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Tarifas eléctricas

El mercado libre no se salva de la crisis: vigila tu factura para evitar 'sablazos' en luz y gas que ya alcanzan el 30%

Imagen de archivo de un recibo del consumo de electricidad.

Uno de los argumentos más repetidos por el Gobierno y las compañías eléctricas es que la crisis de precios de la energía que se vive en todo el continente solo afecta a la tarifa regulada, en el caso de la electricidad: el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC). Una parte del recibo depende de los vaivenes de un pool en máximos históricos. En el mercado libre, al que están sujetos el 67% de los consumidores, en teoría no se sufren esas subidas y bajadas porque el precio es el que proponen las empresas. Pura oferta y demanda. Y ahora está más barato, no se cansan de recordar las comercializadoras. Sin embargo, la luz está subiendo y puede subir aún más en este sistema liberalizado. Igual que el gas, aunque en este caso las tarifas están más caras que la tarifa intervenida. 

La electricidad en el mercado libre ha subido y va a seguir subiendo, considera la responsable de comunicación de la comparadora de tarifas Selectra, Laura Cardenal. En general, aunque hay excepciones: "Cada compañía tiene un montón de ofertas y no todas se han encarecido", matiza. Según cálculos de la asociación de consumidores OCU, las comercializadoras han aplicado en agosto aumentos de hasta un 30% en el caso de Naturgy. De las grandes empresas, la que menos ha encarecido sus tarifas es Iberdrola, con un 5%. Pueden hacerlo. Otras trampas son irregulares. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) también ha detectado sablazos ilegales a la hora de aplicar el cambio en los peajes que decretó el Gobierno. 

Pero no solo sube el precio en el mercado libre de electricidad: también en el del gas natural, clave para el confort térmico de millones de españoles ahora que llega el otoño. Ambos utilizan la misma materia prima, cuyo encarecimiento preocupa a todo el continente: el gas natural se quema en las centrales de ciclo combinado, que son las que marcan el precio de la subasta marginalista, y llega a nuestras casas para calentarlas. El mercado regulado del gas, articulado a través de la Tarifa de Último Recurso (TUR) no ha notado aún la crisis porque se fija cada tres meses.

Y para evitar un aumento desmesurado en la próxima subasta, en octubre, el Gobierno lo ha intervenido directamente, fijando un tope a la subida del 4,6%. Las comercializadoras de este mercado generarán un déficit (entre lo que les cuesta el producto y lo que perciben) que se compensará en futuras facturas a partir de marzo de 2022, cuando el Ejecutivo espera que la situación se normalice. 

Por lo tanto, la tarifa regulada del gas no se incrementará tanto como la eléctrica. ¿Pero se disparará la del mercado libre a partir de octubre? Cardenal no lo tiene claro. "Va a haber de todo". Entrarán en conflicto dos variables contrapuestas: por un lado, como el TUR no puede elevarse demasiado, puede competir con las ofertas liberalizadas y tirar de su precio hacia abajo. Por otro lado, las comercializadoras tendrán que compensar lo que, temporalmente, dejarán de ingresar por el tope a la factura intervenida. 

Pero el hecho es que actualmente, el mercado libre del gas (en el que están el 80% de consumidores, según la CNMC) es mucho más caro que la tarifa regulada fijada en la última subasta y probablemente lo seguirá siendo, dado el decreto del Gobierno. Generalmente hay dos modalidades: una que solo te permite encender el hornillo de la cocina o calentar el agua de la ducha, y otra que te da acceso a la calefacción. En el caso de la segunda opción, cuatro de las cinco principales empresas comercializadoras cobran más en sus tarifas que lo que se paga en la TUR, según datos de Selectra extraídos de la propia CNMC. Solo Cepsa ofrece un precio más competitivo tanto en la parte fija como en la variable, que depende del consumo.

EDP ofrece un precio más barato por la parte fija pero su kilovatio/hora es más caro que la tarifa regulada. Naturgy, Endesa e Iberdrola cobran más por ambas partes del recibo. Es una tendencia que, según el regulador en su informe de 2020, se mantuvo durante todo el año pasado. En la tarifa regulada eléctrica se depende a diario del pool: en la del gas no, y además está intervenida directamente por el Ejecutivo. Y, por si fueran pocas razones, es más barata y se puede acceder directamente al bono social térmico, que evita cortes de suministro. Desde el punto de vista del consumidor doméstico, la elección está clara. 

Amortiguadores: los mercados a largo plazo y la nueva subasta

Los precios en el mercado libre suben, aunque no de manera tan rápida como los del regulado en el caso de la electricidad, porque las comercializadoras acuden a la subasta marginalista a adquirir la electricidad que luego venden. Si el pool está caro, es un gasto extra para estas empresas (más de 100 en todo el país) que tienen que repercutir tarde o temprano. Sin embargo, según explica el especialista en el mercado eléctrico y profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Diego Rodríguez, existe un mecanismo que puede amortiguar por ahora un incremento que ya es del 30%, según la OCU: los mercados a largo plazo.

Muchas de estas comercializadoras acuden a estos mercados a comprar la electricidad, con precios mucho más reducidos que los de la subasta diaria: su precio se fijó hace meses, antes de la crisis energética. Por lo tanto, no tienen la necesidad de repercutir el aumento en sus clientes. Pero esto solo funciona a corto plazo, aunque suene contradictorio, asegura el experto: "De momento están un poco protegidos, pero esa protección se va a ir rápido porque los mercados a largo han reaccionado", aplicando la escalada del pool.

Por otro lado, el Gobierno creó en el último decreto una subasta diferenciada para centrales hidroeléctricas y nucleares, con la intención de que hagan sus ofertas a un precio más competitivo, esquivando la influencia del gas natural. Servirá para que comercializadoras independientes, sin el músculo de Iberdrola, Endesa o Naturgy, puedan ofrecer también tarifas ajustadas al comprar la electricidad más barata. Sin embargo, aún es demasiado pronto para saber cuál será la influencia de esta medida en el mercado libre. 

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Mucho ojo a la factura

En el mercado libre, las empresas pactan con el consumidor un precio fijo durante uno, dos o cinco años. Lo que dure el contrato. Pero si el contrato se acaba... ¿pueden aplicarme una subida? Sí. Y tienen la obligación legal de comunicarlo a los clientes con 15 días de antelación. Otro asunto es que sean claros. Por motivos obvios, a las eléctricas les interesa enmascarar el encarecimiento. "Tienen que notificarte de los nuevos precios. Te lo pueden notificar por carta, o en la factura, en un pequeño pie de página... el cliente puede leerlo o no leerlo", explica la portavoz de Selectra.

Por lo tanto, los expertos coinciden en que, si les preocupa el encarecimiento de la energía, los consumidores deben vigilar bien el recibo que les llega cada mes. Pueden estar en el mercado regulado de la luz y pagar demasiado; pueden estar en el libre de gas y sufriendo una tarifa demasiado elevada; o el contrato puede estar a punto de caducar, no lo saben, y se avecina un incremento a pesar de que se supone que el PVPC era el único afectado. 

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