. En la mañana del miércoles, el centro abría con normalidad, habiendo adoptado algunas medidas para protegerse de la epidemia de coronavirus —ese mismo día, declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud—, como el control del aforo en las salas más concurridas o la cancelación de las visitas escolares. Pero unas horas más tarde el Ministerio de Cultura endurecía las directrices establecidas el martes por Sanidad: el Reina Sofía, el Museo del Prado y el Thyssen, las principales pinacotecas de España, dependientes todas del Estado, cerraban sus puertas desde el 12 de marzo "hasta nuevo aviso". Las limitaciones para combatir la enfermedad se extendían así en las zonas especialmente afectadas, la Comunidad de Madrid, La Rioja, Vitoria y Labastida.

Los dos primeros centros ya estaban el martes casi desérticos. Los tres visitantes que contemplaban el Guernica y la escasa decena que admiraba Las Meninas serían de los últimos en hacerlo previsiblemente en las próximas semanas. Frente a los 8.000 visitantes de media diarios, el miércoles acudieron al Prado unos 2.800, según decía el jueves por la mañana su director, Miguel Falomir. La crisis del coronavirus avanza rápido, y las medidas tomadas y anunciadas por los museos entre el martes y el mismo miércoles —los trabajadores en riesgo estaban ya en sus casas, se limitaba el aforo en las horas de gratuidad del Prado, los empleados portaban guantes de látex...— quedaron obsoletas en tan solo unas horas. España sigue así la estela de Italia, que decretó el sábado el cierre de museos, cines y teatros en todo el país. 

Los teatros del Ministerio, cerrados

Las consecuencias de la enfermedad tocan al sector cultural desde el martes, cuando el Ministerio de Sanidad anunció la cancelación de todas las las "actividades colectivas" de "ocio, culturales y similares" en locales cerrados de más de mil personas dentro de las zonas más afectadas por la epidemia, y redujo a un tercio el aforo de las que quedaran por debajo de esa cifra. Algunas instituciones públicas han ido más allá: el miércoles, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música optaba por el cierre de todos sus centros de exhibición en Madrid, una medida que afecta al Auditorio Nacional de Música, el Teatro de la Zarzuela, el Teatro de la Comedia (sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico) y los teatros María Guerrero y Valle-Inclán (sedes del Centro Dramático Nacional). A preguntas de este periódico, la institución no supo precisar si también se anulaban algunas actuaciones que sus unidades de producción tienen previstas fuera de Madrid. 

Se sumaban a los centros del Ayuntamiento de Madrid (teatros como el Español y espacios culturales como Conde Duque), que cerraban igualmente sus puertas hasta el el 27 de marzo. Los de la Comunidad de Madrid, como los Teatros del Canal, habían optado por reducir su aforo a un tercio, pero al final del día dos de ellos, el Teatro de La Abadía y el Corral de Comedias de Alcalá de Henares —dependientes de una misma fundación del sector público— anunciaron su cierre hasta el 26 de marzo. 

Las cancelaciones llegan a Cataluña

Cerraban también preventivamente los centros públicos de Vitoria (el Teatro Principal suspendía todas sus obras hasta el 26 de marzo), La Rioja y Labastida. Y las medidas iban más allá, incluso, de estas zonas de "contención reforzada": también el miércoles, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, adoptaba para Cataluña las mismas determinaciones de anulación de grandes eventos y limitación de aforo. Como resultado, el Liceu de Barcelona, que supera el millar de butacas, ha cancelado el estreno de Lohengrin, de Wagner, previsto para el próximo 19 de marzo —mientras, el Teatro Real, en Madrid, con un aforo similar, no hacía público aún su cierre—. Otros eventos más pequeños en la misma ciudad, como el festival de cómic y edición independiente Graf, previsto para el 14 y 15 de marzo, se posponía aún sin fecha

El ánimo del sector privado no estaba precisamente alto. Los teatros de Madrid se dividían entre echar el cierre y tratar de aguantar con un tercio del aforo. El Pavón Teatro Kamikaze, sala ganadora del Premio Nacional de Teatro en 2018, anulaba las funciones en su sala pequeña pero mantenía las de la principal, que debe acoger desde el 12 la obra Traición, de Harold Pinter, dirigida por Israel Elejalde. "Es una ruina", decía un portavoz, "nos va a repercutir muchísimo". La red de salas independientes Macomad, que reúne centros como el Teatro Pradillo, Nave73 o Teatro del Barrio, aseguraba por su parte en un comunicado hecho público el miércoles que asumían las órdenes de limitación de las gradas, a las que unían la de distancia entre los espectadores. 

Pero no es tan sencillo. El Teatro del Barrio se encontraba con que varias de las compañías programadas preferían suspender: "Hay parte económica, hay parte de psicosis y hay parte de miedo real", comentaba una de las responsables a este periódico. Con solo un tercio del aforo, los grupos de fuera de Madrid difícilmente podrían sufragar gastos de viaje, alojamiento y manutención: el espectáculo Calma!, del catalán Guillem Albà, cancelaba las actuaciones previstas del 18 al 22 de marzo. El Festival Visibles, de teatro hecho por personas con diversidad funcional, ha tenido que suspenderse debido a que algunos de los intérpretes forman parte de grupos de riesgo. El resto de la programación está en el aire: "Iremos viendo semana a semana, o día a día", dicen. 

Con los ojos puestos en la Feria del Libro

Otro afectado que parecía haberse librado parcialmente era el sector del libro. La peor de las noticias para la industria llegaba a primera hora de la tarde del jueves, cuando la Comisión Organizadora de la Feria del Libro de Madrid anunció la decisión de posponer la cita hasta octubre, del 2 al 18. Aunque estaba prevista del 29 de mayo al 14 de junio en el Parque del Retiro, una fecha que se escapa por mucho de las horquillas que está dando el Ministerio de Sanidad, la organización trabajaba desde el miércoles con la posibilidad del aplazamiento. El montaje del evento debía comenzar a principios de mayo, y en abril los expositores tendrían que saber si participan finalmente o no, por lo que los plazos no son tan amplios, y con la situación actual era muy posible que esto no pudiera darse. "Para las librerías es una decisión difícil, porque de la feria puede depender un 30% de la facturación anual", decía el miércoles a este periódico Pablo Bonet, representante de los libreros de Madrid y parte del comité organizador.

El festival Capítulo Uno, que preparaba su primera edición en Madrid a finales de marzo, se veía obligado a cancelar debido al cierre del espacio donde iba a realizarse, el centro municipal Matadero Madrid: en la mañana del jueves, el festival anunciaba definitivamente su aplazamiento a "una nueva fecha en otoño de 2020". El grupo Penguin Random House suspendía todas sus presentaciones y firmas para las que los autores tuvieran que moverse de ciudad, y también varios de sus encuentros con la prensa. La asistencia de autores internacionales, como Bret Easton Ellis o Alma Guillermoprieto aún estaba en el aire: "A ellos no les importa venir, pero no sabemos si para entonces podremos realizar encuentros con la prensa y el público". 

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Temblores en el cine

La Federación de Cines de España decidía el miércoles descartar cierres generalizados y adoptar la reducción del aforo a un tercio impuesta por Sanidad hasta el 25 de marzo, dentro de las zonas de especial precaución. "Además, de manera voluntaria y como un compromiso del sector para incrementar las medidas de prevención frente al COVID-19", decía la asociación en un comunicado, "se fomentará el espaciado horario de las sesiones y la distancia de seguridad recomendada de los espectadores dentro de la sala". Yelmo, una de las dos grandes cadenas de cines junto con Cinesa, con 500 pantallas y 50 complejos en toda España, añadía a estas medidas la "activación de un protocolo de prevención ante contingencias sanitarias" que incluye la utilización de "detergentes especiales y dispensadores desinfectantes". Los Renoir, cines de autor en Madrid y Barcelona, han repartido al público que ya había comprado sus entradas entre varias salas, para respetar el mandato, y esperan con curiosidad los resultados del fin de semana. 

Las distribuidoras, eslabones entre productoras y cines, se dividían entre mantener su programación o posponer los estrenos. Filmax y E-One, dos de las principales empresas del sector, seguían con el calendario previsto hasta nuevo aviso, así como la independiente Avalon, aunque una portavoz de esta última advertía: "Las decisiones van cambiando a una velocidad que no prevemos". Otras distribuidoras con menor volumen de negocio sí decidían cambiar sus planes. Caramel dejaba para mayo De repente el paraíso, de Elia Suleiman, y Arab Blues, de Manele Labidi. "La taquilla bajó ayer entre un 50% y un 60%", aseguran fuentes de la empresa, refiriéndose al martes. Limitar los estrenos a un tercio de la ocupación, razonaban, afectaría gravemente a los artistas. Pero aquí, como en todo lo que tiene que ver con el coronavirus, solo se puede hablar de manera provisional. 

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