Sector energético

La crisis económica deja al sector energético a merced de fondos chinos y árabes

El capital chino y árabe penetra en el sector energético

Si hay un sector clave y de importancia decisiva en la economía de un país, es el de la energía. Por eso se le apellida de "estratégico" y por eso las empresas (y los empresarios) del sector gozan de una relevancia y de un peso que no se da en otras actividades.

Las pugnas en el sector, como las críticas lanzadas por el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, contra la empresa italiana Enel, propietaria de Endesa y de capital público, atraen en seguida los focos. Nadal aseguró en el Senado que el hecho de que el propietario de una compañía (Endesa) con centrales clave fuera un Estado de la UE (Italia), dificultaba el diálogo sobre la reforma del sector.

¿Y que revelan los focos? Que ese sector estratégico, vital para la economía, en el caso español está muy penetrado por la inversión extranjera, especialmente por capitales chinos y árabes que en casos muy significativos dependen directamente de sus respectivos Estados.

Globalización y libre circulación

Los tiempos en los que la simple posibilidad de que un inversor árabe se sentara en el consejo de una gran empresa o banco levantaba ampollas han quedado muy atrás. La globalización, la libre circulación de capitales y, en último término, la necesidad de capital de las compañías en época de crisis facilita la toma de posiciones de compañías y Estados que saben que futuro y energía están íntimanente unidos.

Todas las compañías energéticas españolas tienen presencia de fondos de inversión extranjeros. En algunos casos, se trata de una apuesta en abanico: un fondo que invierte en todos los sectores de la economía de un país. Es el caso del fondo noruego NBIM (Norges Bank Investment Management), que gestiona el fondo de pensiones estatal y que en el sector energético ha invertido en Enagás (1,62%); Endesa (0,17%); Gas Natural (0,91%); Iberdrola (1,75%), Red Eléctrica de España (0,85%) y Repsol (1,26%).

Pero la toma de posiciones significativas es más evidente en los casos de fondos no europeos y no occidentales. Esos fondos han recalado en Cepsa (entera propiedad del fondo de Abu Dhabi, IPIC); en Repsol (en alianza con la china Sinopec en Brasil), que vendió un 5% de acciones propias al fondo soberano de Singapur Temasek Holdings (6,29%); en Iberdrola (Qatar Investment, 6,16%) y en Enagás (Oman Olil Company, 5%).

Gas Natural Fenosa también tiene una significativa participación de la compañía estatal argelina Sonatrach, un 3,85% de su capital, según datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). 

Portugueses y chinos

Como en el caso de la petrolera Cepsa-IPIC, que junto a Repsol domina la distribución de carburantes en España, la antigua Hidrocantábrico es propiedad, en su totalidad de EDP. La compañía portuguesa, a su vez, tiene como principal accionista a otra. compañía china Three Gorges, una pieza del enorme engranaje puesto en marcha por la potencia asiática para buscar y encontrar nuevos recursos.

El proyecto Medgaz es también un buen ejemplo de cómo la crisis mueve las posiciones e incrementa el poder de determinados inversores, en este caso, árabes. El gasoducto entre Argelia y España (más de 210 kilómetros de tramo submarino) comenzó hace 12 años como un proyecto de cinco grandes empresas internacionales, tres de ellas españolas (Iberdrola, Cepsa y Endesa), una francesa GDF-Suez y la argelina Sonatrach.

A finales del pasado año, acuciadas por la situación de crisis y la necesidad de reducir deuda, tanto Iberdrola como Endesa decidieron deshacerse de sus participaciones en Medgaz. Iberdrola vendió a la belga Fluxys (obtuvo 146 millones) y Endesa (controlada por Enel) a la argelina Sonatrach y a Cepsa. Tras las ventas, el accionariado del proyecto queda asÍ: 32% de Sonatrach (Argelia), 26% de Cepsa IPIC, Abu Dhabi), 205 de la belga Fluxys, 12% de la francesa GDF Suez y 105 de Gas Natural Fenosa. Mayoría de capital árabe.

Intereses entrelazados

Los intereses entrelazados en el sector de la energía, aparentemente, no preocupan en el Gobierno. Sólo la oposición de Enel-Endesa a los planes de Industria han provocado alguna crítica. Y sin embargo, sí hay voces que alertan sobre las consecuencias de ser un país dependiente, especialmente del gas, y con un sector energético completamente abierto en época de crisis.

La Fundación Renovables, esta misma semana, alertaba de que en 2012 siguieron aumentando las importaciones de gas a pesar de que el consumo sigue disminuyendo. "El futuro" sostiene el informe elaborado por la Fundación Renovables "no va a ser mejor dada nuestra vulnerabilidad ante los cambios en la geopolítica del gas".

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Como ejemplo de esa vulnerabilidad, la Fundación señala que España "prácticamente ha perdido el control del gasoducto Medgaz". "Los contratos de suministro" añade "son secretos y esa opacidad la paga el consumidor a través de recargos que el Ministerio de industria aprueba en la tarifa del gas sin la más mínima transparencia".

El secretario de Estado , hermano de Álvaro Nadal, el responsable de la Oficina Económica de Presidencia, aseguró que "Hay una empresa eléctrica clave que posee las centrales. Y el principal accionista de esa empresa es un Estado miembro de la UE. No son las mejores condiciones para negociar con ella. Mientras el diálogo con el resto del sector es fluido, no siempre es fluido con un consejo de administración que está sentado en otro país», señaló en referencia a la empresa italiana Enel, controlada por el Estado y propietaria de Endesa.

Con su declaración Nadal apuntaba con el dedo a Endesa, que sufre en forma de proyecto de ley, los planes del Ejecutivo para romper su monopolio en las islas. El llamado régimen extrapeninsular supone un sobrecoste para el sistema de 1.700 millones de euros e Industria cree que buena parte procede de los contratos de compra de combustible entre empresas de la propia Endesa. Por ello ha propuesto el control de esos contratos por la Comisión Nacional de la Energía y otras medidas para romper el monopolio de Endesa en las islas, entre ellas, la venta de determinados activos (regasificadoras e instalaciones de bombeo) a Red Eléctrica de España (REE) y Enagás.

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