Humor al cubo

David Broncano en Siberia

David Broncano se ha convertido en los últimos tiempos en la gran estrella de la comedia en España. Su latenight de Movistar, La Resistencia, es el mayor fenómeno televisivo de humor de los últimos años. Su espacio radiofónico, La vida moderna, en la cadena Ser, que presenta junto a Quequé y a Ignatius Farray, pasa por ser el programa estrella entre la gente joven en nuestro país. Salir a la calle hoy en día con David significa tener que pararse cada diez pasos para atender a alguno de sus innumerables admiradores.

Nacido en Galicia, se crió realmente en Orcera, en Jaén. De ahí le queda algo de peculiar acento. Su carrera profesional se centró desde sus inicios en la televisión, a diferencia de otros cómicos. Empezó en Nuevos Cómicos, en Paramount; pasó por cuatro temporadas de El Club de la Comedia, en laSexta; fue presentador principal en Loco Mundo, en #0; y ha acabado teniendo su show propio en La Resistencia, también en #0.

PREGUNTA: A ti, un cómico ya con experiencia, ¿la comedia te ha servido alguna vez para resolver algún problema serio?

RESPUESTA: Una vez en Rusia, en Siberia, nos perdimos y aparecimos en una cabaña con unos paramilitares. Intuimos que nos querían reventar a hostias y se me ocurrió un chiste con una moto, que no recuerdo cómo era. El señor, un ruso ex militar, pasó de decirnos “¡De aquí no salís!”, a decirnos “Por supuesto, aquí sois bienvenidos. Cuando queráis comer carne de ciervo, aquí está. Y si queréis ¡podéis pegar a una cabra!”, porque tenía allí una cabra para pegarle, cosa que yo censuro, pero que era como un gesto de solidaridad.

P: ¡Vaya cambio de panorama sólo con un chiste!

R: Así es. Gracias a un chiste de una moto, pasamos de estar ahí a punto de ser pegados a un ofrecimiento a pegar a otro ser vivo. Desde su punto de vista era como un honor pegar a una cabra con una bandera de Ucrania que le habían pintado. Pero bueno, mejor tampoco vamos a entrar en más detalles.

P: Parece que la comedia te salvó de una situación chunga. Sin embargo, ¿no te ha pasado lo de intentar hacer reír a alguien que… no estaba por la labor?

R: Efectivamente, recuerdo una situación de tráfico en la que me pasó lo contrario a lo de Siberia, que por hacerme el graciosito… ¡un clásico!... Me paró la policía cuando yo venía de jugar al tenis, hace ya unos años. No recuerdo por qué me pararon, pero me dijeron que me bajase y que abriese el maletero. Yo llevaba como cuatrocientas raquetas de tenis y me dijeron: “¿Esto pa qué es?” y yo le dije: “¡Hombre, agente! ¡Al ser raquetas de tenis, pues…!” Tampoco es que fuera un chiste, pero le insinué: “¿Para qué cree usted? ¡Pues al ser raquetas de tenis, pues para el tenis!”. Pero, sin ser un chiste, por el tonillo, el agente ya intuyó que había dado con el típico graciosito. Cosa que, por lo general, a las fuerzas del orden… Vamos, que aquello pasó de ser un control rutinario a estar cuatro horas allí… ¡divertidísimas!

P: ¿Cuándo te diste cuenta de que eras un tipo gracioso?

El día que Dani Mateo intentó engañar a un fan

El día que Dani Mateo intentó engañar a un fan

R: Pues tardé un tiempo, la verdad. Me acuerdo una vez, estando en un viaje familiar en Euskadi, con unos amigos de allí, vascos, y mis padres. Empecé a hacer unas cuantas bromas con mi hermano y, a la tercera broma que conté allí, pasó de hablarse de temas políticos bastante intensos a hablar de que me había mordido un perro o algo así, la conversación derivó y entonces, con 9 o 10 años, entendí que, aunque a lo mejor ahora me interesa, la autodeterminación de Euskadi a un niño de esa edad no le interesaba mucho. Descubrí entonces que haciendo chistes de que se me había pinchado una pelota, de que me había caído por una cuesta y tal conseguí que se cambiara de tema y dije: “pues ¡joder! ¡Igual esto tiene su algo!”. Porque a lo mejor ahora me interesa, pero a esa edad la autodeterminación de las naciones, en principio, te da bastante igual.

P: ¿Crees que la comedia es innata?

R: Yo creo que, por personalizarlo, la comedia tiene una parte que aprendes. Creo que ahora hago mejores chistes. Que me desenvuelvo mejor como cómico que hace 9 años, cuando empecé. Como todas las profesiones, sí que se aprende. Se mejora un montón. Diría que sí que tiene una parte que es difícil de aprender si no tienes un minimecanismo mental por el que unas personas tienen más facilidad para hacer más chistes que otras. Igual sí que hay algún click raro. Igual que hay gente que tiene más facilidad para saltar con pértiga, hay otros que no habríamos sobrevivido hace 10.000 años porque necesitabas más fuerza física. Actualmente es verdad que los chistes son una ventaja.

Más sobre este tema
stats