Héroes

Lourdes, mujer del jefe del GAR Jesús Gayoso: "Había luchado contra ETA y el terrorismo internacional, que un virus terminase con él es inconcebible"

Eva Baroja

Dicen que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer, pero ella no estaba detrás, estaba a su lado, a su misma altura, apoyándole, entendiéndole y queriéndole incondicionalmente. Durante veintitrés años, Lourdes Estívariz ha sido la esposa, cómplice y confidente de Jesús Gayoso, teniente coronel y jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil. No les faltaba absolutamente nada. Eran felices viendo crecer a sus dos hijos mellizos, Jesús y Luis, de quince años, hasta que, un día de marzo, todo se derrumbó. El virus se llevó por delante la vida de su marido, el mismo que había dedicado su vida a los demás, había luchado en primera línea contra la banda terrorista ETA y dirigido misiones humanitarias en los rincones más peligrosos del planeta.

Jesús Gayoso tenía una trayectoria profesional intachable y veinte medallas y cruces al mérito de la Guardia Civil, pero a él le daban igual las condecoraciones, “lo que quería era aprender, trabajar y ayudar a los demás. Era un buen gallego, tozudo y muy perseverante”. Había liderado operaciones para luchar contra el terrorismo yihadista en el cinturón del Sahel, pero su mayor logro profesional, explica su mujer, ha sido, sin duda, conseguir sacar adelante una unidad de élite que él sabía que tenía gran proyección internacional: “Ha peleado como nadie por esta unidad porque cuando ETA dejó de matar ya no interesaba. Siempre me decía que estaba casado con tres familias: conmigo, con el GAR y con la Guardia Civil”.

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Esta profesora de música se refugia estos días junto a sus dos hijos en la calma y el silencio de A Coruña, la tierra de su marido. Está exhausta. La semana pasada recibía el consuelo y el cariño de los reyes en la gira que están realizando para fomentar la actividad turística de nuestro país. Desde que murió Jesús se han sucedido los reconocimientos y su teléfono no ha dejado de sonar. Le siguen llegando palabras de cariño de los que tuvieron la suerte de cruzarse con él en algún lugar del mundo y le querían, admiraban y respetaban. La sede del GAR de Logroño ha recibido unas 1.600 cartas de agradecimiento. A muchos de los que se ponen en contacto con ella ni siquiera les conoce, pero puede entender cómo se sienten porque Jesús era de ese tipo de persona que dejaba una huella imborrable en los demás: “Tenía un corazón enorme que no le cabía en el pecho y era muy feliz trabajando, siempre con una sonrisa en la cara. Eso es algo que se ha quedado grabado en la memoria de muchos ministros de diferentes partidos. Todos me han dicho que era increíble como persona”, dice Lourdes con una mirada rebosante de orgullo.

El fallecimiento repentino del teniente coronel Gayoso es la prueba más vívida de la ferocidad de una enfermedad que sigue entre nosotros y que ataca indiscriminada y silenciosamente: “Jesús solo tenía cuarenta y ocho años. Era una persona muy fuerte, sin patologías, nunca se ponía malo. Que un virus terminara con él es inconcebible”. Uno días antes de empezar con fiebre, había estado en Bruselas en una reunión, siempre anteponiendo su deber y hasta el último minuto dedicado a la Guardia Civil. Tras dos semanas sedado e intubado en la UCI, luchando por recuperarse, se produjo el fatal desenlace. Un 27 de marzo. Nadie se lo esperaba porque Gayoso era un líder nato, nunca se rendía. Al menos, eso les había enseñado a los suyos. Todo ocurrió tan rápido que ni siquiera pudo ser Lourdes la encargada de contarle la terrible noticia a su hijo Jesús, que estaba estudiando en Estados Unidos: Se enteró de la muerte de su padre por las redes sociales, que a veces, pueden destruir a una persona”. No pudo volver a España hasta principios del mes pasado y madre e hijo tuvieron que afrontar la pérdida separados por miles de kilómetros.

Solo han pasado cuatro meses y Lourdes, la mujer GAR, como él la llamaba, todavía espera que todo sea una pesadilla y que vuelva a verlo trabajando cada noche frente a su ordenador o dejándolo todo para jugar con sus hijos en su casa de verano en Galicia, eso sí, sin perder de vista el móvil por si alguien pudiese necesitarle. Ser mujer de un guardia civil del GAR no es fácil. Las innumerables separaciones que ha habido en esta unidad lo demuestran porque no cualquiera puede seguir ese ritmo de trabajo y soportar las ausencias. Ninguna tan devastadora como ésta: porque hoy Jesús no está en Afganistán, Bosnia, Líbano o Níger y Lourdes no puede levantar el teléfono cuando le necesite o le eche de menos. Aún así, esté dónde esté, seguro que puede oírle tatareando Stand by me, su canción favorita. “No derramaré ni una lágrima mientras tú estés conmigo”, canta Ben E. King. Como ojalá tampoco las vuelva a derramar Lourdes al saber que Jesús Gayoso, el amor de su vida, se quedará siempre junto a ella, sus hijos y todos los que le quisieron. Su legado como padre, marido, compañero y héroe ya es eterno.

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