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BRECHA DE GÉNERO

Casi millón y medio de mujeres mayores de 65 años no cobran ninguna pensión

Mujeres jubiladas protestan para pedir pensiones dignas en A Coruña.

La brecha de género no sólo es salarial, sino que también se extiende a las pensiones cuando las mujeres dejan de trabajar. Dos entidades tan dispares como el BBVA y el sindicato CCOO coinciden a la hora de traducirla en cifras. Según un estudio elaborado por Mercedes Ayuso y Elisa Chuliá del Instituto BBVA de Pensiones, esa brecha entre las pensiones que cobran las mujeres y las que perciben los hombres es del 34%. CCOO la eleva un poco más, hasta el 37%.

Si las mujeres cobran salarios más bajos que los hombres, cotizan menos años o trabajan más a tiempo parcial, las pensiones contributivas resultantes se resienten y son menores. Pero el informe de Ayuso y Chuliá también apunta a la brecha de género que se revela si el foco se pone en el número de mayores de 65 años que percibe una pensión. Muchas más mujeres que hombres a partir de esa edad no cobran ninguna. Un documento de la Comisión Europea utilizado por las dos profesoras para su estudio cifra en un 28% las españolas de más de 65 años que no perciben pensión alguna. Es decir, 1,45 millones de mujeres. Sólo hay más en Malta, el 37%. De forma que la brecha de género entre pensionistas, del 34%, se dispara hasta el 52% en el caso de la brecha de género entre mayores, y se convierte en la más alta de Europa, sólo al mismo nivel que la de Irlanda. La media de la UE también es alta, pero se queda en el 44%.

La causa de ese elevado número de mujeres sin pensión es claro: no han tenido un trabajo remunerado durante toda su vida o, si lo tuvieron, no cotizaron los años necesarios, que son 15. En los años 70, explican Ayuso y Chuliá, las mujeres entraban en el mercado de trabajo entre los 20 y 24 años. La mitad de las que tenían esa edad estaban empleadas. Pero, a partir de los 25 años, cuando empezaban a casarse, dejaban el trabajo y la tasa de ocupación caía al 30%. En la década de los ochenta la historia cambia, el número de mujeres mayores de 24 años con trabajo empieza a crecer y ya no se detiene en todos los grupos de edad hasta la actualidad. Hoy la tasa de actividad femenina a partir de los 25 años supera el 80%, aun así entre cuatro y nueve puntos por debajo de la masculina.

No obstante, ese cambio en el comportamiento laboral de las mujeres “apenas se ha trasladado todavía al sistema de pensiones”, concluyen las autoras, puesto que “quienes lo han protagonizado aún no han entrado masivamente en el sistema de pensiones”.

“Tal como se diseñó en los años 60 del pasado siglo, el sistema de pensiones contributivas no discriminaba por sexo, pero sí se construyó sobre una concepción normativa de la sociedad que dio como resultado una fuerte desigualdad de género”, destaca el informe del BBVA. Así pues, las leyes de la Seguridad Social no diferenciaban entre hombres y mujeres, pero “al favorecer las carreras de cotización largas, continuadas y basadas en los salarios más recientes, provocaron una ventaja a favor de los hombres que hoy forman parte de la población jubilada”.

Mayoría de no contributivas y con complemento 

La escasa e intermitente incorporación laboral de las mujeres hasta los años ochenta se traduce también en un menor número de pensiones de jubilación contributivas. De las 5,88 millones en vigor a enero de 2018, 2,21 millones las cobran mujeres. Es decir, sólo el 37,7% de los pensionistas son jubiladas. Además, su pensión media es más baja, 794,46 euros frente a los 1.244,69 euros al mes de los hombres. Donde sí son abrumadora mayoría las mujeres, el 91%, es en las pensiones de viudedad, que perciben 2,17 millones. Pero únicamente el 14% de las pensionistas combina una prestación de viudedad con otra de jubilación. Según el estudio del BBVA, son sólo 576.311. Es decir, 1,6 millones de mujeres cobran sólo una pensión de viudedad, “como beneficiarias de un tercero, su marido”, resalta el informe del sindicato CCOO. La pensión media de viudedad apenas alcanza los 665 euros.

Otro efecto de la débil integración laboral de las mujeres en las pasadas décadas es su predominio entre quienes perciben pensiones no contributivas de jubilación. Son el 76,5% de las 257.442 personas que las cobran, según las estadísticas del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) correspondientes a enero de este año. En Extremadura llegan al 85% y en Castilla-La Mancha, al 80%. Tienen derecho a una pensión de este tipo todos aquellos ciudadanos que no hayan cotizado o lo hayan hecho de forma insuficiente para percibir una pensión contributiva. Pero además deben carecer de rentas o ingresos por encima de 5.178 euros anuales si viven solos o de 8.803 euros si viven con su cónyuge y haber residido en España durante al menos 10 años. Su cuantía no puede superar los 369,90 euros al mes.

Pero aun habiendo cotizado durante los 15 años que exige la ley para tener derecho a una pensión contributiva, puede ocurrir que la cuantía de esa prestación no alcance el mínimo legal, 639,3 euros mensuales. En ese caso, el pensionista recibe un complemento. De los 2,4 millones de jubilados que lo cobran, la mayoría, el 64,6%, son mujeres: 1,56 millones, según los cálculos de CCOO. Mientras que el 31,7% de las pensiones que generan las mujeres necesitan ese complemento a mínimos, sólo lo precisan el 18,4% de las que generan los hombres. Además, ese complemento es más alto en el caso de las mujeres, que necesitan una media de 219,27 euros al mes, frente a sólo 177,37 euros para los hombres.

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Cambio de tendencia

No obstante, tanto CCOO como el BBVA dan cuenta del cambio que ya está empezando a producirse en las nuevas pensiones como consecuencia de la mayor participación laboral de las mujeres en los últimos años. Desde 2013 el número de jubiladas con pensión ha crecido cinco puntos porcentuales. También ha aumentado la cuantía de las pensiones que generan. Así, en las nuevas pensiones de jubilación la brecha de género cae desde el 37% hasta el 22%.

Aunque el informe de CCOO alerta de que el recorte en la distancia entre hombres y mujeres –“aún tímida y claramente insuficiente”– se debe a dos motivos. El primero es positivo, resultado de medidas que fortalecen las carreras de cotización de las mujeres: el reconocimiento como cotizados de los periodos de interrupción de la carrera profesional –por cuidado de hijos o familiares–, el cambio en el cómputo de las cotizaciones en el trabajo a tiempo parcial y el complemento de maternidad –56 euros al mes de media que han recibido 317.029 nuevas pensiones en 2016 y 2017–. El segundo, en cambio, es preocupante: la caída en el ritmo de crecimiento de la cuantía que perciben los jubilados varones, producto de la devaluación salarial durante la crisis. Así, mientras las nuevas pensiones de las mujeres han subido un 3,5% desde 2013, las de los hombres sólo han aumentado un 0,52%.

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