Los abusos de la banca

Implicados en escándalos financieros apelan ahora a la “buena fe” para esquivar responsabilidades

Implicados en escándalos financieros apelan a la “buena fe” para esquivar responsabilidades

Santiago Carcar / Begoña P. Ramírez

Las cárceles están llenas de inocentes. Esa máxima, que responde al código carcelario de buenas maneras, ya no es patrimonio de los reclusos. Fuera de las prisiones, son inocentes hasta los sorprendidos con las manos en la masa, léase comprando bancos sin mirar muy bien el precio o estafando los ahorros de los jubilados con preferentes. Porque actuaron, dicen, con buena fe.

Fernando Herrero, portavoz de Adicae, la asociación que agrupa a miles de perjudicados por la venta de productos complejos a simples ahorradores, lo tiene claro: "Una ilegalidad, aun de buena fe, sigue siendo una ilegalidad". "En todo caso, podría ser una atenuante". De ahí a la inocencia hay un paso largo.

No piensa así el presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell. El empresario, que participó en los cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo en Santander, expresó su "preocupación" por que el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, fuera detenido por su gestión al frente de la entidad y tras decidir comprar el City National Bank (CNB) de Florida (EEUU).

"Que me expliquen por qué ha sido detenido Blesa, si por su gestión o por malversación [de fondos]. Si es por gestión, todos podríamos ir a la cárcel", explicó Rosell.La estulticia aparente y las omisiones del gestor diligente

El presidente de la patronal argumentó que él mismo podría verse involucrado en una situación similar a la sufrida por Blesa al haber autorizado la compra de activos en la dirección de sus empresas. "Hasta la fecha, Blesa ha sido detenido sólo por su gestión y eso realmente me preocupa", ha subrayado.

En una reciente polémica que mantuvieron, a golpe de blog, el expresidente de la CNMV Manuel Conthe y el catedrático de Derecho Mercantil Jesús Alfaro, éste criticaba a las cajas de ahorro por haberse "amparado demasiadas veces en su 'aparente estulticia' para justificar operaciones gravemente dañinas para su patrimonio". Y lo explicaba recordando que en los concursos de mayor cuantía, son siempre las cajas los principales acreedores, no los bancos privados. Pero Alfaro pone en duda que los directivos de las cajas de ahorro fueran tan tontos como para dejarse engañar "sistemáticamente por los empresarios menos escrupulosos".

Porque la inmunidad que la ley le da al gestor empresarial, recuerda el catedrático, se limita a los "casos de deficiencia de juicio caracterizados por valoraciones incorrectas y equivocaciones técnicas". Pero no ampara las operaciones realizadas "omitiendo las precauciones, análisis y asesoramientos que un administrador diligente habría realizado". Y es ahí donde habría que preguntarle a Juan Rosell si está seguro de que Miguel Blesa tomó todas las cautelas y encargó todos los estudios antes de conceder un crédito de alto riesgo al expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán o de comprar el banco de Florida al precio que pagó.

Pescanova y Enron

Sobre la crisis de Pescanova, la segunda mayor flota pesquera del mundo, habrá que esperar también qué dictan los tribunales. Su presidente, Manuel Fernández de Sousa, está imputado por presentar unas cuentas anuales "que no se ajustaban a la realidad" y con las que proporcionó una imagen falsa de la situación económica de la empresa que indujo a los inversores a comprar acciones. “Todo lo que he hecho ha sido por el bien de la compañía”, aseguró en una entrevista a El País

Sin embargo, Deloitte, el administrador concursal de la multinacional gallega, ha descubierto que Fernández de Sousa ocultó su deuda –3.300 millones de euros– en multitud de filiales que no aparecen en sus resultados consolidados. Más o menos la misma operativa utilizada por la desaparecida texana Enron, que protagonizó en 2001 una de las mayores bancarrotas de la historia del capitalismo. Hubo más de 30 imputados y su presidente ejecutivo, Jeffrey Skilling, fue condenado a 24 años de cárcel.

Sólo fue un error

Otros implicados en asuntos escandalosos, como la venta de preferentesventa de preferentesa inversores sorprendidos –ellos sí– en su buena fe, quieren también esquivar las consecuencias de sus decisiones.

Un ejemplo es el del expresidente de Caixanova y de Novacaixagalicia, Julio Fernández Gayoso. El exresponsable de la caja gallega reconoció en el Parlamento autonómico que se produjeron "errores en la comercialización" de preferentes, pero defendió que la entidad que él presidía antes de la fusión actuó "con la más absoluta buena fe". Con la mismas palabras defendió también la venta de estos productos financieros el exdirector general de Caixa Galicia José Luis Méndez.

España es el único país del mundo donde las participaciones preferentes se vendieron a ahorradores particulares, sacados de las listas de clientes de las sucursales, y no a inversores con conocimientos financieros. Este tipo de producto computaba como core capital, o capital de la máxima calidadcore capital. En 2010, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea endureció las exigencias de capital a los bancos europeos para evitar nuevas crisis financieras. De ahí las prisas de las entidades españolas para aumentar sus ratios. Recurrieron a la venta masiva de preferentes.

En su comparecencia en la comisión de investigación del Parlamento gallego sobre la situación de las cajas, Gayoso explicó que él era director general de Caixanova durante la emisión suscrita en el año 2005 y no así en la del año 2009.

"Les puedo asegurar que aquí se ha actuado con la más absoluta buena fe", proclamó, y puso como ejemplo que "más de 2.000 compañeros de la caja tienen preferentes y tienen quitas", dado que "no pueden acogerse a la figura del ahorrador, sino que entran en el capítulo de inversores".

No es un concepto jurídico

Sin embargo, la buena fe no es un concepto jurídico, explica Pablo Mayor, abogado de Adicae. "¿Elaboraron con buena fe un protocolo para vender un producto complejo como las preferentes a ahorradores de 80 años sin conocimientos financieros?", se pregunta con ironía. Tampoco cree que los directivos de las cajas implicadas puedan alegar buena fe cuando, estallado el escándalo y destapada su nefasta gestión, "peleaban por sus finiquitos" por encima de todo lo demás.

Mayor duda de la gestión leal de una entidad como Bankia, que pasó en sólo tres meses de anunciar unos beneficios de 309 millones a unas pérdidas de 2.979 millones. "En el ámbito de las cajas", le apoya el portavoz de Adicae, "estamos hablando de ejecutivos que llevaron a la quiebra a entidades benéfico-sociales y cuyas decisiones han ocasionado graves perjuicios a una masa de ciudadanos". Herrero cree que el argumento de la mala gestión no es más que un "eufemismo" tras el que se esconde "una gestión más que deficiente, alargada en el tiempo, que se saltaba los preceptos legales y, a veces, incluía casos de corrupción".

Sin embargo, el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, considera que su inocencia está fuera de discusión.  "No me arrepiento de nada" aseguró el jueves al salir de la cárcel. "Creo que he estado acusado por dos delitos [administración desleal y apropiación indebida] injustamente y lo que deseo de verdad es que eso se esclarezca, no hay nadie más interesado que yo en eso", subrayó, para añadir a continuación que lo que quiere es que sea "con un juez imparcial", cosa que no cree haber "tenido hasta el momento".

Es cierto que los juristas debaten sobre la intencionalidad del perjuicio causado. También debaten sobre el llamado "sesgo retrospectivo". Ese sesgo consiste en que, una vez producido un daño concreto, se tiende a considerar negligentes conductas que, a priori, no se habrían tenido por tales.

Los peritos confirman que Blesa incumplió la ley en el préstamo a Díaz Ferrán

Sin dudas en Islandia

Pero hay lugares como Islandia donde se ha cerrado ya la discusión sobre hasta dónde llegan las responsabilidades de los gestores. Se ha cerrado con condenas. Hasta el momento, la justicia ha condenado al ex consejero delegado del banco Larus Welding y a uno de sus más estrechos colaboradores en el banco Glitnir (uno de los tres grandes que quebraron hace cinco años), Gudmundur Hjaltason.

Los islandeses, que en 2008 se vieron con el agua al cuello por la quiebra del sistema financiero, han juzgado y condenado a los banqueros que propiciaron el disparatado crecimiento de la banca hasta el estallido final. Los activos de la banca islandesa pasaron de representar el 174% del PIB en 2003 a superar el 700% en 2007.

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