Cultura

Editar bonito

Breve Atlas de los Faros del Fin del Mundo
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El pasado 5 de julio, el Ministerio de Cultura y Deporte concedió los Premios a los Libros Mejor Editados durante el año 2020. El galardón tiene como objeto reconocer y estimular la labor de las editoriales en la edición de libros y obras… Lo que no tiene es dotación económica. Mecachis. Mecachis, digo, porque a los editores no les vendría nada mal.

“El premio nos hace mucha ilusión, pero imagínate que tiene dotación económica… ayudaría muchísimo”. Lía Peinador habla en nombre de la editorial Menguantes. “No me voy a quejar más, no voy a ser otra editorial que se queja, pero sí que digo que es complicado”. Hay, explica, que invertir mucho “y es un poco la pescadilla que se muerde la cola, porque cuantos más ejemplares imprimes, más barata sale la unidad, pero, como somos pequeños, vas midiendo muy bien las fuerzas, no quieres pasarte, no quieres imprimir de más, no quieres quedarte luego con libros en la estantería de casa”. No obstante lo cual, el reconocimiento les conviene: “si hubiera habido algo de dinero, genial, pero no lo ha habido y estamos felices igualmente”.

Breve Atlas de los Faros del Fin del Mundo

Menguantes ha sido reconocida con el primer premio en la categoría de Obras Generales y de Divulgación por Breve Atlas de los Faros del Fin del Mundo cuyo autor es José Luis González Macías, también socio en la editorial. El libro va ya por la cuarta edición, “y seguramente vayamos a la quinta, y vamos a estar traducidos a ocho idiomas. Así que muy muy muy felices”. Y muy muy muy sorprendidos, porque no entraba en sus cálculos. “Ha sido el boca a boca, y la gente que tiene interés en los faros, pero no solo. El secreto del éxito es que se ha hecho en casa, todas las conversaciones las hemos tenido en Menguantes, todas las decisiones de papel, contenido, tipo de ilustración, todo se ha hecho entre los dos”.

Si Lía tiene una buena razón para estar contenta, Alberto Sánchez Nieto y Jorge Fernández Pardo tienen tres: Millenium Liber se ha hecho con el primer premio en la modalidad Libros de Bibliofilia con Michelangelo el Divino, con textos de Paula Guijarro y grabados originales de Lydia Gordillo (edición única numerada y autenticada mediante acta notarial); y con el primer y tercer premio en Libros Facsímiles, por Breviculum Seu Electorium Paruum, de Thomas Le Myésier (tirada de 995 ejemplares, numerados y autenticados), y 1492: Las Capitulaciones de Santa Fe y el Edicto de expulsión de los judíos de los Reinos de Castilla, con estudios de Carlos López Rodríguez y Miguel F. Gómez Vozmediano (tirada única de 499 ejemplares, también numerados y autenticados).

“Es un reconocimiento a un trabajo que ha significado mucho tiempo de dedicación para los que componemos el equipo, donde hemos tenido que controlar muchos detalles, proveedores… hasta terminar la edición y, sobre todo, en este período de pandemia”, dice Sánchez Nieto. Lamentablemente, su diseñador falleció en enero: “Nos gustaría dedicarle los premios”, dice.

Breviculum Seu Electorium Paruum

Los editores nos explican que en la categoría de Bibliofilia se encuentran los libros raros, curiosos, libros de artista y en definitiva todos los que aportan algo diferente a la edición; más complejo aún es la creación de un facsímil. “Lleva mucho tiempo de trabajo, desde que se firma el contrato con la entidad propietaria del manuscrito hasta que se finaliza con la edición pueden pasar hasta cuatro o cinco años”, dice Fernández Pardo.

Empiezan por el papel, “que es una fabricación especial denominada pergaminata. La imprenta es un eslabón fundamental en donde el impresor tiene que hacer que las máquinas acaricien el papel y los colores ocupen su lugar con gusto, elegancia…” Ni que decir tiene que hay que realizar muchas pruebas hasta llegar a los colores definitivos, “esto significa múltiples viajes para compararlos con el original hasta poder dar el visto bueno definitivo”. No menos relevante es el encuadernador, que “alza, pliega las hojas, las cose a mano, hace pruebas con la encuadernación…” Y todo el proceso es artesanal, y cada eslabón cuenta, por eso, lo comparten con sus posibles clientes mediante vídeos que dan fe de la meticulosidad del trabajo.

Facsímil del Libro de Horas del Obispo Morgades.

Editar bonito

El de los facsímiles es, sin duda, un terreno muy especializado y lujoso. “Podemos decir, con orgullo, que España está en el primer lugar de edición de facsímiles ―aseguran desde Millenium―. La profesionalidad del editor español en este sector es muy alta y apreciada en el mundo entero”.

Fuera de ese ámbito, la apuesta por la edición de calidad no es tan obvia. “Hay un montón de libros en el mercado y publicar más libros todavía supone saturarlo; si publicamos libros queremos hacer libros que en sí sean un objeto de valor, que contengan historias, que enganchen. Pero no solo eso: queremos que por fuera también tengan belleza”, afirma Lía Peinador.

Libros ilustrados, de tapa dura, bien vestidos, con un papel de lujo… lo cual tiene sus riesgos. Cuenta Peinador que, en Navidades y a la vista del éxito que estaba teniendo su libro de faros, se animaron a imprimir más ejemplares. “El papel era tan especial que la imprenta tenía que pedirlo de Alemania, en Alemania tardaron un montón en servirlo… y esas decisiones al final las sufres.” ¿Qué papel es ese, tan esquivo?, quiero saber. “Olin white regular, de Antalis, con un gramaje de 120g/m.” Acabáramos. 

Pero es que editar guapo es, para muchos, la única manera de editar. Me alejo unas líneas de la lista de premiados para hablar con Elisabeth Pérez Fernández, creadora de Bonito editorial. “Empecé hace 8 años en Barakaldo y llevaba el editorial a caballo entre Italia y Euskadi”. Italia, porque allí quería aprender a controlar los artes finales para hacer los libros que deseaba hacer; Euskadi porque allí puso en marcha su proyecto, inicialmente de autoedición, aunque luego atrajo a otros autores.

Memoria de un pez bueno. Foto: Sara García Peredo.

“Poquito a poco, en los 8 años he hecho 10 libros.” Diez libros. Solo. Alguna de estas exquisiteces, libros-objeto ilustrados a veces bilingües, le ha llevado 6, 7, 8 años; otros los ha repetido hasta 5 veces. El proceso, “bastante artesanal”, satisface a sus autores: “les dejo trabajar con el tiempo que necesitan”, asegura. ¿Algún plan de publicación? “Ahora tengo en el horno el trabajo de tres personas, no sé cuándo me van a entregar el libro, igual el año que viene, o no”. Esta calma viene dada por su manera de entender su labor, pero también por necesidades económicas. “Publico cuando consigo ahorrar el dinero suficiente para crearlos, porque los fabricó en Euskadi, voy a imprentas, sigo todos los procesos, hacemos muchas pruebas con los acabados…”

Dejad que los niños se acerquen y lean

Es innecesario señalar, supongo, que el amor por los libros bien hechos se aprende. Y cuanto antes empecemos, mejor. Pablo Larraguibel, de Ediciones Ekaré, cita a la ilustradora checa Květa Pacovská (autora, por cierto, de Bonito): “los libros álbum son el primer museo que visitan los niños, ¡y está en la biblioteca de casa!”.

Ekaré ha merecido el segundo premio de la categoría de Libros infantiles y Juveniles por Marie Curie en el país de la ciencia’, un proyecto transfronterizo: el texto fue escrito en francés por Irène Cohen-Janca, nacida en Túnez y residente en Francia, y publicado originalmente en italiano por la editorial Orecchio Acerbo, con ilustraciones de Claudia Palmarucci. La traducción al castellano lleva la firma de las venezolanas María Carolina Concha y Elena Iribarren desde París; la traducción al catalán es de Teresa Duran, en Barcelona. “Y como guinda de este trabajo sin fronteras podemos añadir que Ekaré se fundó en Caracas en 1978”.

Las razones del galardón están ahí: cuenta con detalle la historia de una mujer extraordinaria en un libro que transmite la complejidad del personaje y su trascendencia “gracias a la combinación de texto, imagen y soporte, es decir, la clave de un libro álbum”. Como ejemplo, pone una doble página donde aparecen Marie y su hermana Bronia. “Marie trabajaría para que Bronia pudiera estudiar y luego Bronia costearía los estudios a Marie. Ambas aparecen de perfil, mirándose frente a frente convencidas de que harán todo lo posible para cumplir sus deseos”.

Condensar un libro en una imagen

Condensar un libro en una imagen

Marie Curie

Para terminar esta conversación, caigo en el tópico y pregunto a Larraguibel por la supervivencia de la buena edición en estos tiempos digitales. “Un bello libro sobre papel no tiene competencia en formato electrónico. Un bello objeto con su peso, textura, olor… no tiene correlato en una pantalla. Y en libros álbum, donde convive imagen y texto y que forma una unidad de relato en la doble página, tampoco”, afirma. Y de nuevo, se acoge al comodín de la autoridad. “Jaume Vallcorba, editor de Acantilado, decía que el medio manda: una pantalla te exige más cosa, interacción, sonido, movimiento. Dado que lo puede hacer, el consumidor lo demanda. Eso que sale de ahí ya no es un libro, es otra cosa. Un libro en papel, es solo eso. Solo te pide que pases la página e internarte en el mundo que te propone sin más magia que la literatura”.

De lo que se deduce que, premiados o no, todos pueden suscribir lo que Elisabeth Pérez Fernández proclama: “Lo busco es que el libro esté bien hecho y tenga sentido hacerlo. No busco hacer libros que ya existen porque, si ya están, ¿para qué los voy a hacer yo?”.

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