Los abusos de la banca

Las prácticas bancarias de alto riesgo vuelven siete años después del estallido de las 'subprime'

Manifestación de afectados por las preferentes en Galicia

Un premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, atribuyó el estallido de la crisis en 2007 "a un sistema financiero que está más obsesionado en especular que en cumplir su papel social de intermediación entre los que tienen exceso de fondos y quienes necesitan más dinero". La obsesión vuelve. Mientras Europa debate, ocho años después del estallido, cómo encarrilar a la banca para que cumpla el papel de intermediación del que habla Stiglitz, el regreso de los viejos malos hábitos acecha de nuevo.

El portal financiero Bloomberg ha informado de que el viejo negocio especulativo de las hipotecas basura está de vuelta en EE UU. Tiene, eso sí, otro nombre: en vez de subprime, nonprime. Pero el negocio es el mismo. Consiste en agrupar hipotecas con escasas garantías y créditos basura, todo de alto riesgo, hacerlos paquetes, trocearlos y venderlos en forma de bonos de renta fija a inversores y otras instituciones financieras. Nada nuevo bajo el sol.

El regreso de lo peor de los hábitos tiene nombres. Bloomberg identifica varias sociedades de inversión y bancos que ya están trabajando en ello. El hedge fund Seer Capital Management, el fondo de inversión Angel Oak Capital y el banco australiano Macquarie Group figuran entre las firmas que están comprando los créditos hedge fund de los prestatarios que tienen una baja calificación. Incluso hay números. JP Morgan estima que el volumen del problemático negocio puede llegar a los 5.000 millones de euros en esta primera fase.

Malos hábitos

La vuelta a los malos hábitos se produce cuando no se han aclarado todas las responsabilidades por la inmensa burbuja creada en el año 2008. Tanto es así que las autoridades estadounidenses todavía andan a vueltas con la investigación de las agencias de calificación de riesgos que contribuyeron al desastre al etiquetar como seguros productos que no lo eran en absoluto.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos, según The Wall Street Journal, está investigando a la agencia Moody's por inflar supuestamente la calidad de los activos hipotecarios que dieron lugar a la crisis financiera de 2008. La investigación contra Moody's se conoce poco antes de que las autoridades federales anuncien una multa récord que se espera que supere los 1.300 millones de dólares a la agencia Standard & Poor's por prácticas similares.

La cuestión es si el regreso a los malos hábitos, superado (en EE UU) el susto de las subprime, es un problema sólo de EE UU o es un fenómeno extendido. La respuesta es preocupante. Hace ya cuatro años, en la reunión del World Economic Forum de Davos, el director general del Banco de Pagos Internacionales (BPI), Jaime Caruana, advirtió de que los mercados vuelven a tomar riesgos a corto plazo que no contribuyen a la estabilidad, e hizo hincapié en que los bancos deben sanear sus balances y en que no se puede volver al crecimiento basado en el endeudamiento.

Siguen los riesgos

La advertencia de Caruana es vieja. Desde entonces, las cosas han cambiado mucho, pero los riesgos de caer en los mismos errores siguen ahí. No es sólo una cuestión de hábitos en los mercados anglosajones. 

En Europa y en España, con los tipos de interés a cero, las entidades están diseñando nuevos productos que empaquetan y combinan diferentes fórmulas de inversión para atraer clientes a los que se prometen rentabilidades elevadas respecto a los tipos oficiales. El problema es que son complejas y el inversor no siempre comprende dónde se está metiendo. Lo reconoció esta semana la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Elvira Rodríguez. 

"La búsqueda de rentabilidad a través del riesgo es algo lícito", aseguró Rodríguez en el Congreso, "pero nosotros debemos asegurarnos de que se haga con la suficiente transparencia". Una forma indirecta de decir que la falta de transparencia vuelve a ser un problema. Más si se tiene en cuenta que la CNMV no puede oponerse a ciertos productos si cumplen con los requisitos legales. La CNMV se cubre

El riesgo de que se produzcan nuevos escándalos del tipo de las preferentes es claro. La prueba es que la CNMV trata de cubrirse las espaldas. El 23 de enero, la Comisión emitió un comunicado en el que anunciaba un endurecimiento de los requisitos de información de los fondos de inversión. El comunicado hace hincapié en los fondos de renta fija y en los fondos que establecen un objetivo de rentabilidad, sea ésta garantizada o no y estructurados.

En el complejo mundo de la inversión, el lenguaje también lo es. La CNMV explica en su comunicado que los fondos tendrán que especificar los riesgos que supone prestar  dinero a emisores con calificación inferior a BBB; los ingresos y costes totales de las carteras de esos fondos; las tasas internas de retorno (rentabilidades) medias brutas; la vida media en años, etc. 

Los nuevos requisitos, como demuestran experiencias recientes, no garantizarán que los inversores no sean engañados o empujados a invertir en productos que no comprenden. Lo que sí logra la CNMV con su comunicado es cubrirse respecto a sus propias responsabilidades como regulador. Si sucede lo peor, podrá decir, una vez más, que hizo lo que pudo y advirtió del riesgo.

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Vuelven los CoCos

En este contexto receloso, vuelven los viejos términos. El Banco Popular, por ejemplo, ha resucitado el término CoCos (bonos convertibles contingentes). Los CoCos, de los que el Popular ha anunciado 750 millones de emisión destinada a inversores "cualificados" (fondos), son una especie de preferentes, son perpetuos, pagan un alto interés y conllevan su riesgo. Pueden ser convertidos en acciones de la entidad emisora en determinadas condiciones sin intervención de quien ha puesto el dinero.

El bocado que persiguen los bancos y sus fondos es jugoso. El patrimonio gestionado por los fondos de inversión supera los 200.000 millones y hay un travase de los denominados "fondos garantizados" a fondos con un objetivo de rentabilidad, pero sin garantía de devolución del capital invertido en caso de fracaso en las expectativas. Ahí está el negocio y ahí está el riesgo para los ahorradores.

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