Precio del petróleo

La gasolina y el diésel bajan tras meses de subidas encadenadas: ¿hasta cuándo durará la tregua del petróleo?

Puesto de repostaje en una gasolinera.

El precio del petróleo es uno de los grandes poderes de estabilización, o desestabilización, de las sociedades. Repercute directamente en el coste de la gasolina o el diésel, y por lo tanto en el bolsillo de la mayoría, aún dependiente de los combustibles fósiles para su transporte. Una escalada de lo que cuesta el barril de petróleo hace subir rápidamente el repostaje, aunque es una fuente de ingresos espectacular para los países productores, que tienen el control y pueden provocar crisis planetarias si cortan el grifo, como la del 73. Una bajada puede ser, sin embargo, dificultosa para estos mismos países, y un alivio para los consumidores. Tras subidas del barril durante la primera mitad de 2019, el valor del crudo sigue las predicciones y empieza una tendencia descendente para la segunda mitad: aunque empiezan a percibirse señales de una desestabilización del mercado con visos de estructural.

Hay dos efectos complementarios muy conocidos en el mercado del crudo: el efecto pluma y el efecto cohete, y que hablan de la relación entre el precio del petróleo y el precio de sus derivados más conocidos: la gasolina y el diésel. El efecto pluma se refiere a la bajada, lenta, de los precios de los segundos cuando cae el coste del barril. Y el efecto cohete, para desgracia de los consumidores, es lo contrario: generalmente, cuando sube el barril, la gasolina y el diésel ascienden muy rápidamente. Es exactamente lo que ha pasado en 2019 en España.

Desde enero de este año, el precio del barril de la OPEP ha ido creciendo paulatinamente, desde los 56,43 euros por barril hasta los 72,47 euros del 20 de mayo, donde alcanzó su techo. El precio del litro de gasolina y de diésel han acompañado al del crudo: la gasolina costaba 1,179 euros el litro en enero y llegó a los 1,35 en mayo. A partir de este momento, el petróleo decayó de manera drástica, aunque ha sido acompañado de un descenso mucho más suave en el coste de los productos petrolíferos. Al cierre de este artículo, encadenan tres semanas de bajadas consecutivas.

El director del programa de Energía del think tank Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano, asegura que este escenario era el previsto para 2019: un punto de inflexión justo a mitad de año. Por lo que, si los vaticinios siguen cumpliéndose, y a expensas de un cambio en los impuestos que se aplican, tanto la gasolina como el diésel seguirán bajando, aflojando la presión sobre sus consumidores. Pero hay incertidumbres. El petróleo es muy permeable a las tensiones. "Las últimas semanas han estado llenas de choques geopolíticos, que han subido la prima de riesgo", explica Escribano. "Va a depender de la decisión de la OPEP".

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) está conformada por 14 países exportadores. Sus cinco fundadores se unieron para plantar cara al poderío energético de Estados Unidos. Y en las próximas semanas, según los analistas, decidirán si recortan la producción, lo que por la ley de la oferta y la demanda subirá los precios. "Rusia estaba arrastrando los pies. Si Rusia se sale de esa decisión, la previsión será bajista para el crudo", afirma el investigador. Pero si se une a la intención del resto de socios, el barril subirá de nuevo… y con él, previsiblemente, la gasolina y el diésel, a día de hoy en plena caída tras meses de subidas.

Inestabilidades a medio plazo

Sin embargo, hay otros elementos que añadir a la ecuación cuando se intenta vislumbrar el futuro del precio del petróleo a medio plazo. En primer lugar, la evolución de la inversión. Hace unos meses, el fondo soberano de Noruega anunció una desinversión de 1.500 millones de euros en proyectos petroleros. Pese a un breve repunte en 2019 coincidiendo con el descubrimiento de nuevos yacimientos, esa ha sido la tendencia. De cara al futuro, puede resultar problemático, asegura Escribano: a menos inversión, menos producción de un combustible cada vez más difícil y costoso de extraer. Pero el investigador asegura que tiene una relación directa con el precio del crudo, y nada más. A menores beneficios, menos capacidad para la mejora. De primero de mercados.

Otros no son tan optimistas. Es el caso del científico del CSIC Antonio Turiel, uno de los grandes defensores de que el peak oil, el pico de producción del petróleo, causará una crisis energética sin precedentes en las sociedades occidentales en las próximas décadaspeak oil. El nombre proviene de la llamada teoría del pico de Hubbert, que estipula que toda extracción de un recurso llega a un cénit, a una tasa máxima de producción, a partir de la cual decae sin remedio. No porque se agote: sino porque cada vez resulta menos rentable. Turiel cree que el peak oil está detrás de las desinversiones de los próximos añospeak oil, porque las grandes empresas saben lo que hay: y que nos encaminamos a años de oscilaciones muy bruscas en el precio del petróleo, camino a subidas inasumibles.

"La disminución de la producción de petróleo" de países como Venezuela o México "poco o nada tiene que ver con la buena o mala gestión que realizan de ella. Es un fenómeno de naturaleza geológica, que se ha verificado en decenas de países en todo el mundo", asegura Turiel, que apunta a que la Agencia Internacional de la Energía, uno de los organismos más prestigiosos a nivel global en la materia, le da, en parte, la razón. Para muestra, una gráfica: las predicciones de la AIE de 2018 muestran, por primera vez en la historia, un desacople importante entre la demanda prevista y la producción prevista, que disminuirá drásticamente a partir de 2020.

 

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Gráfica que muestra el declive en la producción de petróleo prevista en los próximos años.

Los más optimistas, que suelen coincidir con los más cercanos al negocio petrolero, creen que el gap se compensará con la entrada masiva de energías renovables, la electrificación y la descarbonización del mercado, que hará cada vez menos necesario el petróleo. Y apuntan, además, al crecimiento del negocio del fracking en Estados Unidos, que en estos momentos parece imparable. "A día de hoy, con la tecnología actual, hay algunos campos que están sacando rentabilidad a 30 dólares el barril", mucho menos que lo que se está pagando actualmente, apunta Escribano.

Otros, como Turiel, creen que este tipo de extracción, generalizada en Norteamérica –y desterrada en España– es una burbuja de deuda que explotará cuando se haga evidente que, si bien algunas instalaciones sí que funcionan, otras no son rentables a medio plazo. Aseguran, además, que la revolución renovable y la electrificación de la economía tiene límites: tanto físicos –con el nivel de consumo de energía actual, no hay tanto espacio físico para tantos generadores–  como temporales –su implantación no llegará a tiempo para evitar los peores efectos del peak oil–. "Estamos en el umbral de la gran crisis. Una crisis que los que abordamos los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad llevamos años explicando", defiende el científico en su blog. En unos años, por suerte o por desgracia, empezarán a verse señales evidentes.

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