LOS ABUSOS DE LAS EMPRESAS

El consumidor paga en septiembre la factura de la luz más cara de la historia a la espera de medidas del Gobierno

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

El precio mayorista de la luz llegó el pasado miércoles a su máximo anual, 75,39 euros el megavatio/hora. La electricidad lleva cinco meses encadenando subidas, por lo que ya ha superado, tanto en el mercado mayorista como en la factura doméstica, los precios alcanzados en 2017. “Tenemos ahora mismo la factura más cara de la historia en precios regulados”, resalta Francisco Valverde, analista del mercado eléctrico. Y va a seguir subiendo, apunta Jorge Morales de Labra, experto en energía, “incluso podrá tocar en enero los 80 euros, si el Gobierno no actúa”. Aun así, quedará lejos de los 91,88 euros a los que escaló algunos días de enero en 2017, por culpa de la ola de frío.

A diferencia de entonces, las subidas de este año no son puntuales. Aunque sólo en agosto el precio mayorista se disparó un 35%. Además, el aumento de la demanda que traerá consigo la caída de las temperaturas en otoño e invierno va a continuar impulsando los precios de la electricidad en los próximos meses. Hasta ahora, el alza del precio del gas, arrastrado a su vez por el del petróleo, que ha subido un 50%, así como el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2, que se han quintuplicado en el último año, explican el ascenso del recibo de la luz, según Francisco Valverde. Como por razones meteorológicas se ha reducido la oferta de energía eólica y las paradas de Vandellós y Trillo han recortado la producción nuclear, las eléctricas han recurrido más al carbón, a la generación térmica. Y como es la tecnología más cara la que marca el precio para el conjunto del mercado mayorista –lo que se llama un sistema marginalista–, la térmica está tirando al alza de los precios eléctricos finales.

Además, añade Valverde, los derechos de emisión de CO2 –que compran y venden las grandes industrias productoras de gases invernadero para emitir por encima del límite asignado– van a seguir disparados al menos hasta el próximo enero, cuando entre en vigor la reforma comunitaria que debería pinchar la actual “burbuja”.

“La ley se lo permite”

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, comparecerá el próximo miércoles en el Congreso para explicar por qué sube el recibo de la luz. Jorge Morales cree que también debería anunciar medidas para impedir que la factura eléctrica siga escalando. Porque, más allá del “mar de fondo” que justifica la subida de los últimos meses –la conjunción del gas, el carbón y los derechos de emisión de CO–, Morales de Labra considera que deberían “cambiar las reglas del juego del mercado eléctrico para que no se especule con el agua”. Todo lo demás, subraya, no serían más que “movimientos cosméticos”, en un mercado que lleva “20 años sin cambiarse”. Ni Jorge Morales ni Francisco Valverde piensan que detrás de la subida de la luz haya maniobras ocultas de las eléctricas. “No les hace falta concertarse”, asegura el primero, porque la propia ley les permite maximizar el beneficio “ofreciendo el agua embalsada al precio que quieran” en un mercado que en teoría es libre.

No obstante, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) anunció el pasado julio, en plena escalada de precios, que iba a llevar a cabo un “análisis del comportamiento del mercado” por si, además de la subida “coyuntural”, hay “algo más” detrás del encarecimiento de la electricidad este año.

“Todo pasa por el agua”

El recibo de la luz de un usuario medio ha subido más de 37 euros en 15 años

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Francisco Valverde también sitúa como principal vicio del sistema la falta de competencia. “Todo pasa por el agua”, advierte, “es el agua la que manda: entre el 60% y el 80% de las horas del mes el precio lo marca el agua”. Y, en contra de lo que puede ser la idea mayoritaria, “el agua no es barata”, apunta, “sino que tiene casi el mismo precio que los combustibles fósiles”. A su juicio, para bajar el precio de la luz debería eliminarse buena parte de los impuestos que cargan el recibo –“el Estado recauda 6.000 millones de euros al año gravando la electricidad”– y reformar la “perversa” factura de la luz, “que el término fijo, el más alto del mundo porcentualmente, no pese tanto, de forma que importe más el consumo y, por tanto, se pueda ahorrar”, además de aligerar el recibo de conceptos: “Ahora es un cajón de sastre”. En números, en una factura de 72 euros, 14,39 euros corresponden al término fijo, 42,42 euros al consumo, 12,54 euros al IVA y 2,9 euros al impuesto de electricidad.

En la eliminación de impuestos de la factura coincide Valverde con una reivindicación clásica de la patronal de las eléctricas. “Gran parte del recibo son costes y fiscalidad”, aseguró su presidenta, Marina Serrano, el pasado miércoles, cuando Unesa anunció su cambio de nombre –ahora es Aelec–, el mismo día en que el precio de la luz marcaba el máximo anual.

En cualquier caso, las subidas afectan a los consumidores que cuentan con una tarifa regulada,tarifa regulada el 40%, unos 11 millones, aquéllos que tienen una potencia contratada igual o menor de 10 kilovatios. Pero el resto, los que están sujetos al mercado libre, “lo están pasando bastante peor”, protesta Francisco Valverde, “llevan tiempo pagando un 20% más”. Precisamente porque el 70% del mercado, remacha, “se lo reparten entre las tres mayores eléctricas”.

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