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Alex Pina, creador de 'La casa de papel: “Como buen roquero, intento meter adrenalina en todas partes”

Piedad Sancristóval

Las plataformas digitales están abriendo nuevas posibilidades a series de cualquier país para triunfar globalmente. En España hay una persona que ha aprovechado esta oportunidad de forma espectacular. Se trata del creador de series y productor ejecutivo navarro Alex Pina, quien llevaba décadas liderando algunas de las series de mayor éxito en España. Ya era jefe de guión en Periodistas, Los hombres de Paco y Los Serrano, subió la intensidad en Vis a Vis, todas en Globomedia, donde también fue guionista de taquillazos para el cine y ahora su obra es mundialmente famosa con La casa de papel, o White lines, ambas en Netflix. Alex Pina es el único español con un premio Emmy internacional y sus series son mundialmente marca España.

Pina siente que este éxito ha llegado oportunamente. “Tengo la sensación de que estamos viviendo un momento único con las series” dice, “son el fenómeno cultural popular más importante, como antes lo fue la literatura o el cine. Desde hace cinco años se han convertido en el verdadero tema de conversación en los lugares de trabajo de todas las generaciones, me pasa con mi hija, que está fascinada por unas series, y en el trabajo, donde pasa con otras. No creo que esto dure muchísimos lustros más, cada cierto tiempo las tendencias cambian”. Él ya ha sido testigo de muchos transformaciones “miro lo que hacíamos en Los hombres de Paco, como estaba rodado, y las claves han cambiado muchísimo y de aquí a cinco años la ficción será otra, tendrá elementos comunes pero habrá cambiado”.

“Nuestros personajes son latinos, gente absolutamente delirante en términos afectivos”

Ha tocado muchos palos en sus guiones, pero su sello es reconocible. Hay un estilo Pina. Sus personajes, por ejemplo tienen rasgos en común. “Somos latinos y son gente absolutamente delirante en términos afectivos; románticos, paterno filiales, en la amistad… Todos esos abrazos ya se los daban Los Serrano, se los daban Los hombres de Paco, que estaban todos los días con los ojos vidriosos, y ese elemento sigue estando presente. La ficción que hacemos tiene como común denominador una emoción hiperbólica que busca que los espectadores tengan más identificación emocional o por lo menos que les caigan bien los personajes, incluso si tienen carga peyorativa” explica Pina.

Su productora, Vancouver, apuesta por las emociones fuertes. “Cada vez buscamos más hitos, más adrenalina, creemos que el aburrimiento es el gran problema de la ficción. Va todo tan rápido que intentamos tener un cambio de tercio constante. Intentamos tener un estilo lateral, en el que los personajes hablen de una forma singular, muy excéntrica en algunos casos, diálogos que no encuentras habitualmente, una escena del crimen que no reconozcas. Buscamos ficción lateral en un mundo de ficción absolutamente clonada. Es un híbrido de muchos géneros, con una pegada emocional muy fuerte, donde dominan la acción y tensión andamiadas en comedia y emoción” detalla. Y resume: “No hacemos nada que no tenga capacidad de conmover”.

Y ese estilo va incorporando rasgos: “Hace tres o cuatro series descubrimos que la fragmentación temporal nos permitía estar en un género y cambiar radicalmente a otro, pero otros elementos se mantienen incluso desde Los Serrano; una búsqueda constante de la comedia negra, española, independientemente del género. Está presente en todas nuestras series, desde Vis a Vis, La casa de papel o El embarcadero, en todas necesitamos aderezar la historia con esa comedia”.

White lines es una historia de caída a los infiernos con música de baile, drogas y Mediterráneo White lines es una historia de caída a los infiernos con música de baile, drogas y Mediterráneo

La última serie que ha creado es White lines, en colaboración con la productora británica Left Bank Pictures, responsable de The Crown. Hay actores de los dos países y la acción transcurre en Ibiza. “Es un experimento antropológico”, explica Alex Pina, “un híbrido entre dos culturas diferentes. Ha sido algo milagroso, teniendo en cuenta que yo no domino el inglés. La serie se hizo en español con un guionista inglés que habla español. Las reuniones con el equipo inglés eran con traducción simultánea, así que todo lo que parecía que iba a ser muy complicado luego fue muy fácil. Al final teníamos la misma longitud de onda, nos entendíamos muy bien. Todos queríamos hacer una serie con un elemento lúdico y hedonista brutal; se habla de Ibiza, pero por debajo, con sordidez y con el retrato de una degeneración. Creo que eso es de lo que más contento estoy, cómo contar con mucha luz y divertimento una historia muy triste, que forma parte de la decadencia de la propia Ibiza y de los personajes que la habitan, una historia de caída a los infiernos con música de baile y con los elementos de la diversión, de la canalla; drogas, Mediterráneo, fiestas, clubs”.

Pina ha vivido en el mundo de las televisiones generalistas, en el que se busca audiencias amplias, series que atraigan a personas de edades diferentes que ven juntas la televisión y ahora se muestra muy cómodo siendo proveedor de Netflix. “El cambio de operador no ha variado nada nuestro trabajo. Vis a vis se hizo para un operador generalista y tenía ya las constantes vitales con las que hacemos hoy ficción en una plataforma, con criterios muy altos de autocrítica e intentando buscar una coherencia. Vis a vis es una serie muy dura, con momentos muy sórdidos. Recuerdo una secuencia en la que en seis minutos, el doctor Sandoval perdía un hijo, se metía en vena una inyección de morfina y terminaba sodomizando al personaje de Saray” rememora Pina. “Ahí estaba el germen de algo que ya no era televisión generalista. Se estaba produciendo la fusión entre ambas ficciones. Ya rodábamos con las mismas cámaras y el mismo equipo de cine con Migue Amoedo en la dirección de fotografía, que venía de ganar un Goya por La novia y que hacía la serie con su mismo equipo, con parámetros como un único color primario, que parecía que iba contra la tradición de las series. Y todo aquello que parecía que tenía mucho riesgo, terminó funcionando en la televisión generalista”. Amoedo explica en esta entrevista su papel en las series.

En la televisión en abierto, los audímetros proporcionan una medición muy precisa de lo que hacen los espectadores minuto a minuto. Las plataformas digitales tienen unos datos aún mejores porque no analizan una muestra, sino a todos y cada uno de los clientes, pero no hacen públicas sus audiencias más que cuando quieren. Para ellos hay más datos que cuanta gente ve la serie, también cuantos nuevos suscriptores trae, cuanta gente termina de ver la temporada, cómo se hace ese consumo, etcétera. Pina no ve complicaciones en el nuevo modelo, “respecto a cómo es la relación con Netflix, tenemos la suficiente información, tenemos los datos, suficiente feedback, tenemos una libertad creativa total con ellos, y tanto cuando trabajamos en nuevos proyectos como en nuevas temporadas de La casa de papel, por ejemplo, se lo contamos y todo es absolutamente fácil, en un flujo continuo. Supongo que si en un momento no viéramos las cosas igual sería más difícil, pero en este momento las estamos viendo igual”.

Rodar en un club de alterne con coronavirus

Con una nueva serie en proyecto, también para Netflix, Sky rojo, creada en colaboración con Esther Martínez Lobato, y nueva temporada de La casa de Papel, el coronavirus ha supuesto un desafío enorme para Pina: “Incluso en los calendarios, nos hace andar con pies de plomo. El covid afecta a todo, al rodaje y por tanto a la escritura. Muchas veces nos enfrentamos a como rodar secuencias que en la serie que preparamos, Sky rojo. Tiene un club de alterne con mucha figuración. Y hay que añadir los contactos, es una serie con mucha carga de sensualidad, y por lo tanto debemos maximizar las medidas de seguridad. Estamos aprendiendo a rodar con el covid y da la sensación de que va a ser así por bastante tiempo. Ya estamos reescribiendo secuencias para cumplir con las normas de seguridad y para minimizar los riesgos. Creo que todo el mundo está aprendiendo a trabajar manteniendo distancia y las normas de seguridad o teletrabajando desde casa. Hemos aprendido a hacer reuniones por Zoom de muchísima gente para lecturas de guión, estamos aprendiendo a tramear (diseñar la estructura del episodio), cosa que es difícil, porque normalmente lo hacemos moviendo posits, así que es mucho más complicado, porque necesitas cierto estrés, cierto contacto para hacerlo, pero lo vamos solventando como podemos y creo que vamos a convivir con la incertidumbre muchísimo tiempo. A mediados de marzo tuvimos que dejar de rodar Sky rojo. Teníamos dos camiones que siguen en el estudio de Colmenar y esperamos volver pronto. Hemos rehecho todo el calendario, empezando por las secuencias que nos permiten mantener las máximas medidas de seguridad posibles. Hasta que encontremos solución queda un largo periodo de incertidumbre”.

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“Como buen roquero, intento meter adrenalina por todas partes”

Preguntamos a Pina por sus principales influencias culturales, y en qué medida se filtran a sus guiones, y se confiesa de la vieja escuela: “Yo soy un dinosaurio, soy un roquero. Como buen roquero intento meter adrenalina por todas partes”. Una de las series que le han servido para detectar claves fundamentales fue Breaking bad. “Aprendimos mucho de ella, esa fuerza de la acción, esa ambigüedad de los personajes, ese gran recorrido que hacen, ese arco dramático que empieza en un sitio y termina en otro completamente distinto”, afirma, “que se ve en Vis a vis pero que se ve en muchos sitios, incluso en White lines en el caso de Axel y de Zoe, que es la protagonista”. Como película elige El lobo de Wall Street, “que también tiene esta fuerza hiperbólica, ese exceso, con un arco de transformación de un personaje brutal, con la comedia y con los hitos constantes y con adrenalina y transgresión. Son cosas que intentamos hacer. Scorsese es un genio, pero de alguna manera intentamos inspirarnos en eso”.

Aunque se le ve en forma, fantasea con tomarse una pausa, “creo que hay que parar un poco para poder volver, o aprender. Llevamos mucho tiempo sacando cosas de la cabeza y hay que dedicarse a meter un poco y pensar nuevas vías. No sé dónde estaré dentro de cinco años, espero estar tranquilo y en paz, que es lo más importante.” Y bromea: “Yo me veo en un sanatorio, tenía que haber ingresado ya”.

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