Crisis del coronavirus

Empleos asociados a lo tecnológico, a los cuidados y al control del virus son claves frente a la sangría laboral de la pandemia

Dos empleadas desinfectan las manos de dos mujeres antes de acceder a un comercio de la madrileña calle Preciados.

"Ya estamos viendo que en los supermercados hay una persona que controla el aforo, y esa persona será necesaria también en los centros comerciales, en los cines, en los teatros...", relata Alfredo Charques, delegado de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en Andalucía. Mantener a raya al covid-19 no es sencillo. En los espacios públicos, además de responsabilidad individual, se requiere personal que asegure que se hace. Este verano, playas y piscinas tendrán aforo limitado. Más allá de los meses del periodo estival, los bares y las tiendas lo seguirán teniendo. Ambos espacios, además, requerirán una desinfección frecuente, tanto del espacio como de todo lo que se use. Y todo eso lo tiene que llevar a cabo alguien. Habrá que tener a una persona que vigile quién entra y quién sale de un bar, de una tienda, de una piscina, de una playa; a otra que se ocupe de que el virus no impregne las mesas de un restaurante, los puños de una camisa o unas gafas de sol expuestas en un escaparate. Eran tareas que antes no realizaba nadie porque, sencillamente, no eran necesarias. No tanto, al menos.

La pandemia ha ido generando demasiados interrogantes a medida que ha ido avanzando e inundando la vida de todos y cada uno de los habitantes del planeta. Pero hay uno que ya se ha resuelto: el mundo laboral va a cambiar y, además, esas tareas claves para mantener a raya al virus generarán puestos de trabajo. O reinvención, al menos, de algunos que ya existían.

Los últimos datos de empleo vinieron a confirmar lo que se comenzó a vaticinar a mediados del mes de marzo, cuando la actividad se detuvo: la pandemia es una máquina de destrucción de empleo. Las últimas cifras del Ministerio de Trabajo reflejan que, a 31 de junio, la cifra de parados ya era de 3.862.883 personas, la más alta del registro desde mayo de 2016. Tan solo en el pasado mes, el número de desempleados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo (el antiguo INEM) subió en 5.107 personas, un 0,1%. Sin embargo, ha habido sectores que se han librado, en cierto modo, de la sangría. Según el último informe publicado por el Instituto Adecco, el personal de almacén, de reparto, los cajeros y reponedores, los operarios de fábrica, los recolectores, el personal de atención al cliente, los administrativos y el personal sanitario son algunos de ellos. En las últimas semanas, dice la organización, han sido de los perfiles más demandados. "Y seguirán siendo claves también en las próximas", asegura el documento.

Y junto a ellos, habrá otros. Según Adecco, "algunas empresas solicitan ya contar con personal que aborde la desescalada en los centros de trabajo" con, por ejemplo, controladores de temperatura en los accesos a recintos o edificios, desinfectadores de ropa o espacios y sanitarios o perfiles preventivos en las empresas que se dediquen a diseñar nuevos protocolos de higiene y prevención. Pilar Llácer, profesora e investigadora en EAE Business School sobre el futuro del trabajo y autora del libro Te van a despedir y lo sabes, coincide con ese diagnóstico. "Antes de la pandemia, el puesto de 'coordinador de bienestar y prevención de riesgos laborales' ya se veía como una profesión del futuro. Ahora, casi todas las empresas van a necesitar o bien reciclar un puesto de los que tengan o contratar a alguien que coordine el bienestar, la salud y la prevención de esos riesgos", asegura. Y no puede ser la misma persona que ya hacía esas labores antes. "Ahora hay que saber usar una aplicación de rastreos, gana importancia el componente digital", explica.

Profesiones "con perfil digital" y la importancia de la formación continua

De hecho, lo gana en todos los ámbitos. "La crisis sanitaria ha acelerado los procesos de transformación digital", sostiene Llácer, que detalla que "más del 30% de los puestos de trabajo que han salido en los últimos tres meses están relacionados con el comercio electrónico —también conocido como e-commerce—, y el márketing digital". "Tanto las pymes —pequeñas y medianas empresas— como las grandes empresas necesitan perfiles digitales", apunta. Así, explica que, a partir de ahora, todos los perfiles de cualquier departamento tendrán que tener presente el componente digital, "tanto en los medios como en la forma". "Se exigirán más conocimientos digitales y será imprescindible trabajar en remoto", vaticina la experta. "Para trabajar en la economía del siglo XXI es necesario conocer las herramientas del siglo XXI, así que se necesita competencia digital, lo que significa, por ejemplo, saber cómo funciona una herramienta para realizar una videoconferencia o saber cómo funciona la nube", coincide Charques. Por tanto, eso que se implantó de manera acelerada para dar respuesta a una situación de emergencia se quedará como forma de trabajo habitual.

Tanto lo hará, que el Ministerio de Trabajo ya ha elaborado un anteproyecto de ley de trabajo a distancia para abordar el teletrabajo. "En la etapa posterior al fin del estado de alarma tendremos que responder a una nueva visión del trabajo: en concreto, del tiempo de trabajo y del lugar en el que lo desarrollamos", aseguró la ministra Yolanda Díaz. "La crisis sanitaria nos ha puesto ante los ojos una reflexión sobre las nuevas maneras de trabajo que ya no podremos postergar", añadió. Hasta ahora sí se había postergado porque este modo de trabajo era una excepción. Según un informe presentado por UGT, en 2019 solo el 4,9% del total de los empleados y empleadas trabajaron habitualmente desde casa; el 91,6% no lo había hecho nunca. En la Unión Europea, en cambio, ese porcentaje se reducía al 85,4% del total de trabajadores y trabajadoras, según los datos del sindicato. Sin embargo, una encuesta publicada el 7 de mayo reveló que el 70% de los empleados españoles comenzaron a trabajar desde el domicilio por la pandemia, sin haberlo hecho nunca antes. Pero no ha funcionado, a juicio de los sindicatos. Precisamente porque se impuso a modo de emergencia. 

Ante este panorama nuevo también será necesaria la formación. El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), de hecho, estima que un 54% de los trabajadores del mundo necesitará "actualizar sus habilidades" antes del año 2022. Según la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), tendrá que ser así para acceder al mercado laboral y para mantenerse dentro. Charques también opina lo mismo. "Va a ser necesario, y ya lo está siendo, un perfil profesional adaptable, el de personas que sean capaces de aguantar los cambios", opina. Porque "no sabemos con exactitud" cómo van a ser las profesiones en los próximos dos o tres años.

Los trabajos de cuidados

Pero no todo va a ser lo ligado a la tecnología. Según el informe de Adecco, dentro de los perfiles más demandados también se encuentran algunos que durante la pandemia, de hecho, evidenciaron que son absolutamente esenciales. El personal sanitario, el de las residencias de mayores, el de cuidados a domicilio, el personal de limpieza o el de transporte de viajeros nunca llegó a confinarse. Han estado en primera línea de batalla. Y lo seguirán estando. Y eso es algo, explica Charques, que va ligado a la pirámide poblacional española. "La economía de los cuidados va a ganar muchísimo protagonismo. Ya lo estaba adquiriendo porque la esperanza de vida es cada vez mayor, pero ahora tenemos que entender que esas profesiones son fundamentales. Hay una gran parte de la población que necesita cuidados", afirma. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay nueve millones de mayores de 65 años de un total de 47 millones de habitantes. La tercera edad supone, por tanto, el 19,2% de la población española.

Y esta es una tarea pendiente de la que también ha expresado ser consciente el Gobierno. Irene Montero, al frente del Ministerio de Igualdad, se comprometió el pasado jueves en la Comisión de Reconstrucción del Congreso a intentar alcanzar un pacto de estado por los cuidados. Según dijo, quiere que esté listo en esta legislatura. "Cuando nos preguntamos qué hace posible que una sociedad funcione pensamos en las empresas y negocios, en el trabajo productivo. Pero rara vez pensamos en hacer la compra, planchar, hacer la comida o cuidar a los niños y niñas o a las personas que lo necesitan", subrayó. La crisis de cuidados, remachó, existía antes de la emergencia sanitaria, pero ahora asoma con más fuerza.

Llácer cree que, además de los cuidados, se demandará también personal de seguridad y de limpieza, que tendrá que adaptarse a las nuevas tareas que serán necesarias para controlar el virus. El problema es que esto no durará mucho tiempo. "Todo este tipo de puestos se están automatizando. Por ejemplo, ya hay robots de desinfección que son mucho más seguros que los empleados. Por eso hay que tener en cuenta que podemos tener una creación de empleo que puede ser muy a corto plazo", explica. Por eso, añade, "habría que reorientar todas estas profesiones a sectores que tuvieran más empleabilidad". "Por ejemplo, si la seguridad se va a automatizar, los empleados podrían orientarse a ciberseguridad y, así, tener más estabilidad", dice. 

Los peligros de la digitalización

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Pero la digitalización conlleva un peligro. Así al menos lo entiende Gonzalo Pino, responsable de política sindical de UGT. "Sí al avance y sí a la digitalización", dice. Pero no a cualquier precio. Y pone un ejemplo: el de las plataformas digitales que utilizan empresas como Deliveroo. "No es posible que como nueva forma de economía nos pongan delante a las plataformas digitales. Eso no es una nueva forma de trabajo, es volver a principios de siglo", critica, aludiendo a la sustitución del término 'trabajador' por el de 'colaborador'. "Están desvirtuando el mercado de trabajo tradicional", lamenta. 

Pino hace el mismo pronóstico que Llácer y Charques. Opina que iremos viendo nuevos escenarios en los que las nuevas profesiones tendrán mucho que ver con la tecnología, aunque sostiene que aparecerán otras "muy ligadas" a los cuidados o a sectores tradicionales como el de la alimentación. El problema de las primeras, dice, es que provoca que el número necesario de trabajadores se reduzca. "Independientemente de la pandemia, el futuro del trabajo ya iba hacia un objetivo donde la automatización y la digitalización iba a suponer nuevos métodos de trabajo. En esa nueva organización, la necesidad de mano de obra es mucho menor que la de ahora", lamenta. Por eso aboga por reducir el tiempo del trabajo y, así, repartirlo. "No hay trabajo para todos. Y no va a haberlo", anuncia. 

"Tenemos que empezar a plantear la reducción de la jornada laboral a las 32 horas en el futuro inmediato", sostiene. El programa electoral de Más País con el que la formación liderada por Íñigo Errejón se presentó a las pasadas elecciones del 10 de noviembre ya lo incluía. Por su parte, el pacto de coalición de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos contempla "racionalizar los horarios". "Si en los próximos años los trabajadores no tienen la certidumbre de que tienen un lugar en la sociedad, es decir, un empleo, una vivienda y un salario digno, no avanzaremos, iremos a trompicones con un conflicto permanente. No es posible que una mínima parte de la población pueda vivir en condiciones dignas y una gran mayoría de la sociedad no", sentencia Pino. 

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