Crisis del coronavirus

Las salas de conciertos se reinventan con iniciativas 'online' o actuaciones al aire libre para sobrevivir a un verano marcado por el covid-19

Público en una sala de conciertos.

Fueron algunas de las primeras en cerrar y serán de las últimas en abrir. Las salas de conciertos pueden abrir, teóricamente, desde el inicio de la fase 1, con una limitación a un tercio del aforo y un máximo de 30 personas (50 personas en fase 2, 80 en fase 3). Pero los empresarios ya advertían de que, con estas limitaciones, el negocio es "inviable": "Para que un concierto dé beneficios la sala tiene que estar en un 80% de aforo", advierte Armando Ruah, presidente de ACCES, la asociación que reúne a más de un centenar de espacios en todo el país. La mayoría considera que no podrá abrir hasta el final de la desescalada, y como este coincidirá con las vacaciones estivales, muchas posponen su regreso hasta el otoño. 

Pero algunas se esfuerzan por encontrar alternativas, trasladándose a otros espacios, ya sean virtuales, al aire libre o de titularidad pública. No confían en generar beneficios, pero sí en detener la sangría —llevan mes y medio sin ningún ingreso y haciendo frente a altísimos alquileres— y en volver a poner en marcha al sector, desde los artistas al público. Uno de estos experimentos tiene lugar este sábado en la sala Moby Dick, en Madrid. Allí actuarán Los Punsetes, con solo 30 personas entre el público. Pero el vacío en la pista no es la única novedad: también podrán comprarse entradas para ver el concierto en streaming, con grabación y transmisión profesional, desde el salón de casa. Una manera de completar el aforocompletar sin saltarse las medidas sanitarias. 

"Llevo trabajando en esto desde abril. Hubo un día que estaba viendo la televisión y dije: 'Pero bueno, si los de Sálvame están en un plató haciendo su trabajo, por qué no puedo yo abrir la sala, sin público. Es como un plató", cuenta Carolina Paseo, programadora artística de la sala. Desde el Ayuntamiento le confirmaron que, si se cumplían los protocolos sobre seguridad laboral, no había problema. Se puso en contacto con Digitalfep, la empresa que va a encargarse de la grabación y la emisión, para poder ofrecer sonido e imagen de calidad y no depender de redes sociales. Se estudió los documentos de Sanidad disponibles, estudió sobre derechos de emisión, sobre el IVA de las entradas online... y cuando todo parecía empezar a estar claro, empezó a encontrarse mal. Dio positivo por covid-19 y tuvo que reposar y aislarse. Como para tanta gente, todo quedó de nuevo en suspenso. 

Los Punsetes se sumaron al proyecto el solo el viernes pasado. El grupo madrileño, uno de los referentes de la escena pop independiente, había lanzado nuevo disco, Aniquilación, el pasado octubre. Este era su primer verano de promoción y, como tal, se anunciaba lleno de fechas. "Primero se aplazó todo y luego se acabó cancelando", cuenta Ariadna Paniagua, vocalista del grupo. "Desde la discográfica, Mushroom Pillow, nos comentaron que se estaban planteando iniciativas intermedias, con poco aforo, y nos preguntaron qué nos parecería sumarnos. Pasar de tener un montón de cosas a no tener nada nos daba mucha pena, así que dijimos que sí". Tanto la sala como ellos se temían que el público tuviera miedo, después de meses de encierro, de volver a salir, pero las entradas físicas para el concierto del sábado se agotaron en unas horas. Las entradas online siguen vendiéndose. 

Llegar más allá de la sala

"Es verdad que es una forma de asegurar que todo el mundo ve el concierto bien, porque si estás en tu casa no se te va a plantar delante un tío de dos metros", dice, medio en broma medio en serio, la vocalista. Para el grupo, quizás lo más importante de la iniciativa sea que cualquier persona, en cualquier parte del mundo, podrá asistir. Será una forma de compensar, por ejemplo, al público mexicano que les esperaba, y al que tendrán que hacer esperar, o a aquellos fans que vivan en ciudades pequeñas o zonas rurales que queden lejos de su ruta habitual y que nunca les hayan podido ver en directo. Además, estando cada uno en su casa, no han podido encontrarse con el público a través de los directos a través de redes sociales que se han popularizado en estas semanas. Unos directos que, a diferencia de este concierto, no generan ingresos. "Creo que la gente ha agradecido que hubiera este tipo de opciones, una cosa intermedia entre los conciertos cancelados y no hacer nada, pero es verdad que a la larga no es sotenible", dice la Ariadna Paniagua.

Carolina Pasero espera nerviosamente al fin de semana: "De momento es una experiencia y vamos a ver qué tal va. Queremos intentar no perder dinero". De entrada, tienen previsto continuar con el ciclo, y han comenzado ya a hablar con otras salas para compartir la experiencia. Y han llegado incluso a proponerle al Ayuntamiento de Madrid —celebran, por cierto, la actitud "abierta y cercana" del área de Cultura— que llevara a cabo una iniciativa similar. "Pero entiendo que la ciudad sigue siendo el epicentro del coronavirus", admite la programadora, "y que quizás no es el momento". Porque nada es sencillo todavía. Los cinco miembros de Los Punsetes, de hecho, no han podido ensayar juntos: "Las salas de ensayo están cerradas todavía, pero nos han dicho que nos van a abrir para que cojamos los instrumentos". Las cuatro horas de las que dispondrán ese mismo día en la sala se les hacen escasas después de dos meses y medio sin tocar juntos, pero quién dijo miedo. 

Espacios poco convencionales

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Mientras, las salas comienzan a pensar en el Día de la Música, que se celebra el próximo 21 de junio, que ACCES promueve entre sus asociadas desde hace 11 años. "Estamos ofreciendo que las salas puedan sumarse en streaming, en streaming con públicostreaming o montando un escenario fuera, al aire libre", apunta Ruah. Para entonces, si todo va bien, gran parte de los territorios estarían en fase 3, que permite recibir a un tercio del aforo, con un máximo de 80 personas. La mediana de la capacidad de las salas de ACCES está en unas 200 personas, así que la mayoría se tendría que contentar con tener a menos de 70 personas entre el público. En los conciertos al aire libre, y en fase 3, el aforo se elevaría a un máximo de 800 personas, siempre que estén sentadas y que se respete la distancia de seguridad. Esto no sería posible, claro, si la sala decide sacar una barra a la calle y obtiene permiso para organizar un pequeño concierto. "Aún no tenemos nada cerrado", dice Armando Ruah, "pero lo estamos preparando con muchas ganas".  

Lo que sí parece más seguro es la iniciativa lanzada por el Ayuntamiento de Barcelona, llamada Sala Barcelona, que habilitará espacios públicos y espacios al aire libre —como los auditorios del Fòrum y la Anella Olímpica de Montjuïc— para ponerlos a disposición de salas, artistas y festivales durante el verano. Los empresarios lo han recibido con entusiasmo. "Nos parece un apoyo importante, porque si no puedes usar tu propio espacio, las administraciones tienen que poner de su parte si quieren que en otoño siga existiendo la música en directo", dice Carmen Zapata, gerente de la Asociación de Salas de Conciertos de Cataluña y directora del ciclo Curtcircuit. Aunque todavía no puede anunciar nada, ella misma trata de cerrar estos días un proyecto también al aire libre. A Los Punsetes les empiezan a llegar también ecos de algunas iniciativas para solventar el parón: "Llegan ideas de aforos limitados en algunas partes de España, pero está todo el mundo pendiente de las fases de desescalada. Sabemos que tendremos que ir haciendo planes sobre la marcha". 

Pero la asociación estatal de salas insiste en que todo esto son solo parches. "Nosotros lo que queremos es trabajar en nuestros espacios", dice Ruah. "La vocación de una sala de conciertos no es salir a montar unas barras y un escenario. Como acción de visibilidad, está muy bien, pero lo que están pidiendo las salas es ayuda económica o aliviar las cargas de impuestos". Esperan que el Ministerio de Cultura puede anunciar pronto una nueva línea de ayudas a las salas, dentro del paquete de medidas de apoyo a la cultura aprobado a principios de mes, pero aspiran también a obtener algún tipo de compromiso de Comunidades Autónomas y ayuntamientos. Mientras, ven con cierto enfado cómo algunos sectores pueden comenzar a funcionar sin restricciones de aforo. Habla Carmen Zapata: "Siempre tiene que primar la salud, pero que me expliquen por qué se controla más a la cultura que a las aerolíneas o al transporte. Esto no deja de ser un estigma". 

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