Cultura

Lo que la historia nos enseña sobre este "momento histórico"

Uno de los pabellones del recinto ferial Ifema, ahora convertido en hospital de campaña.

"Ninguno de nosotros habría querido vivir este momento histórico. Ojalá no estuviéramos en esta situación", dijo Pedro Sánchez. "Nuestra generación afronta un momento históricosimilar a las guerras mundiales. Nada va a ser igual después de esto", dijo Pablo Iglesias. Se entiende la idea. La tan manida expresión, a menudo usada para describir sucesos que nadie recordaría pasado mañana, ha tomado otro peso con la crisis del coronavirus. Y, ante un "momento histórico", quizás habría que preguntarle a la historia. Tres historiadores, Ángel Viñas, Enrique Moradiellos y Julián Casanova, miran al estudio del pasado para tratar de explicar el presente. 

"Por supuesto que es un momento histórico", dice Viñas, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en la Guerra Civil y el franquismo. En primer lugar, dice, "es la primera vez que una epidemia afecta a toda la humanidad". Hasta ahora, las grandes enfermedades infecciosas que han marcado nuestra historia, como la peste bubónica, habían afectado a proporciones menores de población. "Esta se propaga, además, en virtud de un fenómeno relativamente novedoso, como es la globalización de los movimientos de personas y de mercancías", defiende el historiador. En tercer lugar, algo que la diferencia de la epidemia de gripe común, pero que la acerca a la de la polio de principios del siglo XX: "Hoy por hoy, no hay una vacuna". 

Enrique Moradiellos cree, de hecho, que la crisis sanitaria supondrá una marca en la memoria colectiva similar a la que supuso la Guerra Civil para sus supervivientes —los que ahora más temen la llegada del virus a sus casas o residencias—. "La experiencia crea conciencia", defiende el ganador del Premio Nacional de Historia de 2017 por Historia mínima de la Guerra Civil española. "Cuando experimentas un trauma, una situación de emergencia, queda tocada tu concepción del mundo. Las personas más firmemente pacifistas son las que, habiendo vivido lo que es la sangre derramada por los más altos principios, no quisieron repetirlo". De la misma manera, dice, esta experiencia colectiva estaría creando generaciones de ciudadanos temerosos de la enfermedad y conscientes de la necesidad de un buen sistema de prevención

Desde los historiadores del pasado...

¿Y para qué sirve la historia? Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, cuyos intereses van desde el anarcosindicalismo español hasta la Revolución Rusa, se encoge de hombros (telefónicamente). "Mientras esté en el horizonte que lo fundamental es que te quedes en casa y la parte sanitaria se solucione, es muy difícil pensar en lo otro", dice el también columnista de infoLibre. "No se puede predecir lo que va a pasar en unos meses, cuando toda la gente se incorpore de nuevo a la vida cotidiana. No lo puede hacer nadie y no lo puede hacer la historia". 

Sin embargo, algún aprendizaje se extrae, aunque no se sepa siquiera de dónde viene. Lo dice Viñas: "De la historia hemos sacado una lección inmediata. En otras epidemias, como la gripe española, se utilizó el confinamiento. Pero es que ya en la Roma antigua se hacía. Es un método de lucha contra la enfermedad que tiene una genealogía histórica". Es común, de hecho, la comparación con la mal llamada gripe española de 1918, que mató a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Se menciona el desbordamiento, entonces y ahora, del sistema sanitario. El uso, entonces y ahora, de la clausura como método de prevención. Los vaivenes, entonces y ahora, de las directrices de las autoridades. Incluso del repunte que, tras el verano, se vivió entonces y sobre el que muchos advierten ahora. 

Pero cuidado. Algunas comparaciones no es que sean odiosas, es que no son útiles. "Hay una gran diferencia con la gripe española", advierte Julián Casanova, "y es que aquella empezó en una guerra, con una gran crisis de subsistencia. No se habrían producido tantas muertes de no ser por eso". Ahora, la pandemia llega cuando al menos Europa está en paz, o en paz relativa. No hay escasez de alimentos. No hay graves problemas de suministros. No hay una gran parte de la población desplazada y hacinada —aunque habría que hacer una salvedad: ahí están los campos de refugiados—. Lo señala también Moradiellos: "Los españoles del año 38, 39 y 40 sabían muy bien lo que era el piojo verde, la pelagra, o incluso la lepra". Pero claro, también sabían lo que era la guerra. 

Y de guerra no quiere ni oír hablar Casanova: "Cuando hay guerra, hay millones de muertos, violaciones, desplazamientos, exilios. Que nadie compare, porque no tiene nada que ver. Guerra es lo que hay en Siria. Guerra significa violencia sistemática, significa que no hay control democrático, que las fuerzas armadas en vez de curar, maten. De las guerras se sale muy mal, solo la gente que lo vivió podría explicárnoslo". Y tampoco sirve, en su opinión, mirar a crisis económicas recientes para tratar de explicar sus consecuencias sociales y políticas. La crisis de 2008, al contrario que esta, "no afectó a todos los países por igual". Y la del 29, por ejemplo, "llega tras un periodo de quiebra como es la I Guerra Mundial". "No hay un precedente en el que, de la noche a la mañana, el mundo se haya detenido", señala. Ahora sí lo habrá.

...para los historiadores del futuro

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La historiografía sirve para iluminar, a veces, ciertas zonas de sombra. Por ejemplo: para señalar a las mujeres que, a principios del siglo XX en Rusia esperaban colas de horas para conseguir un trozo de pan, las mismas que se sumaron luego por millones a la revolución bolchevique. Pero cuando se le pide a Ángel Viñas que imagine el trabajo de los historiadores del futuro, para tratar de percibir aspectos de la crisis que hoy ignoramos, se resiste: "El problema del historiador es doble: es reconstruir facetas del pasado e interpretarlo, y aquí hay un campo amplio de coincidencias y de disidencias. No hay historia definitiva".

Aun así, se acaba animando. Esos historiadores hipotéticos, que quizás ni siquiera vivieran la pandemia, mirarán aquí o allá según su campo de interés: "Si el historiador se centra en cómo se enfocaron las políticas públicas, dará prioridad a las discusiones que haya habido dentro del Gobierno o de los Gobiernos, al texto de las medidas anunciadas, a las comparecencias públicas". Esa Historia con mayúsculas que se registra en el BOE y sucede lejos. "Pero si quiere escribir un libro sobre cómo vivieron la pandemia las generiaciones hoy vivas, irá a la prensa, a la radio, a la televisión, a los memes si es que siguen existiendo...", apunta Viñas. La historia pequeña. La que mide las colas para comprar el pan.

¿Y mañana? Los tres historiadores evitan hacer predicciones, pero los tres acaban haciéndolas. Moradiellos: "Frente a la idea de globalización que desprecia a los Estados en favor de las grandes corporaciones, vemos que para luchar contra este tipo de cosas se necesitan Estados, que han venido a ser el instrumento que tenemos para proteger a las poblaciones en ámbitos determinados, y van a salir reforzados". Casanova: "Habrá una reestructuración de las políticas fiscales. En los años sesenta se llegó a la conclusión de que solo se podía avanzar con grandes ayudas de protección a los más desamparados, y esas las vamos a tener que pagar. También creo que la parte digital va a salir favorecida, y precisamente son negocios que no están pagando impuestos". Viñas: "Va a haber un cambio en los sistemas de prevención y en los stocks de material sanitario. Habrá que hacer preguntas incisivas y no necesariamente cómodas sobre el porqué de esta falta de previsión, y va a cambiar nuestra percepción sobre ellos". En unos años, sabremos si todo esto forma también parte de la historia. 

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