Ideas Propias

¿Para qué sirven los historiadores?

Ángel Viñas Ideas Propias

Ángel Viñas

infoLibre me abre amablemente sus páginas una vez por mes. Les estoy muy agradecido. El primer artículo con que contribuyo responde a la pregunta del título. Una tarea del historiador estriba hoy en comparecer en los medios para deshacer entuertos de quienes se dejan cegar por la pasión ideológica, política o los treinta denarios de plata. O son, simplemente, cuentistas.

El 90 aniversario de la Segunda República ha generado opiniones para todos los gustos, incluso insultos disfrazados. No ha tenido mucha suerte ni entre algunos periodistas ni entre ciertos políticos y sus soportes “históricos”. La persecución de objetivos presentistas es omnipresente. En marzo publiqué un libro en el que desmenuzaba la interacción letal entre la conspiración monárquica, militar y fascista por un lado y la ineficacia en decapitarla de los Gobiernos republicanos en la primavera de 1936 por otro. Sigo, pues, con atención la prensa española.

Me ha sorprendido que un medio madrileño de amplia difusión haya caído en la trampa de poner en la picota a Francisco Largo Caballero a tenor de unas supuestas declaraciones a un corresponsal de la Associated Press (Edward Knoblaugh) aparecidas en un periódico en español en Nueva York. A sus divulgadores, que dicen haber trabajado años en el tema, no se les ha ocurrido consultar al respecto la biografía que escribió Aróstegui (pp. 333s). Fue un fake de Knoblaugh. Pero, héte aquí que un Sr. X, ilustre historiador de la literatura, abunda en tales declaraciones y dirige el 16 de abril de 2021 las siguientes palabras a sir Paul Preston y a su obra: “Si puede, y le conviene, escamoteará la verdad o la manipulará”. Son afirmaciones que se vuelven contra X con suma facilidad.

Para edificación de sus lectores, X añade una frase que debería hacerle superfamoso: “Franco dio su golpe de Estado el 18 de julio porque Largo Caballero no pudo darlo el 17”. Primicia universal: los conspiradores “esperaban” una revolución “comunista” en agosto. X va más allá (al parecer todo está permitido) y alucina con un golpe socialista previsto para julio. Ofrece una “prueba”. Largo Caballero habría declarado un día antes (el subrayado es mío) al News Chronicle de Londres: “La solución para España, un baño de sangre”. En la tercera edición de un libro suyo ya la había formulado. Su pudor evita la auto-referencia. Sin embargo, no encajan ambas noticias con las afirmaciones y discursos durante la campaña electoral de febrero de 1936. Tampoco con la ejecutoria de Largo Caballero en el resto de la primavera cuando la conspiración monárquica, militar y fascista quemaba etapas. Se trata de una afirmación inventada, como la que apareció en la prensa neoyorkina que difícilmente haría temblar los cimientos de la Casa Blanca.

Para mostrar cómo trabaja un historiador, y no un mero cuentista, me permitiré traducir los párrafos más relevantes del artículo Caballero is Here que se publicó no la antevíspera del 17 de julio sino el día 9 en el News Chronicle. Tras presentar al socialista español a sus lectores, el autor, John Langdon-Davies, señaló por su parte que “España, al igual que Francia, se encuentra en la extraña situación de contar con un Gobierno democrático basado en las clases medias y amenazado por una revolución de las derechas y que para su vida misma depende de las izquierdas que no creen realmente en su capacidad de solucionar los problemas económicos y sociales”.

Tan sucinta descripción es bastante exacta. El artículo señaló:

“Recordé a Largo Caballero el destino que ha tenido la socialdemocracia en Alemania y Austria. ¿No temía que los socialdemócratas españoles siguieran el mismo camino? No —respondió— porque son demasiado fuertes para los fascistas. ¿Por qué lo son? Porque estamos nosotros, respondió”. Según el entrevistador, el líder socialista era un gran admirador (sic) de Casares Quiroga. Creía que era la persona adecuada para lidiar con la amenaza fascista. Puede ser una transcripción correcta o no. En general, los líderes socialistas no se fiaban demasiado de él, pero el entrevistador recogió que Caballero le alabó por la forma en que se había comportado.

Largo Caballero resumió su actitud hacia el Gobierno: “Estamos dispuestos a ayudarle en la realización de su programa. Lo hemos puesto donde está con nuestro sacrificio en sangre y libertades. No creemos que tendrá éxito. Cuando fracasen, será nuestro turno y será nuestro programa y no el suyo el que pondremos en práctica. Pero mientras ello no se produzca, seremos leales con el Frente Popular y con los republicanos de clase media”. Langdon-Davies preguntó si el cambio de un gobierno republicano por uno socialista podría hacerse mediante el voto en las urnas. “Realmente no lo sé —fue la respuesta—, pero lo que sí sé es que sin nosotros no habría republicanos. Somos quienes les apoyan y sin nuestro apoyo se esfumarían”.

En relación con su postura en temas exteriores, Largo Caballero señaló que, de cara a las batallas futuras, “ya no hay, en realidad, neutrales. A un lado están los frentes populares de las democracias y Rusia y, del otro, las dictaduras de derechas”. Mal profeta, salvo para 1941 y sin los frentes. Respecto a la Sociedad de Naciones, que el Gobierno conservador británico había debilitado, afirmó que España continuaría siendo fiel a los principios de la misma. Si la SdN fracasaba, España no sería neutral. Los socialistas eran aliados de los enemigos del fascismo. Pero es difícil que Largo Caballero pudiera entrever ya el triste papel de la SdN hacia España. ¿De dónde, pues, habrá extraído X sus notables afirmaciones, dignas, de haber sido ciertas, de elevar su nombre a las más altas cumbres de la investigación?

Buñuel, imprescindible

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Respuestas al título: cualquier historiador normalito dirá que no hay que fiarse de citas no contextualizadas. Tampoco de “reconstructores” en busca de caja. No existe historia definitiva, pero los historiadores pueden aproximarse a lo que ocurrió sin recurrir para ello a embustes elementales.. Echar la culpa a Caballero por lo que ocurrió tras el 17/18 de julio es uno de los más pedestres.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.

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