La economía mundial espera que Trump no ejecute al 100% el núcleo duro de sus promesas

La economía mundial espera que Trump no ejecute al 100% el núcleo duro de sus promesas

“Hoy no es un buen día para la economía mundial”, se despachó este miércoles Ewald Nowotny, miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) al ser preguntado por la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Los mercados coincidieron. Las bolsas asiáticas y europeas abrieron con desplomesabrieron con desplomes –un 5% la japonesa, un 4% el ÍBEX 35, un 3% la bolsa de Milán–, mientras el peso mexicano se hundía y el euro se disparaba frente al dólar. A cambio el oro, valor refugio, subía un 5%. El precio del crudo se recortaba.

Así que la respuesta inmediata se verbalizó en forma de mensajes tranquilizadores. Los gobernadores de los bancos centrales, los analistas y los mandatarios nacionales intentaban apaciguar los temores. “Estados Unidos tiene elección entre el mejor, una mujer presidenta, y el peor, un populista provocador, en la Casa Blanca. Tengo confianza”, tuiteó el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, la víspera de las elecciones en Estados Unidos. Tras la victoria de Trump rectificó: “Ayer [por el martes] estábamos aún en el final de la campaña y hablábamos de un candidato, el país ha votado y ahora hablamos de un presidente. Creo, espero que sea diferente. A menudo ocurre así”.

Moscovici se aferraba a una cautela que repiten expertos y políticos. “Una cosa son las elecciones, con una retórica durísima y donde se hacen afirmaciones muy fuertes, y otra cosa es gobernar, donde se requieren mayorías para tomar decisiones”, recalcó el comisario.

La agencia de calificación Fitch, en cambio, no ha dudado en aventurar que el impacto a medio plazo de las políticas económicas y fiscales de Donald Trump, tal y como las dibujó durante la campaña, será “negativo” para la solvencia de Estados Unidos, si el nuevo presidente “las aplica en su totalidad”.

A juicio de Fitch, aún existen “incertidumbres sobre el detalle del desarrollo del programa propuesto por Trump, el grado en que tratará de llevar a cabo y su capacidad para aplicarlo”.

En efecto, el primer problema que plantean los planes económicos del presidente Trump es que no son “demasiado específicos”, advierte Santiago Carbó, profesor en la Universidad británica de Bangor. El segundo, si los va a hacer realidad al 100% y tal como los ha enunciado. Y el tercero, cuánta resistencia va a encontrar en el Congreso para aplicarlos, teniendo en cuenta que muchos en el Grand Old Party –como se le conoce en EEUU– no comulgan con muchas de sus ideas, alejadas de la ortodoxia económica republicana.

“Es muy temprano para pensar en las consecuencias de la victoria de Trump, aunque las señales no son muy buenas”, admite Carbó. El economista José Carlos Díez destaca la “incertidumbre” con que la llegada del millonario neoyorquino al poder va a teñir la economía del mundo globalizado. En parte, porque se ve al empresario hotelero como un político “impredecible”. ¿Cómo va a gobernar Trump? Pero también por las propuestas que ha hecho durante la campaña y que The Economist no ha dudado en tachar de “vagas y erráticas”.

China, primer socio comercial de EEUU

“America First”. Trump se ha convertido en el ariete del proteccionismo frente a una globalización que ha perjudicado a los trabajadores estadounidenses más pobres. El ya presidente ha prometido renegociar el Acuerdo de Libre Comercio con Canadá y México (NAFTA) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Además, quiere imponer aranceles del 35% a los productos mexicanos y del 45% a los chinos. Carbó y Díez creen difícil que Trump se arriesgue a declarar una “guerra comercial” que no beneficiaría a ninguno de los contendientes.

Javier Santacruz, de la Universidad de Essex, considera sencillamente “imposible” el cierre de fronteras. Entre otras razones, porque “el mayor tenedor de bonos del Tesoro de EEUU es China”. Su discurso de campaña sobre la manipulación del yuan, tan devaluado que ni las empresas ni los trabajadores estadounidenses pueden competir, se quedará entonces en mera retórica electoral, asegura. De hecho, China es el principal socio comercial de Estados Unidos desde 2015, con un volumen de intercambios que supera el medio billón de dólares (457.000 millones de euros).

El TTIP ha muerto

En cualquier caso, todos los expertos consultados por infoLibre coinciden en señalar una víctima clara: el TTIP ha muerto. El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, el acuerdo comercial entre EEUU y la Unión Europa, herido por las múltiples críticas a la opacidad de su negociación y a la amenaza que puede suponer para los derechos laborales y las leyes medioambientales, no sobrevivirá a Donald Trump.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen, se ha limitado a asumir que el cambio en la presidencia de EEUU se traducirá en una “pausa natural” en las negociaciones. “Sin el apoyo de la Casa Blanca el TTIP no saldrá adelante”, sentencia por el contrario José Carlos Díez, quien augura que las relaciones con Europa del nuevo mandatario no van a ser precisamente buenas, mientras Rusia y China saldrán ganando en el nuevo mapa geoestratégico. Javier Santacruz teme que, en ese cambio de juego, la Unión Europea quede “en el limbo”.

Bajadas de impuestos, aumento de la inversión pública

No encontrará rechazo entre los congresistas republicanos la propuesta de Trump de bajar los impuestos. Del 39,5% al 33% el equivalente al IRPF español y del 35% al 15% el equivalente al impuesto de sociedades. El problema es que, al mismo tiempo, se ha comprometido a ejecutar un plan de inversiones públicas en infraestructuras. Y el recorte impositivos puede rebajar los ingresos de las arcas públicas estadounidenses en 4,4 billones de dólares en los próximos 10 años, según los cálculos del equipo del propio Trump. O hasta 9,5 billones, más del doble, según las cifras del Tax Policy Center, un think tank de Washington. Es decir, el millonario corre el riesgo de aumentar un déficit ya de por sí abultado, un 3,3% según las previsiones del presupuesto de este año.

O bien puede recurrir a la Reserva Federal para financiar ese esfuerzo inversor. Una opción que ve con buenos ojos Juan Laborda, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. “Hay un desfase tremendo en carreteras y ferrocarriles, por lo que Trump tiene un margen brutal para reactivar la economía y crear empleo invirtiendo en infraestructuras”, asegura, “lo que no sé es si le van a dejar”. Laborda explica el triunfo de Donald Trump por el impacto que el libre comercio ha tenido sobre los sectores industriales empobrecidos de estados como Michigan, Ohio o Pensilvania, y el “descontento enorme” que ha generado en su clase trabajadora. Por eso también entiende que el nuevo presidente quiera cerrar las fronteras: “Las rentas de los trabajadores en Estados Unidos están a los niveles de 1929”, destaca.

Hasta 25 millones de puestos de trabajo ha prometido crear Trump en la próxima década, gracias a poner el crecimiento económico en el 3,5% del PIB anual. Unas cifras sobre las que tienen serias dudas los economistas. En 2015 la economía estadounidense medró un 2,6%. Hasta el tercer trimestre ha alcanzado el 1,5%.

También ha anunciado el empresario más desregulación, bancaria –quiere anular la reforma financiera de Obama, que aumentó la protección del consumidor y la supervisión de los bancos tras la crisis financiera– y medioambiental. Otra propuesta en línea con la ortodoxia económica republicana. “Es Reagan 2.0”, resume por su parte José Carlos Díez.

Presión sobre la Reserva Federal

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Finalmente, todas las miradas estarán puestas las próximas fechas en la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, a quien Trump criticó durante la campaña. La acusó de tomar decisiones por motivos políticos, en concreto, de no subir los tipos de interés para beneficiar a Barack Obama y sus políticas. Los bajos tipos, aseguró, están creando una burbuja que estallará en cuanto éstos empiecen a subir. “La Fed [la Reserva Federal] es independiente, no puede influir sobre sus decisiones”, replica Javier Santacruz. Y el mandato de Yellen se extiende hasta 2018. Pero los medios estadounidenses sugieren que la responsable de la Fed puede dimitir enseguida, incluso antes de la reunión de mediados de diciembre en la que se prevé una primera subida de tipos de interés.

Ninguno de los cuatro economistas preguntados por este periódico creen que la victoria de Donald Trump influya en esa próxima decisión de la Fed. Otros analistas de Bankinter y Banca March, preguntados por Europa Press, consideran sin embargo que la llegada del empresario a la Casa Blanca ha recortado hasta el 50% las probabilidades de esa subida de tipos. Que, por otra parte, apuntan los expertos, el mercado ya ha descontado.

“Hay que distinguir entre lo que dijo Trump, lo que haga y lo que le vayan a dejar hacer”, resume Juan Laborda. Para Santiago Carbó, será necesario esperar al menos “dos o tres meses”, hasta casi la primavera, para adivinar cuál va a ser la política real del millonario hotelero. Si el pragmatismo o las presiones del establishment al que ha golpeado atemperan las medidas de gobierno de Trump o, por el contrario, aplica su programa en los mismos términos en que lo expuso durante la campaña. Por si sirve de orientación para hacer apuestas, según diferentes estudios académicos realizados en Estados Unidos, desde el siglo XX, los presidentes han cumplido, de media, el 67% de sus promesas electorales.

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