Cine

Las distopías cinematográficas que el coronavirus ya ha hecho realidad (y las que podrían estar por llegar)

Fotograma de 'La carretera', película basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, que imagina un fututo apocalíptico.

Eduardo Noriega pasea por una Gran Vía completamente desierta en el plano más reconocible de Abre los ojos. La icónica imagen de la película de Alejandro Amenábar se ha convertido también en una de las más referenciadas por los medios a la hora de describir la estampa actual en la mayoría de calles españolas. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha vaciado las ciudades y pueblos de España (y de medio mundo), ha confinado a la población en sus casas y ha vuelto a despertar el miedo a que una pandemia global asole el planeta. Ha mostrado incluso cómo la tecnología más avanzada puede intentar controlar estas situaciones, con los drones a la cabeza (nunca mejor dicho).

Podríamos estar ante una nueva demostración de la tan manida expresión "la realidad supera a la ficción". Sin embargo, lo cierto es que si comparamos la excepcional situación actual con la de múltiples películas de ciencia ficción o de suspense podemos respirar algo más tranquilos. Eso sí, la pandemia ya ha hecho realidad sucesos que parecían pertenecer únicamente a la mente de algún creativo guionista, o de algún cineasta sin confianza en el futuro de la especie humana. Otros escenarios, por fortuna, continúan siendo inimaginables.

Ante la expectativa de unas semanas de aislamiento en las que las horas van a pesar cada día más, un posible entretenimiento puede ser adentrarse en todo tipo de distopías que el cine se ha aventurado a imaginar a lo largo de las décadas. Observar cuántos eventos impensables se han cumplido ya y cuántos no están ni en el horizonte. Todo ello, eso sí, siendo conscientes de los peligros del alarmismo y la paranoia. Son solo películas… de momento.

Virus desoladores y calles desoladas

La primera película en la que muchos han pensado ante la situación actual es Contagio. No se trata estrictamente de una distopía, ya que el filme de Steven Soderbergh se ambienta en la actualidad del año 2011. Este thriller coral aborda desde diferentes puntos de vista una brutal pandemia que parece tener su origen en Hong Kong, pero que pronto sacude todo el mundo. Contagio destaca por un enfoque relativamente realista de esta cuestión, especialmente en lo que se refiere a la labor de los investigadores y los equipos desplegados a los focos de transmisión. Además, en su sugerente desenlace la película pone en relación el daño que estas enfermedades naturales causan a la especie humana con el que personas y grandes compañías producen a la naturaleza. Cabe reseñar que el guionista Scott Z. Burns descubrió en su investigación para la cinta hasta qué punto "la sanidad pública importa".

Otra película que muestra la lucha contra una enfermedad, aunque desde un punto de vista radicalmente distinto, es Osmosis Jones. El filme de los hermanos Bobby y Peter Farrelly se centra en Frank, un tipo con una vida sedentaria y una mala alimentación interpretado por Bill Murray. Cuando consume un huevo duro recogido del suelo, se nos desvela la ciudad orgánica que contiene en su interior. De esta forma, la película muestra el día a día de Frank en acción real, pero toda su vida interior se narra mediante animación en 2D. En esta parte animada, un policía, que es en realidad un glóbulo blanco, se alía con una pastilla para destruir al malvado virus que intenta destruir a Frank. Una película ideal para explicarle a los niños qué supone el coronavirus en nuestro organismo, aunque su precisión científica no sea precisamente total.

Pero es momento de adentrarse verdaderamente en las distopías, por muy desolador que resulte este terreno. Los mundos arrasados, en guerra o ahogados bajo el yugo de un régimen tirano (todavía más tirano que el capitalista, se entiende) han sido siempre un terreno muy jugoso para autores y autoras. Tanto en la literatura como en el cine: así lo demuestran historias como las de Blade Runner, Hijos de los hombres o La carretera que han pasado de un medio a otro. Con esta última podemos establecer un ligerísimo paralelismo al observar las desangeladas calles a nuestro alrededor. Aunque de momento, eso sí, la civilización no ve tambalearse sus cimientos hasta los extremos que se alcanzan en la novela de Cormac McCarthy y la adaptación de John Hillcoat.

La luz de mi vida desarrolla otra relación paternofilial con un catastrófico telón de fondo. Aquí, además, entran de nuevo en juego las pandemias. En concreto, una misteriosa enfermedad, de la que recibimos escasa información a través de flashbacks, con una determinante particularidad: solo afecta a las mujeres, hasta el punto de que casi las ha borrado del mundo. Al contrario de lo que sucede en esta película de Casey Affleck, en el coronavirus se observa una mayor (aunque muy ligera) afectación en los hombres.

Otra película que muestra una estampa similar a la del actual callejero español es Sueñan los androides. Esta obra del donostiarra Ion de Sosa se distancia, pese a su título, de la famosa novela de Philip K. Dick, aunque las reminiscencias están muy presentes. Varias historias y géneros se entrecruzan en una urbe abandonada con un sospechoso parecido a Benidorm. Tras la cancelación de los viajes del Imserso y el cierre de la hostelería, la imagen actual de la ciudad alicantina no debe distar mucho de la de una ciudad fantasma.

Mencionábamos antes que en muchas ocasiones el cine distópico parte de un material literario. Es el caso también de A ciegas. La película de Fernando Meirelles, codirector de Ciudad de Dios junto a Kátia Lund y responsable también de la infame Los dos papas, adapta la novela de José Saramago Ensayo sobre la ceguera. De nuevo una epidemia protagoniza el relato, en este caso una que afecta a la visión. La acción de la película se centra en un hospital en concreto, aunque deja pinceladas de la dramática situación en todo el país. Julianne Moore, como una mujer que conserva la vista pero finge que la ha perdido para acompañar a su marido, lidera el internacional reparto de una cinta en la que también se dejan ver Mark Ruffalo, Gael García Bernal y Sandra Oh.

Dos últimos ejemplos de epidemias con consecuencias catastrófica: en la surcoreana Virus un virólogo y un rescatista se adentran en una ciudad devastada y cerrada para extraer la sangre del paciente cero. En la mucho más famosa El origen del planeta de los simios, el tratamiento para curar el alzhéimer que investiga un científico causa no solo una pandemia, sino también el pasmoso desarrollo de la inteligencia en primates. La precuela de El planeta de los simios demuestra cómo, por dura que sea la situación, siempre podría ser aún peor.

Encierros terroríficos, paranoicos y hasta cómicos

Frente a estas y otras adaptaciones, se erige con voz propia una obra tan netamente cinematográfica como La Jetée. En este caso nos volvemos a alejar de las enfermedades, ya que lo que ha causado el confinamiento de la humanidad en el subsuelo ha sido una terrible guerra nuclear. El bando vencedor trata de revertir la situación enviando un prisionero para que viaje en el tiempo, al pasado para impedir que todo suceda o al futuro para buscar una solución. Lo más singular de la propuesta del reconocido cineasta francés Chris Marker es que está enteramente contada a través de fotografías fijas. Imágenes de una relación perdida en algún momento del tiempo y de la memoria. Imágenes que inspiraron a Terry Gilliam para su más convencional 12 monos.

En La Jetée y 12 monos la población vive confinada en comunidades subterráneas, por lo que estos casos nos pillan bastante lejos en el calor de nuestras casas. Más identificados se sentirán muchos con lo que ocurre en La niebla. Tras la aparición de una misteriosa bruma que se lleva consigo todo lo que envuelve, un extenso grupo de supervivientes se resguardan en un supermercado. Si ya se vive una auténtica psicosis colectiva en estos establecimientos ante un injustificado miedo al desabastecimiento, no es nada comparado a lo que podría ocurrir en ellos cuando se convierten también en hogar y refugio. El final de la película de Frank Darabont, distinto al de la novela original de Stephen King, es completamente desolador, pero al mismo tiempo ofrece un mensaje de esperanza en estas difíciles circunstancias: esto pasará.

No es la única película sobre las dificultades del confinamiento, que además suele venir acompañado de una situación de terror y estrés ante lo que sucede en el exterior. El mejor ejemplo al respecto es Calle Cloverfield 10. Una mujer sufre un accidente y, al despertar, se encuentra en una celda bajo tierra. Su captor le advierte de que el exterior es inhabitable a causa de un ataque químico. La incertidumbre y el miedo hacen de la estancia obligada un proceso que deja en pañales nuestro actual sacrificio.

Hay muchas más historias de encierros eternos en condiciones infinitamente más difíciles que las que nos han tocado vivir, y por tanto con las que podemos consolarnos: en Bajo la sombra una madre y su hija soportan la guerra en las calles de Teherán cuando una misteriosa presencia aparece en su casa; en La casa lobo (cinta animada con una técnica original y sorprendente) una joven escapa de una secta chilena para refugiarse en una extraña casa que parece reaccionar a sus sentimientos; en Wolf's hole un grupo de adolescentes queda atrapado en una cabaña tras una avalancha y descubren que sus maestros no son nada perfectos; y en Cube un variopinto grupo de personas se enfrenta a un laberinto plagado de trampas mortales. Esta última es solo un ejemplo de las innumerables cintas de terror en las que la imposibilidad de abandonar un lugar tiene un papel clave: La habitación de Fermat, Déjame salir, Misery, La habitación del pánico, la saga Saw, etc. Al menos nosotros no tenemos un psicópata acechando, más allá de las rarezas particulares de ciertos vecinos.

Una de las películas que mejor ha mostrado las posibilidades de los balcones y las terracitas en este tipo de circunstancias es Extraterrestre. Esta comedia (no todo iba a ser miedo y drama) de Nacho Vigalondo plantea una invasión alienígena desde el punto de vista de Julio y Julia, una pareja de desconocidos que despiertan juntos en la misma cama después de una cogorza para el recuerdo. O para el olvido. Humor absurdo, pelotas de tenis y grandes pancartas desde los balcones contra la incertidumbre y el desasosiego de contemplar un Madrid vacío.

En la última semana hemos visto también el confinamiento de ciudades enteras, como ha sucedido en Igualada. El cine tampoco ha sido ajeno a esta problemática. Un claro ejemplo es El bosque. La película de M. Night Shyamalan sigue el día a día de un pequeño pueblo atemorizado por unos extraños seres que deambulan por la arboleda que les rodea. Todos los habitantes del asentamiento deben cumplir escrupulosamente una serie de reglas para no ponerse en riesgo a ellos y a sus conciudadanos. Nos suena de algo, ¿verdad? El bosque es uno de los más fascinantes estudios sobre el miedo y la psicosis colectiva realizados en la sociedad post-11S. Habrá que ver si en el futuro la sociedad post-coronavirus cuenta con un análisis de las cuestiones anteriores tan fascinante como este.

El confinamiento como entretenimiento y el entretenimiento en el confinamiento

 El pasado martes el Gran Hermano alemán informaba de la actual situación respecto al Covid-19 a todos los participantes del reality en un programa especial.  Lo mismo ha sucedido en el Supervivientes español. Más drásticas han sido las consecuencias para Operación Triunfo, que ha sido cancelado, al menos temporalmente. El desplazamiento de los concursantes a las galas y el contacto con los profesores han obligado a ello. Sin embargo, la continuidad de los otros dos espacios y el hecho de convertir la comunicación de la noticia en un evento televisivo en sí mismo nos retrotrae a otra película sobre confinamiento: El show de Truman. En ella un hombre vive encerrado sin saberlo. Toda su vida es un eterno reality y, para más inri, él vive completamente ajeno a ello. El plano más recordado de la imagen, con un Jim Carrey mirando al cielo y sonriendo ante su libertad, es la viva imagen de la reacción de la ciudadanía cuando pongamos fin esta reclusión.

Ready Player One también aborda la cuestión del aislamiento en relación al mundo del espectáculo, aunque de forma muy distinta. En la película de Steven Spielberg las personas pasan infinitas horas en Oasis, una utopía virtual en la que pueden ser los héroes de sus videojuegos favoritos. En este contexto, un joven se enfrenta a poderosos enemigos tanto dentro como fuera de la simulación. Los videojuegos han sido un importante salvavidas para muchos estos días, y lo van a ser todavía más con el lanzamiento del lugar feliz entre los lugares felices: Animal Crossing.

Pero ¿qué será de nosotros cuando volvamos al exterior? En The hole los problemas para su protagonista no se terminan con el confinamiento. Bien es cierto que no ha vivido un mero encierro, sino una auténtica pesadilla. La película arranca dos semanas después de que la protagonista abandonase el búnker en el que estuvo encerrada junto a tres compañeros. Con la ayuda de una psicóloga, intenta recordar todo lo que sucedió en ese lugar. Distintas versiones se entrecruzan en su recuerdo, algunas podrían corresponderse con lo sucedido y otras son pura invención. Con una experiencia (esperemos) menos traumática, la población española nunca olvidará en cambio unos días tan extraordinarios.

Muertos vivientes y drones vigilantes

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Afortunadamente, el mundo todavía no ha tenido que enfrentarse a un tipo de pandemia y a su consecuente confinamiento muy específico que el cine ha tratado de forma habitual. Es el caso de las epidemias zombies. George A. Romero dio entidad propia a este subgénero cinematográfico en películas como la fundacional Amanecer de los muertos (titulada escuetamente Zombi en España) o The Crazies. Ambas, por cierto, han sido objeto de remakes: Zack Snyder actualizó brillantemente Amanecer de los muertos en 2004, y Breck Eisner hizo lo propio con The Crazies en 2010. Pero la ristra de herederas de Romero es mucho más amplia: [REC], 28 días (y semanas) después, Soy leyenda, Resident Evil, Tren a Busan... Sin embargo, la temática ha trascendido el terror para transitar por todos los géneros, incluso la comedia, con dos salvajes ejemplos muy destacados: Zombies Party y Bienvenidos a Zombieland.

Pero si todas estas películas pertenecen a mundos apocalípticos de los que no estamos ni un milímetro más cerca en esta crisis sanitaria, el estado de alarma nos ha regalado imágenes propias de ciertas distopías que sí se han cumplido casi fehacientemente. Es el caso de los drones que solicitaron a varios ciudadanos volver a sus casas para evitar posibles contagios. Un recurso, el de este tipo de aparatos controlando la seguridad y vigilando a la ciudadanía, que parecía propio de mundos tremendistas como los de la serie Black Mirror o Blade Runner 2049. También los vemos en otros algo más simpáticos, como el futuro-pasado 2015 de Regreso al futuro II.

Con este repaso hemos podido comprobar que ciertas predicciones que parecían inviables se han cumplido, otras podrían estar al caer y muchas siguen perteneciendo al terreno de la imaginación más catastrofista. Es posible disfrutar (o sufrir) la mayoría de películas mencionadas a lo largo de este artículo en alguna plataforma de streaming. Pero lo más importante para alejar la posibilidad de que cualquier terrible distopía se cumpla es quedarse en casa. Es uno de los consejos para frenar el coronavirus que esta brillante lista de la red social dedicada al registro de películas Letterboxd nos da a través de títulos de películas. Porque si algo está demostrando esta crisis es que, en una situación tan extraordinaria, el ingenio de la gente supera al de cualquier autor, por extremo y distópico que sea el mundo que imagine.

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