Cultura

Sabina deposita su legado (y su bombín) en la Caja de las Letras: "Nuestra mayor riqueza es el idioma"

El cantante Joaquín Sabina y el presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero, durante el acto en el Instituto Cervantes este martes en el que el cantante ha depositado un legado en la Caja de las Letras.

¿Un poeta reconvertido en cantante o un cantante reconvertido en poeta? La pregunta parece complicada de responder cuando se habla de Joaquín Sabina, aunque él lo tiene claro. "No recuerdo un momento en mi vida en que yo, pensando en mi futuro, decidiera que fuera a ser cantante. Y eso que tenía una guitarra desde los 14 años", dijo este martes, en Madrid, en la sede del Instituto Cervantes. "Mi principal pasión era leer y lo sigue siendo", continuó. De ahí el legado que decidió dejar en La Caja de Las Letras de la institución, en un acto en el que estuvo acompañado de su director, Luis García Montero, y la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet. Se trata de la colección completa de la revista argentina Sur, fundada por la escritora Victoria Ocampo:371 números publicados entre 1931 y 1992. "Es una revista mítica por la que pasa más de medio siglo de creación literaria de Latinoamérica y de los exiliados españoles, es una revista muy importante", ha dicho.

Pero la caja de seguridad 1237 de la cámara acorazada de la sede del Cervantes no solo guardará eso desde este martes. Sabina también ha legado varios objetos personales, como su mítico bombínvarios manuscritos de algunas de sus canciones, como Que se llama soledad; cuatro dibujos de "gallos de pelea" y otra de "una pareja asturiana"; y una colección de fotos con sus amigos, una de las patas más importantes de su vida, según explicó. "No he sido nunca un padre ejemplar, ni un marido ejemplar ni un amante ejemplar, pero sí he sido un amigo leal", destacó en el coloquio que se celebró después del acto de entrega de su legado junto a los escritores Benjamín Prado y Nativel Preciado, a la que confesó haber "despilfarrado" su dinero, precisamente, con sus amigos. "Solo he empezado a pensar en él hace un par de años. Por un lado por la edad y por otro por conseguir que mis hijas no sufran la situación que está sufriendo ahora la juventud, que vive peor que sus padres", lamentó. A él no le ha pasado. "A mí no me hace falta nada, estoy moderadamente en paz conmigo mismo. He llegado a los 72 años y no me considero un hijo de puta, y con eso me basta", bromeó.

Hasta llegar a esa edad ha pasado por mucho. Según recordó, empezó cantando a los 20 en bares "de muy dudosa reputación", vivió siete años en Londres y luego cantó en Madrid, junto a Javier Krahe y Alberto Pérez, en La Mandrágora. A partir de ese momento ha tratado de "dignificar literariamente las letras de las canciones". "Volví de Londres cuando murió Franco y me di cuenta de que las canciones que yo quería escuchar no sonaban en la radio y que había mucha falta de atención a las letras, que les faltaba magia", dijo. 

A las suyas les ocurrió lo contrario porque antes de cantante era poeta. "Lo de cantar vino después", insistió. Y reivindicó la cultura y el castellano. "Ahora que se dicen tantas tonterías de la Marca España, nuestra mayor riqueza es el idioma. Y ese idioma es el que considera que esta [el Instituto Cervantes] es su casa", celebró. "Es la primera vez en mi vida que en una institución de tantísimo alcance me siento en mi casa. Creo que es la vocación de este Instituto y de su director, que así se sientan todos los hablantes, los cantantes de esta lengua hermosa", añadió.

De hecho, tal y como leyó de un discurso compartido con García Montero y escrito para ser leído con motivo del VIII Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Córdoba (Argentina), es "un poeta tanguero/devoto de Argentina y el Cholo Simeone/que no cambia a Gardel por los Rolling Stone".

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Volver a los escenarios, "cuando se pueda fumar y beber una copa"

También habló sobre su vuelta a los escenarios. La última vez que pisó ese "planeta que no tiene nada que ver con la vida", como él mismo lo definió, fue en febrero de 2020, cuando tropezó y cayó desde el escenario durante una actuación junto a Joan Manuel Serrat en el WiZink Center (Madrid) que obligó a posponer el espectáculo a un mes de mayo que nadie podría haber imaginado. 

Ahora quiere volver, pero no piensa hacerlo, dijo, "hasta que la gente pueda levantarse, quitarse la mascarilla y fumar o tomarse una copa". Él sigue haciéndolo. "Yo he sobrevivido a estas maldades. No he tenido covid, me he portado como un ciudadano ejemplar. He seguido bebiendo y fumando, eso sí. Pero volveré a decir 'hola y adiós", sentenció.

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