42º CONGRESO DE UGT

Los aspirantes a suceder a Cándido Méndez prometen transparencia, recortes en la cúpula y primarias

Los sucesores de Cándido Méndez prometen transparencia, recortes en la cúpula y primarias

Tres son los candidatos a suceder a Cándido Méndez al frente de UGT después de 22 años de liderazgo indiscutido que terminan con el lastre del descrédito por los casos de corrupción en Andalucía y la pérdida de influencia. Todos ellos venden regeneración, quieren recuperar al trabajador y al afiliado, buscan cómo gestionar un sindicato anémico de subvenciones y hambriento de cuotas.

Josep María Álvarez aún no ha presentado oficialmente su candidatura. Lo hará a finales de este mes, a punto del 42º Congreso Confederal que UGT celebrará entre el 9 y el 12 de marzo. Dice que está formando “un equipo de trabajo”, que el suyo es “un proyecto muy colectivo” que tendrá “más caras” además de la “persona con experiencia” que lo encabezará. A punto de cumplir 60 años, Álvarez es el mayor de los tres candidatos. Secretario general de la UGT catalana desde 1990  –más tiempo del que lleva Méndez dirigiendo la confederación–, prepara un grupo de personas que puedan “continuar más allá del tiempo de ejercicio del secretario general”. Y que incluya a mujeres “en el núcleo central de las responsabilidades ejecutivas” y a jóvenes “no sólo por ser jóvenes sino porque respondan a un perfil sindical”.

En el otro extremo, el más joven de los posibles sustitutos de Cándido Méndez es Gustavo Santana, secretario general de la UGT canaria. Tiene 40 años y se presenta como el candidato del “cambio integral”. “Tenemos que ser valientes y muy revolucionarios”, invita quien también fue elegido diputado del PSOE en el Congreso. Así que rechaza periodos de transición: “Necesitamos un cambio ya, no estamos para tiempos muertos”.

Lo mismo dice Miguel Ángel Cilleros, secretario general de la Federación de Servicios para la Movilidad y el Consumo, de 53 años. “No cabe un modelo de transición que genere incertidumbres, ya bastantes tenemos con el Gobierno”, zanja quien pasa por ser el candidato del aparato. Cuando Méndez describió a su sucesor ideal como alguien de entre 45 y 55 años, con experiencia en la organización y procedente de un sector industrial, las miradas se posaron en Cilleros. Él rechaza la etiqueta: “Ni me considero el favorito del aparato ni quiero serlo”.

La palabra renovación surge en el discurso de los tres, aunque con matices. Para el congreso de marzo Josep María Álvarez plantea “un punto y aparte”. “Hacen falta cambios en profundidad”, advierte, “con gente que nos ayude a salir de donde nos hemos metido y que genere nuevas perspectivas en un mundo que ya no es el de hace ocho años”. Por eso propone un cambio organizativo, la “sectorialización” del sindicato y un plan de ajuste económico “por arriba”, que “adelgace estructuras y genere recursos que lleguen a los extremos” de UGT. Las subvenciones públicas de las que han vivido los sindicatos no volverán. Los tres candidatos ponen las cuotas en el centro de la financiación, precisamente en momentos en que el número de afiliados flaquea –“Tenemos que sobrevivir con nuestros recursos”– . Aunque tampoco quieren renunciar a las compensaciones que reciben del Estado por representar a todos los trabajadores, no sólo a sus afiliados, en las instituciones y en la negociación colectiva.

Bajar de la cúpula y acercarse al afiliado

Esa austeridad ya ha obligado a UGT a reducir a tres –servicios públicos, servicios privados e industria– sus seis federaciones, un proceso que será largo y no exento de resistencias. Además, Álvarez quiere que los trabajadores “se organicen por sectores”, de forma que las grandes empresas y centros de trabajo “sirvan para proteger también a los trabajadores de las empresas más pequeñas”. Y permitan al sindicato acercarse a los más jóvenes, que “muchas veces trabajan en condiciones deplorables junto a otros asalariados con mejores condiciones tras años de alto nivel de sindicalización y reivindicaciones”.

Santana es el único que plantea aumentar la estructura creando tres nuevas secretarías generales: de Comunicación e Imagen, “para estar presente en todos los foros donde se hable de empleo y Estado del Bienestar”; de Juventud, para “dar peso político” a los jóvenes, y de Política Internacional, que desapareció en el anterior congreso.

Cilleros reitera el modelo sectorial “más próximo a la actividad de las empresas y el afiliado”. También más “participativo, adelgazando la estructura por arriba y desarrollándola por abajo”. “Los compañeros se quejan de que las decisiones se toman muy en la cúpula”, reconoce el responsable de la Federación de Servicios. Lo que no significa que apoye la necesidad de convocar primarias, la propuesta más innovadora de Gustavo Santana.

El canario plantea elegir al secretario general del sindicato mediante el voto directo de los afiliados. Y que se reduzca el número de avales necesarios para presentar una candidatura del actual 25% a entre el 5% y el 10%, pero no de delegados, sino de afiliados. Así, apunta, UGT avanzará “de la democracia representativa a la democracia participativa”.

Tampoco Josep María Álvarez ve con buenos ojos las primarias. “No es igual un partido que un sindicato”, explica, “nosotros no presentamos un candidato un día en todo el país, sino que las primarias las hacemos en los centros de trabajo”. A su juicio, las primarias “generan cierta devoción al líder que no sería saludable para un sindicato”.

Cómo salir del “fangal” de la corrupción

El sindicalista catalán reconoce que la sucesión no se lleva a cabo precisamente “en el mejor momento de la historia de UGT”. El fraude de los cursos de formación y el escándalo de los ERE en Andalucía, así como la implicación de miembros UGT y de CCOO en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid han dañado algo más que la credibilidad de los sindicatos. La intensidad de la crisis económica, con miles de despidos y cifras récord de paro, se ha sumado al declive de los sectores productivos, más sindicalizados, en favor de los servicios, más difíciles de movilizar con las armas sindicales tradicionales. Al tiempo, la reforma laboral ha reducido el poder de los comités y los sindicatos en la negociación colectiva y en la vida diaria de las empresas. Primero el 15-M y después Podemos han atraído a capas de la población que dan la espalda a unos sindicatos que sienten lejos y extraños. Jóvenes y parados quedaron fuera de su radar.

Ninguno de los tres candidatos hace sangre con las acusaciones al sindicato. “Hemos sido maltratados, se nos ha metido en un fangal de corrupción sin excesiva razón”, se queja Josep María Álvarez, quien no obstante admite que en las acusaciones “hay un fondo que el sindicato debe abordar, no sería justo decir que todo es inventado”. Miguel Ángel Cilleros comienza pidiendo autocrítica, para después matizar que en UGT “no se ha equivocado la organización, sino algunas personas de la organización; no puedo decir que UGT no es honrada, pero ha habido compañeros que no han acertado”. En todo caso, critica que muchos dirigentes no hayan “asumido sus responsabilidades y se hayan puesto de perfil, lo que ha repercutido en la organización y en Cándido Méndez”.

Contra la corrupción Gustavo Santana pide una “respuesta inmediata”. “Habría que sancionar o expulsar al implicado no en un plazo de 15 días sino en 48 horas”, propone. También que se dé a los afiliados sometidos a juicio el derecho a solicitar voluntariamente su suspensión de militancia. “Y no pasa nada porque los cargos orgánicos del sindicato publiquen sus salarios brutos”, destaca Santana, que además de trabajador social es empleado del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tarajana, en Gran Canaria. Álvarez y Cilleros prometen transparencia total en las relaciones del sindicato con la Administración y mejores controles. Y confían en que el Código Ético aprobado en 2012, que incluye una comisión de seguimiento integrada por personas ajenas al sindicato, sea un mecanismo de vigilancia suficiente. “Tenemos que renovar el sindicato, tampoco podemos refundarlo”, templa Miguel Ángel Cilleros, mecánico de Renfe y secretario general de la Federación de Transportes desde 2002.

¿Confluencia de candidaturas?

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Álvarez cuenta ya con los apoyos de la Federación del Metal, Construcción y Afines (MCA) –procede de La Maquinista, antecesora de Alsthom– y puede que de la Federación de Servicios Públicos (FSP), que representa a los funcionarios. También con los de las uniones territoriales de Aragón, Asturias y Comunidad Valenciana. Cilleros confía en que las federaciones no sean “monolíticas” y el debate interno suscitado por el 42º Congreso le ayude a convencer al mayor número de delegados. Santana, quien en principio parte con menos respaldos y que admite un problema de “visibilidad”, advierte de que no va abandonar ni a integrarse en otra candidatura.

Álvarez, en cambio, se ofrece a negociar con el resto de los candidatos “y no sólo con ellos”, y saludaría que hubiera una “voluntad de confluencia”. Tampoco elude la cuestión catalana. El sindicato en Cataluña se ha pronunciado a favor del derecho a decidir. “Históricamente en España el tema territorial no se ha resuelto, ahora deberíamos hacerlo con diálogo y mirándonos a la cara, reconociéndonos como somos”, explica Álvarez, que es asturiano, “si alguien cree que el problema de Cataluña, o de otras comunidades autónomas, se resuelve con medidas de fuerza, conmigo que no cuente”.

El programa político de los tres no es motivo de disensión. Hay que derogar las reformas laborales la del PSOE de 2010 y la del PP de 2012, detalla Álvarez. “No nos podemos resignar a llamar empleo a lo que se está creando: 500 euros por media jornada”. “Ahora toca hablar más de sindicato y menos de otras cosas”, apunta Cilleros, “en este momento debemos tener un perfil menos político, que la principal preocupación sea el empleo”.

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