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Cultura

18 recomendaciones culturales para recuperar el sueño republicano 90 años después

Proclamación de la II República en la Puerta del Sol de Madrid.
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La Segunda República y la Guerra Civil. Un matrimonio forzado y triste que impide acercarse a uno de los periodos más florecientes y convulsos de la historia española sin encontrarse hablando del golpe de Estado del 18 de julio. Pero este miércoles se cumplen 90 años de la proclamación de la tricolor, y queda la cultura. En estos libros, películas y obras teatrales se conserva parte de lo perdido para que sea, más que un periodo que reivindicar desde la nostalgia, un aprendizaje político que no podemos permitirnos olvidar.

La casa, por los cimientos

¿Cómo fue la lucha hacia la consecución de la República? ¿Cómo se conformó el régimen político que gobernó España desde 1931 hasta el levantamiento militar de 1936 y hasta 1939? ¿Cómo cambió en esos años la vida de los españoles? ¿Cuáles fueron los principales desafíos de los distintos gobiernos? Hacen falta casi 1.400 páginas para responder a estas preguntas. Y eso hacen los historiadores Eduardo González Calleja, Francisco Cobo Romero, Ana Martínez Rus y Francisco Sánchez Pérez en La Segunda República española, un volumen colectivo publicado en 2015 en la editorial Pasado & Presente. “Los triunfadores del 14 de abril interpretaron la proclamación de la República como una revolución protagonizada por el pueblo, del que debían emanar todos los poderes del Estado”, reivindican, frente a historiografías revisionistas que llegaron a describirla como una heredera de la Restauración.

Para una lectura menos exhaustiva, y que incluye también el final del proyecto republicano, pueden consultarse volúmenes como La Segunda República y la Guerra Civil (Alianza), un manual divulgativo de Félix Luengo y Mikel Xabier Aizpuru que dedica los primeros tres capítulos al periodo 1931-1936 y los tres últimos al alzamiento fascista y su represión. Los más interesados en el último periodo de la República, ya en guerra contra los militares sublevados, es clave la trilogía de Ángel Viñas La República española en guerra (Crítica), donde analiza la estrategia del Gobierno y las razones de su fracaso.

Testigas de excepciónTestigas

El 23 de abril de 1933 tuvo lugar una de las claves del legado de la República: ese día, en las elecciones municipales, las mujeres acudieron a las urnas por primera vez en igualdad con los hombres. Sobre esta primera participación de las ciudadanas en la política parlamentaria han quedado testigos de excepción. En El voto femenino y yo, mi pecado mortal, la diputada Clara Campoamor, elegida en 1931 por el Partido Radical, narra los enfrentamientos internos provocados por esta iniciativa y las consecuencias que tuvo en su vida. Campoamor fue una de las tres únicas diputadas que participaría en el debate en torno a la medida, junto con Victoria Kent y Margarita Nelken, pero sería también la única en defenderla. Su victoria, con la oposición de la derecha y de parte de la izquierda, sería su mayor triunfo político, pero también el final de su carrera: cuando en 1934 abandonó el Partido Radical por su cercanía a la CEDA y su dura represión de la revolución de Asturias, no encontró partido que la acogiera.

Gracias a su pericia y su constancia, otras pudieron tomar el testigo. Es el caso de la dramaturga María Lejárraga, elegida diputada por el Partido Socialista en 1933, que dejó testimonio de su labor política en Una mujer por caminos de España (recuperado por Renacimiento, como el volumen de Campoamor), que, escrito desde el exilio, da cuenta no solo de sus intensas vivencias de aquellos años, sino de la profundidad y la complejidad de la transformación republicana del país. Para completar un panorama poliédrico, pueden consultarse La mujer ante las Cortes constituyentes, texto de Margarita Nelken de 1931, donde señala los retos del feminismo, y De Madrid a New York, compilación de cartas, discursos y artículos de Victoria Kent, desde los años treinta hasta la Transición (ambos títulos de Renacimiento).

La belle époquebelle époque

Trenzado con el avance político, la Segunda República se identifica —al compás del excitante aire de entreguerras— con un momento de desinhibición y ruptura social y artística. Quizás la película española que mejor haya capturado ese espíritu sea Belle époque, filme de Fernando Trueba Belle époqueque se hizo con el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1993. En realidad, aunque la película se desarrolle en los meses previos a la proclamación del 14 de abril, poco tiene que ver con esos acontecimientos históricos: el joven soldado Fernando (Jorge Sanz) deserta y se refugia en la casa de Manolo (Fernando Fernán Gómez), un artista que vive con sus cuatro hijas. La película recrea un breve espacio de libertad, un paraíso frágil, antes de que la vida se imponga. No es difícil identificarlo con la experiencia de la Segunda República, y ese paralelismo señalaban la mayor parte de las muy positivas críticas recibidas entonces.

Si Belle époque habla de una breve conquista, La plaça del Diamant / La plaza del DiamanteLa plaza del Diamante(Club Editor / Edhasa), de Mercè Rodoreda, habla de una larga pérdida: la de Natalia, la Colometa, cuya vida estará atravesada por la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo —y por la opresión de la mujer, que no cesa—. La novela de Rodoreda, su obra cumbre, ha sido adaptada al teatro y a la televisión desde su publicación en 1962, con una serie de Televisión Española estrenada en 1983 o una versión teatral protagonizada por Lolita en 2015.

La efervescencia de la República fue también cultural. La Generación del 27 florece durante la primera mitad de los treinta, y pronto tendrá que elegir entre dictadura y exilio, como lo hicieron algunos de sus maestros. En 2019, La Joven —compañía madrileña especializada en teatro juvenil— estrenaba Federico hacia Lorca, dirigida por Miguel del Arco, una aproximación al poeta que ponía especial interés en su etapa formativa y de eclosión. Como bien se conoce, el compromiso político del granadino le llevó a participar en las misiones pedagógicas, uno de los hitos culturales republicanos del que se puede aprender más en Las misiones pedagógicas. Educación popular en la Segunda República, de Alejandro Tiana Ferrer (Catarata). Pero no se entendería la labor teatral de Lorca sin Margarita Xirgu, productora y actriz que haría posibles los montajes de Yerma o La casa de Bernarda Alba. En el Epistolario publicado por Renacimiento en 2019 están sus cartas, que dan cuenta de su vida artística y de su compromiso político, que le llevaría a morir en el exilio. “Llegué al teatro y me dijeron que a las cinco se proclamaría la República desde el balcón del Ministerio de la Gobernación. Dejé el auto y a pie me fui a dar vueltas por la Puerta del Sol. No quise perderme el espectáculo. La plaza estaba llena, las bocacalles que afluyen a la Puerta del Sol, atestadas de gente. El momento fue de una emoción intensísima”, escribió a su hermano en 1931.

Las gafas de Manuel Azaña

En 2020 se cumplieron 80 años de la muerte de Manuel Azaña (Alcalá de Henares, Madrid, 1880 - Montauban, Francia, 1940), último presidente de la República. Recientemente, la editorial ha recuperado Azaña. Los que le llamábamos don Manuel, escrito por la periodista Josefina Carabias poco antes de su muerte, en 1980, y publicado ya entonces de manera póstuma. En él, la que fuera reportera de los primeros días de la República da cuenta del crecimiento político del que sería fundador de Izquierda Republicana, integrada en el Frente Popular, así como de su carácter, realista hasta la exasperación de algunos. El volumen sirve como complemento de la biografía que el historiador Santos Juliá había publicado ya en 2009, Vida y tiempo de Manuel Azaña, la más completa hasta la fecha, recuperada este año por la editorial Debolsillo. En este retrato de uno de los personajes clave de la Segunda República, que para sus seguidores encarnaba los valores laicos y liberales del proyecto democrático, pero que para las derechas se convirtió en representación de la amenaza antipatriota del Frente Popular... y que acabó siendo también tildado de traidor por parte de la izquierda.

Manuel Azaña fue acusado de apoyar dos de los conflictos centrales de la Segunda República: la proclamación del Estado catalán dentro de una república federal y la revolución de Asturias. Para acercarse a la primera, queda Companys. Procés a Catalunya / Companys. Proceso a Cataluña, película de Josep Mª Forn de 1979 en la que se sigue al presidente de la Generalitat hasta el exilio y su captura a manos de la Gestapo en Francia, desde donde recuerda aquel breve conato federalista y los últimos días de la República. Si miramos a Asturias, qué mejor puerta de acceso a la huelga revolucionaria que La balada del norte, saga de novela gráfica de Alfonso Zapico que va ya por su tercer volumen y que se acerca a aquellos sucesos desde dos perspectivas complementarias: la de un minero sublevado y su hija y la de un periodista burgués, hijo de un empresario minero, que traiciona su clase por sus ideales. El cuarto y último tomo de la serie se publicará en 2021.

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Adiós a los maestros

Si el proyecto republicano y su transformación social tuviera que materializarse en una sola persona, seguramente sería en una maestra o un maestro. Es imposible cerrar esta lista sin mencionar La lengua de las mariposas, película de José Luis Cuerda de 1999La lengua de las mariposas guionizada por Rafael Azcona a partir de relatos de Manuel Rivas. Don Gregorio, el maestro interpretado por Fernán Gómez, lleva consigo los principios de la reforma pedagógica que se convirtió en uno de los pilares ideológicos de la innovación social republicana, y también la suerte de muchísimos profesores republicanos y de izquierdas, depurados por decreto a partir del mismo noviembre de 1936 y de facto desde el inicio de la guerra en los territorios tomados por los sublevados. Unos 20.000 maestros y maestras fueron castigados con expedientes de depuración, un tercio de la plantilla de todo el país.

Pero no toda la represión tiene la misma forma: en Las maestras republicanas en el exilio (Catarata), Carmen de la Guardia Herrero sigue el rastro de las mujeres que trabajaron por la educación republicana, a menudo muy despiertas intelectualmente y comprometidas socialmente, y que se vieron forzadas a abandonar el país. Se huía de una violencia y una penuria que se creían seguras, y hacia una violencia y una penuria inciertas: campos de concentración franceses, invasión nazi, repatriaciones forzosas, barcos hacia México, Argentina, Estados Unidos. Enseñarían a otros niños, trabajarían por construir otras democracias. Nunca supieron qué fue de sus alumnos, aquellos que iban a crecer en la igualdad republicana y que acabaron aprendiendo cómo sonaban las balas.

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