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Desigualdad económica

La ONU carga contra el FMI: "Ha sido una organización con un gran cerebro, un ego malsano y una conciencia diminuta"

La directora del FMI, Christine Lagarde.

Naciones Unidas saca los colores al Fondo Monetario Internacional (FMI). Y lo hace sólo un mes después de que la organización financiera liderada por Christine Lagarde anunciara que regresa a Argentina con un paquete de ayuda de 50.000 millones de dólares bajo el brazo. El organismo internacional que capitanea António Guterres hizo público esta semana un duro informe [consultar aquí en PDF] sobre el FMI y su impacto en los sistemas de protección social. Un estudio, elaborado por el relator especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos de la ONU, que no deja en buen lugar a la organización financiera. A lo largo de 22 páginas, los tirones de orejas al Fondo son constantes. Principalmente, por no tomarse en serio una cuestión tan importante como la protección social a la hora de elaborar sus programas. Pero también por su escasa implicación en materia de derechos humanos y su falta de posicionamiento “firme” sobre la corrupción a gran escala o sistémica.

"Tomar medidas para ayudar a los menos favorecidos económicamente hasta ahora ha sido poco más que una ocurrencia tardía en el trabajo del FMI en todo el mundo”, señaló el relator especial, Philip Alston, después de transmitir el informe al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Durante su intervención, aseveró que la organización financiera “necesitará una mentalidad diferente” si quiere “responder con eficacia” en los próximos años “a los desafíos de un mundo en el que tanto la globalización como la democracia liberal” siguen “siendo atacadas”. Y, en este sentido, Alston afirma que todavía queda mucho camino por recorrer. Porque, en su opinión, “será una tarea gigantesca” cambiar la “dirección” del FMI para intentar garantizar “que los beneficios de la globalización” no se acumulen “abrumadoramente” en los ricos y que las desventajas no golpeen solo a la población con bajos ingresos.

El informe dedica una especial atención a la protección social, asunto que ocupa más de la mitad del estudio. Y, para ello, el experto de Naciones Unidas comienza su aproximación a la cuestión a través de un documento, “muy útil e informativo”, elaborado en 2017 por la Oficina de Evaluación Independiente del Fondo Monetario Internacional. “Como principal deficiencia [del informe de la organización financiera] cabe mencionar el hecho de que reconoce que no se han abordado dos cuestiones fundamentales: a) la repercusión de las intervenciones del FMI en el bienestar de los grupos vulnerables; y b) si la protección social ha aumentado o disminuido como resultado de la aplicación de programas respaldados por el FMI”, detalla Alston, que continúa afirmando que el hecho de que se eludan dichas “cuestiones esenciales” pone “en tela de juicio” la “certidumbre” con la que el Fondo “formula diversas prescripciones sobre políticas”.

Organización con “gran cerebro” y “ego malsano”

Para el experto de la Organización de Naciones Unidas, es “indispensable” que el equipo que dirige Christine Lagarde haga “algún intento de evaluar las repercusiones” si desea reflejar que está actuando “de manera responsable” y en base a “datos empíricos”. Y, para ello, la primera tarea pendiente que tiene es establecer una “definición uniforme” de prestación social. Porque, según se desprende de las entrevistas que mantuvo el relator especial con diferentes miembros de la organización financiera, en el FMI existen “dudas y discrepancias considerables” sobre su significado. “El enfoque de red de seguridad social adoptado en general por el Fondo Monetario Internacional suele ser tan mínimo que apenas justifica el uso del término ‘protección social”, recoge el documento elaborado por Naciones Unidas.

Durante todos estos años, la actuación del organismo económico supranacional ha sido bastante cuestionada. Desde 2009, por ejemplo, sólo en el 15% de los programas de consolidación fiscal que ha impulsado para los países de bajos ingresos se ha exigido la protección de los grupos vulnerables. En algunos casos, como Grecia, se ha visto obligado a entonar el mea culpa, admitiendo “notables fallos” en el diseño de su primer plan de rescate para el país heleno y reconociendo que se subestimaron los efectos negativos de las políticas de austeridad. Con todas estas lagunas sobre la mesa, desde la ONU consideran “indispensable” que, teniendo en cuenta de la repercusión de sus políticas sobre la sociedad, se estudien las formas en que el Fondo podría evaluar realmente “los efectos de sus intervenciones en el quintil de ingresos más bajo”.

En definitiva, la ONU asevera que si el organismo que dirige Lagarde pretende responder “con eficacia” a los desafíos de un mundo “en el que tanto la globalización como la democracia liberal se ven cada vez más amenazadas”, será necesario que apueste por “una orientación diferente de la del neoliberalismo modificado”. Y le avisa del enorme coste que tiene el reemplazar políticas por tecnocracia. “La consolidación de límites del déficit, límites de la deuda y límites máximos del gasto reduce las posibilidades de que los votantes influyan en una amplia gama de prioridades económicas y sociales fundamentales”, critica el relator especial en sus conclusiones. Y esto, añade, beneficia a todos aquellos “partidos populistas con plataformas nacionalistas, xenófobas y otras problemáticas”, a los que les resulta sencillo tentar a los votantes en ese contexto.

“En un mundo que está sufriendo ahora las consecuencias del enfoque sesgado que adoptó el FMI respecto de la globalización, así como de su insistencia en aplicar un modelo de consolidación fiscal que relegó las consecuencias sociales a un segundo plano, el Fondo no solo es responsable del pasado, sino que determinará también si el futuro será diferente. Hasta la fecha, el FMI ha sido una organización con un gran cerebro, un ego malsano y una conciencia diminuta. Si se toma en serio la protección social, en lugar de comprometerse de forma simbólica con unas redes de seguridad mínimas, puede demostrar que realmente ha aprendido de sus errores”, sentencia Naciones Unidas.

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Corrupción y derechos humanos

Sin embargo, no son los únicos golpes que el relator propina al Fondo Monetario Internacional en su informe. Aulsten también critica su escasa implicación en materia de derechos humanos, un asunto sobre el que no ha adoptado “un dictamen jurídico oficial”. El informe señala que cuando se pregunta a la organización por esta cuestión, se remite a un documento redactado en 2002 y publicado en un volumen académico. Un escrito que Naciones Unidas considera “un anacronismo” que es “inadecuado como declaración sobre las políticas actuales” del organismo en esta materia. “Su documento tiene muy poco que aportar sobre la cuestión crucial de cómo el Fondo debería, en la práctica, tener en cuenta las consideraciones de derechos humanos en sus muchas y diversas manifestaciones. La práctica sistemática del FMI ha consistido en eludirlos”, asevera Aulsten.

También recibió un importante tirón de orejas por no adoptar “una postura firme” en una cuestión tan relevante como la corrupción. En los últimos años, el FMI se ha guiado en este asunto por una nota de orientación de 1997 que establece que sólo se responderá a casos específicos de corrupción cuando hubiera “razones para creer que podrían tener consecuencias macroeconómicas importantes”. Esto explica que el Fondo adoptase una postura contundente en Mozambique, el Congo o Ucrania, pero sin embargo sólo formulase observaciones generales sobre la conveniencia de adoptar medidas en otros Estados con grandes escándalos de corrupción. “El hecho de no adoptar una postura firme sobre un asunto como la corrupción a gran escala o sistémica, que tiene importantes ramificaciones macroeconómicas, menoscaba de forma sustancial la credibilidad del FMI”, considera la ONU.

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