Presupuestos 2019

Las cuentas de España y Portugal se desmarcan del choque que plantea Italia contra Bruselas

Fernando Varela

Se está librando una guerra por la legitimidad de los límites económicos y financieros impuestos por la Comisión Europea y ratificados por los Estados miembros de la UE. Y la batalla decisiva se libra en el sur. De un lado, la Italia de la ultraderechista Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas, que ha convertido sus planes presupuestarios para el año que viene en un desafío a las reglas europeas de estabilidad. Del otro, las políticas económicas contra la austeridad —pero respetuosas con los compromisos adquiridos con Bruselas— que ha venido representando en los últimos años Portugal y a las que acaba de sumarse el Gobierno de Pedro Sánchez. Dos países gobernados por socialistas con el apoyo del resto de la izquierda.

Detrás del pulso planteado por Italia están las elecciones europeas del año próximo. La Liga Norte de Matteo Salvini, aliada de la ultraderecha europea y aupada en las encuestas gracias a su política de máxima dureza contra los inmigrantes, busca una victoria contundente a lomos de un enfrentamiento con Bruselas con el que quiere demostrar que antepone las necesidades de su país a las líneas rojas establecidas por la Unión.

Las cifras sobre las que trabaja el Gobierno italiano ya han provocado alarma en Bruselas, en el FMI y en los mercados. Si Italia insiste en su desafío, algunos analistas creen que la desestabilización de la economía italiana acabará extendiéndose por Europa.

El Ejecutivo italiano se resiste a los recortes que le pide Bruselas y prevé mantener una deuda pública del 130% del producto interior bruto (PIB) y un déficit del 2,4%, el triple de sus compromisos con Bruselas. Y con un crecimiento modesto, del 1,4% para 2019 y un descenso del desempleo de sólo dos décimas. 

El primer ministro, Giuseppe Conte, del antieuropeísta Movimiento 5 Estrellas, sostiene que “Italia necesita unas cuentas que favorezcan un fuerte crecimiento basado en un plan de inversiones públicas". El líder del M5E y ministro de Trabajo y Desarrollo Económico, Luigi Di Maio, ha presentado estos días estas previsiones como un triunfo: “Por primera vez, el Estado está de parte de los ciudadanos. Por primera vez no quita, sino que da. Los últimos son finalmente los primeros porque hemos sacrificado los privilegios y los intereses de loa potentados. Estoy feliz. Juntos hemos demostrado que cambiar el país se puede y que hay dinero", añadió.

Su euforia contrasta con las opiniones de la UE, del FMI y de la mayoría de los analistas internacionales, que ya han advertido del impacto que tendrá la tarifa plana que prevé poner en marcha el Gobierno tanto en el IRPF como en el Impuesto sobre Sociedades a la hora de reducir la elevadísima deuda italiana, una de las más altas del continente.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y otros altos cargos europeos, ya han advertido a Italia en contra de seguir adelante con los Presupuestos propuestos para 2019. "No me gustaría que, después de haber sido capaces de hacer frente a la crisis griega, acabemos en la misma crisis en Italia. Una crisis así ha sido suficiente", subrayó.

La respuesta del viceprimer ministro Salvini no deja lugar a dudas de por dónde irá su defensa de los presupuestos: "En Italia nadie acepta las amenazas de Juncker, que ahora asocia a nuestro país con Grecia", señaló. "Los derechos al trabajo, la seguridad y la salud de nuestros ciudadanos son prioritarios para el Gobierno e iremos hasta el final. No nos detendrán".

Enfrente de los planes italianos está la política económica y presupuestaria de la Península Ibérica. Una contrastada, la de Portugal, y otra —la española— que todavía tiene que demostrar que es capaz de cumplir sus previsiones si es que el Gobierno consigue primero modificar el techo de gasto y sacar adelante su proyecto de presupuestos, para el que aún no tiene mayoría en el Congreso.

El éxito del Gobierno de jerigonça —un término portugués que sirve tanto para describir un “chisme” o un “artefacto”, como una “chapuza”— es una evidencia. El crecimiento económico ha sido sostenido, igual que la caída del desempleo.

La propuesta presupuestaria del Gobierno, según fuentes citadas este lunes por la prensa lusa, prevé para 2019 un crecimiento del PIB en el 2,2%, un déficit nada menos que del 0,2%, una tasa de desempleo del 6,3% —aunque ahora mismo está en discusión la validez de las cifras de paro de nuestro vecino— y una reducción de la deuda pública al 117% del PIB.

Para el año que viene, la estrella de la política de Gobierno será una reducción del 50% en el IRPF para los emigrantes portugueses que decidan volver, en un intento de incentivar el retorno de quienes se vieron obligados a abandonar el país durante los años más duros de la crisis. Las previsiones presupuestarias, conviene no olvidarlo, estarán marcadas por las elecciones generales en otoño de 2019.

España, de la mano de Pedro Sánchez y de su ministra de Economía, Nadia Calviño, una experta precisamente en la gestión de los límites presupuestarios macados por la Unión Europea,  y con el respaldo de Unidos Podemos, se dispone ahora a intentar la vía portuguesa: acabar con los recortes e invertir en derechos sociales pero cumpliendo con Bruselas. 

Calviño presentó este lunes las grandes cifras económicas para el próximo año como "un punto de inflexión" que va a demostrar que es posible conjugar la disciplina fiscal con la lucha contra la desigualdad. El plan del Gobierno, subrayó, cumple los tres objetivos fundamentales de su política económica. En primer lugar, la reducción del déficit público, que va a bajar no solo por la buena coyuntura económica, aseguró, sino por la adopción de "políticas responsables" que posibiliten "un saneamiento permanente" de las cuentas públicas.

En segundo lugar, la función redistributiva de la política fiscal, "con medidas de gasto que no son solo socialmente justas, sino también económicamente productivas". Y, en tercer lugar, la sostenibilidad a largo plazo de la economía: por primera vez desde el año 2007, España registrará en 2019 un superávit fiscal primario —es decir, excluyendo los costes de la deuda pública—, lo que implica que la deuda pública "va a comenzar a reducirse por fin a un ritmo significativo".

El plan presupuestario del Gobierno español prevé un déficit público del 1,8% del PIB, a pesar de que el PP y Ciudadanos han bloqueado en el Congreso la tramitación parlamentaria de la eliminación del veto del Senado a la nueva senda presupuestaria. Si no se aprueban los nuevos Presupuestos para el año que viene, el déficit público se situará en el 2,2% del PIB por la propia inercia económica, por tanto, cuatro décimas por encima del 1,8% planteado por el Gobierno, según ha explicado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Las grandes cifras del plan del Ejecutivo prevén que España siga creciendo por encima de Portugal o Italia, una caída de 2,3 puntos porcentuales del desempleo y una reducción de 1,5 puntos del PIB de la deuda pública.

No contará el Gobierno, en todo caso, con la comprensión del PP. Su presidente, Pablo Casado, anunció este mismo lunes que transmitirá este miércoles a sus socios del Partido Popular Europeo  que los Presupuestos nacen "muertos" y son una "amenaza" para los ciudadanos porque "sólo traerán paro, recesión y mucho más peligro para la credibilidad internacional de España".

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