Fuga de empresas

Las empresas gallegas también se fugan... pero a Portugal

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, junto al alcalde de Oporto, Rui Moreira.

En sólo dos años, Portugal ha dejado de ser el alumno atrasado de la UE y se ha convertido en un ejemplo de crecimiento para el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea. El notable despegue económico tras la llegada al Gobierno en 2015 del socialista Antònio Costa ha hecho que muchos estén hablando ya del milagro portugués. Y no es para menos. Dejando de lado las políticas de austeridad, el PIB vecino creció durante el tercer trimestre del año pasado un 2,5%, en comparación con el mismo ejercicio de 2016 – se espera que los datos de cierre de 2017 pongan sobre la mesa el mayor aumento anual de la última década–. Además, Portugal resulta atractivo para invertir. En 2015 y 2016, la inversión extranjera directa se situó por encima de los 6.000 millones de euros –más del doble que en 2014, cuando se quedó ligeramente por debajo de los 3.000 millones–.

Una parte de esas inversiones han llegado desde Galicia. El constante goteo de empresas gallegas que han decidido deslocalizar algunas actividades hacia Portugal lleva un par de años siendo uno de los principales quebraderos de cabeza de la Xunta. Según datos de la Cámara de Comercio Hispano-Portuguesa recogidos por La Voz de Galicia, al otro lado de la frontera constan actualmente cerca de 200 empresas con matriz gallega, aunque según el organismo “sólo están registradas menos de la mitad, las que llevan más tiempo en el país”, por lo que la cifra podría incrementarse hasta sobrepasar el medio millar. Ya en un estudio de 2016, el Club Financiero de Ourense cifraba en más de 300 el número de compañías gallegas instaladas en más de una veintena de polígonos industriales lusos situados en un radio de apenas 50 kilómetros de distancia desde la frontera sur de Galicia.

El pasado lunes, durante un desayuno informativo en Madrid, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, negó categóricamente que se estuviese produciendo una fuga de empresas en su tierra. En declaraciones a los medios recogidas por Europa Press, el conservador afirmó que simplemente se trata de compañías “sólidas” que deciden abrir una sede en el país vecino. Y aunque reconoció que el norte de Portugal es “una competencia para Galicia”, aseveró que la comunidad española está haciendo frente al imán de empresas portugués con mayor productividad. “Galicia crece más que Portugal, tenemos las cuentas más saneadas, menos deuda pública y una banca más saneada”, sentenció Feijóo, intentando poner punto y final a un tema que lleva meses sobre la mesa del Ejecutivo gallego.

De hecho, el pasado año por estas mismas fechas el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, aseguró que iban a investigar si varios municipios lusos estaban logrando atraer firmas a través de la concesión de ayudas irregulares. “Estamos analizando las causas de la fuga que se está produciendo o que se puede llegar a producir”, señaló durante un desayuno informativo el número dos del Gobierno gallego, que añadió que “es una cosa” que les “preocupa muchísimo” porque se trata de “empresas de actividad consolidada, auxiliares de las grandes compañías”. “Se trata de un problema importante” que tiene “soluciones hasta cierto punto”, concluyó el vicepresidente, que abrió la puerta a poner el tema en manos de la Comisión Europea si las pesquisas acababan apuntando en esa dirección.

Del auxiliar del automóvil al textil

Para Julio Vila, del Colegio de Economistas de Ourense, la principal motivación de esta deslocalización hacia el otro lado de la frontera se encuentra tanto en la "mayor capacidad" de Portugal para otorgar subvenciones como "en la existencia de menores costes" en suelo luso que en español. "Menores costes fiscales, laborales y de instalación, así como en una menor burocracia que permite iniciar un proyecto empresarial antes en Portugal que en Galicia", sostiene en conversación con infoLibre. Coincide con él Jorge Cebreiros, presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP): "Allí puedes montar la empresa en 24 horas. En España, este proceso puede llegar a alargarse de seis a nueve meses en los casos más complicados".

¿Y qué sectores se están viendo más afectados por estos movimientos? "Todos en general, si bien en particular el sector industrial del sur de Galicia, es decir, el textil y auxiliar del metal, astilleros y del automóvil", afirma Vila. De hecho, sólo durante los seis primeros meses de 2017, una decena de multinacionales vinculadas a la planta viguesa de PSA Peugeot Citroën se instalaron en Portugal. Y, según datos de La Voz de Galicia, ya hay más de una treintena de proveedores de componentes de matriz gallega afincados en territorio portugués. "La industria aeronáutica, que es muy pujante, o el de la construcción podrían ser otros dos sectores afectados", completa Cebreiros, que añade que sólo en la provincia de Pontevedra se puede hablar de entre 150 y 180 firmas gallegas que tienen alguna unidad productiva en el país vecino.

El precio del suelo industrial

Uno de los argumentos principales que ponen sobre la mesa los expertos a la hora de explicar la deslocalización es el coste del suelo industrial. Esta debilidad fue expuesta también el pasado mes de junio en el Foro de Entorno Socioeconómico del Círculo de Empresarios de Galicia, que en su informe Breve reflexión sobre la economía de Galicia 2017 criticaba el “elevado precio”, que está “muy por encima del actual equilibrio de mercado”, y la “falta de oferta de suelo industrial, en general, y de suelo industrial para proyectos de grandes dimensiones, en particular” en la comunidad autónoma. "El precio medio en Portugal es sustancialmente más bajo que el que tenemos en algunos parques empresariales", explica Cebreiros.

La diferencia, según los datos recogidos en el estudio elaborado por el Club Financiero de Ourense –extraídos del Instituto Galego da Vivenda e Solo–, es abismal. En suelo luso, se está ofreciendo el metro cuadrado a una media de 20 euros, aunque puede variar en función de lo que negocie cada alcalde portugués. Sin embargo, en Galicia, y más concretamente en la provincia de Pontevedra, se sitúa en una media de 93 euros –el metro cuadrado más caro se encuentra en Mos, a 180 euros, mientras que el más asequible está en los 60 euros de Lalín–. “Los polígonos del norte de Portugal han conseguido atraer con suelo industrial barato a decenas de empresas gallegas. Tanto es así que el 95% de las firmas instaladas en el parque de Valença do Miño son gallegas”, apuntaba el estudio.

Pero además, asevera el economista, "en muchos casos te lo donan o te subvencionan la compra". "En Portugal, el presidente de una Cámara municipal, es decir, el equivalente a nuestro alcalde, tiene competencias para que el suelo te salga prácticamente gratis si cumples unos requisitos: que la inversión sea productiva, que la mantengas una serie de años, que crees puestos de trabajo...", añade el presidente de la CEP, que asegura que es "algo natural" que los alcaldes se reúnan con los empresarios que van a instalarse en sus municipios. "[Los presidentes de las Cámaras municipales] son mucho más proactivos y, muchas veces, son ellos mismos los que viajan para entrevistarse con los empresarios. Alcaldes como el de Viana, Braga, Oporto...", completa en conversación con este diario Cebreiros.

La Xunta lleva tres años intentando hacer frente a la barra libre portuguesa. Con el objetivo de deshacerse de la ingente cantidad de solares vacíos en los polígonos industriales gallegos, el Ejecutivo de Feijóo trató de poner freno a la sangría de deslocalizaciones ofreciendo bonificaciones de hasta el 50%. Además, puso sobre la mesa la posibilidad de ocupar parcelas a cambio de una suerte de alquiler con derecho a compra –el canon anual establecido por metro cuadrado oscilaba entre los 38 céntimos y los 2,28 euros–. Ahora, el Ejecutivo de Feijóo trata de ir un paso más allá con la Ley de fomento de la implantación de iniciativas empresariales en Galicia, que el Parlamento gallego aprobó el pasado mes de octubre –sólo con los votos del PP– y que ofrece a las firmas suelo gratis durante el primer año.

Beneficios fiscales y coste laboral

Además, la normativa aprobada por la Cámara gallega contempla la aprobación de un régimen de “incentivos a la inversión”, de naturaleza subvencional o de bonificaciones impositivas autonómicas, “con la finalidad de fomentar el desarrollo de proyectos de inversión con creación de empleo y que supongan la creación de nuevos proyectos empresariales, así como la ampliación o modernización de los ya existentes”. En este sentido, la ley de implantación industrial gallega fija que la Xunta de Galicia, a través de los presupuestos autonómicos, “establecerá mecanismos de mejora de la financiación de los ayuntamientos” que incorporen en sus “figuras tributarias” medidas que faciliten “la implantación de iniciativas empresariales”.

Los alicientes para fomentar la instalación empresarial han sido otra de las herramientas utilizadas por Portugal para atraer inversiones. Así, según un documento elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Lisboa, las autoridades lusas ofrecen a las compañías, en función del tipo de proyecto o de la inversión realizada, una financiación de entre el 30% y el 75% sobre los gastos considerados elegibles. A esto habría que añadir los incentivos fiscales. Entre ellos, una deducción de hasta el 25% en el Impuesto de Sociedades si la empresa reinvierte anualmente un 10% de los beneficios obtenidos o exenciones totales o parciales del impuesto municipal sobre bienes inmuebles o del impuesto de sello, el equivalente en España al tributo sobre actos jurídicos documentados.

Los costes laborales completan, por último, la ecuación que trae de cabeza a la Administración gallega. Durante el desayuno informativo en Madrid, Feijóo recordó que los sueldos en el sector naval, la construcción o la automoción son entre un 15% y un 20% inferiores a los que se pagan en Galicia. "En Portugal, es posible encontrar trabajadores especializados un 40 o 50% más baratos que en España, lo que se agudiza en el caso de los no especializados", apunta Vila. Según los últimos datos de Eurostat, en el año 2016 el coste laboral medio por hora en suelo luso se situaba en los 13,7 euros, mientras que en nuestro país era de 21,3 euros –un 55% más– y en la Eurozona de 29,80 euros. En esta diferencia tienen mucho que ver los bajos sueldos portugueses, un aliciente atractivo para las empresas.

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La inversión de extracomunitarios

Además de a empresas, Portugal ha conseguido también enganchar a famosos y grandes fortunas: la cantante Madonna, el exfutbolista francés Eric Cantoná, el actor John Malkovich o el líder espiritual Aga Kahn, entre otros. Todos ellos se han visto atraídos por la facilidad de conseguir la residencia a golpe de talonario. La normativa lusa establece, como requisitos para la concesión de la conocida como Golden Visa, una inversión en el país de al menos un millón de euros. Pero también contempla la posibilidad de que un ciudadano no comunitario se convierta en residente a través de la compra de bienes inmuebles con un valor igual o superior a medio millón de euros –o 350.000 euros si se trata de un bien inmueble con más de 30 años o ubicado en un área de rehabilitación urbana–.

Además, estos residentes no habituales –necesitan vivir en Portugal durante al menos 183 días al año para tener tal consideración– se benefician de un régimen fiscal especial, aprobado en 2009 con el socialista José Socrates al frente del Ejecutivo, que les permite tributar a un tipo único del 20% todas las rentas obtenidas en territorio portugués durante un período de 10 años consecutivos. Pero eso no es todo. Además, el país vecino tiene su propio paraíso fiscal: Madeira. Con el objetivo de impulsar el desarrollo económico de la isla, el Ejecutivo del conservador Passos Coelho dio luz verde a un régimen especial que permite a los residentes no habituales tributar al 5% el impuesto de sociedades durante cuatro años.

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